Acuíferos ante el cambio climático
Centro de Hidrogeología Investigadores de la UMA participan en un proyecto internacional para analizar los efectos de la variación del clima en los recursos hídricos de distintos ambientes
Una cuarta parte de los habitantes del planeta se abastecen de las aguas subterráneas. En España se utilizan más de 2.000 hectómetros cúbicos de recursos anuales y en Málaga, de media, 780 hectómetros cúbicos. Esto hace esencial el estudio de los acuíferos y los posibles efectos que pueda tener en ellos el cambio climático. Investigadores del Centro de Hidrogeología de la Universidad de Málaga liderados por el profesor Andreas Hartmann de la Universidad de Friburgo, participan en un proyecto internacional para analizar el comportamiento actual de acuíferos en distintos ambientes, desde el desierto de Australia a los Alpes Bávaros. Con un modelo matemático se calculará la variación de recursos si aumenta la temperatura y descienden las lluvias. En la sierra de Jobo, en Villanueva de la Concepción, se analizan los datos en dos parcelas experimentales.
El CEHiUMA se creó hace 11 años y una de sus principales líneas de investigación ha sido la caracterización de acuíferos carbonatados, los de las sierras calizas, y la evaluación de los recursos hídricos que hay dentro de ellos. "Son sierras de clima mediterráneo, acuíferos que en la mayoría de los casos no están explotados, funcionan más o menos en condiciones naturales y eso unido al bagaje de información que disponemos en el centro hizo que el investigador principal de este proyecto, el profesor Andreas Hartmann de la Universidad de Friburgo empezara a entablar relaciones de colaboración científica con nosotros", explica Matías Mudarra, profesor ayudante doctor en el Departamento de Ecología y Geología de la UMA e investigador del Centro de Hidrogeología. "Hartmann se especializa en modelos numéricos para estimar, evaluar y simular funcionamientos de acuíferos y estimaciones de agua. Nosotros sabemos más de caracterizar, definir límites, geometría interna, cuánta agua hay dentro y sus vulnerabilidades. Se unió la capacidad suya con la nuestra y de ahí surgió la idea del proyecto", agrega.
La idea fundamental, como explica Mudarra, es evaluar cómo esos escenarios futuros afectarán a la disponibilidad de agua en los acuíferos carbonatados. "Son muy sensibles a alteraciones ambientales, mucho más que otro tipo de acuíferos como los detríticos", subraya el investigador y agrega que en estos, en los que el agua se filtra por las grietas de la caliza, hay una gran relación entre la lluvia y la descarga, el agua circula muy rápido y va a tener un cambio significativo porque va a haber menos recarga. También será inferior si la temperatura sube y, por ello, hay más evaporación de las precipitaciones que empapan el suelo. "En los modelos predictivos se ve en la temperatura media una tendencia ascendente y a mayor temperatura menos infiltración, menos recursos hídricos para abastecimiento, para regadío o para que haya agua en los ríos y ecosistemas", considera Mudarra. "Si hay periodos de sequía muy prolongados y las precipitaciones llegan en forma de trombas de agua eso va a tener consecuencias directas sobre los acuíferos", reitera el profesor y apunta que el análisis servirá para hacer una gestión más eficiente por parte de las administraciones.
El proyecto, que tendrá una duración de cinco años, está en su primer periodo de desarrollo. Se han colocado áreas piloto en Australia para analizar el clima desértico, en Yucatán (México) para el tropical, en Bristol (Inglaterra) para clima Atlántico y en los Alpes Bávaros, en Alemania, para clima Alpino. La del clima Mediterráneo es la que se estudia en Málaga, en la sierra de Villanueva del Rosario. "Es un sistema acuífero de 14 kilómetros cuadrados, corresponde a la sierra del Jobo y parte de la sierra de Camarolos, y el agua sale de manera natural por el manantial de Villanueva del Rosario, funciona casi en condiciones naturales, lo que llueve, quitando lo que se evapora es lo que se infiltra", comenta Mudarra.
A mediados de mayo se colocaron los sensores dos parcelas experimentales. Se han enterrado 45 sensores en cada parcela, se han realizado 15 hoyos de algo más de medio metro de profundidad y se han colocado 3 mecanismos en cada uno para medir la humedad y la tempratura en distintas profundidades de la vertical del suelo. Una parcela está en suelo abierto, donde no hay casi vegetación y otra donde ocurre lo contrario. El objetivo es ver cómo se produce el efecto de la infiltración en cada una de ellas. En los manantiales también se han colocado equipos para registrar de manera continua la mineralización y la temperatura del agua, así com su caudal drenado.
"Los tres primeros años se dedican a instalar los equipos en el campo y tener un control de esos parámetros del suelo, de la lluvia, de la temperatura, de los niveles de agua si hay pozos y, sobre todo, ver cómo van cambiando los caudales y la mineralización. Así se obtiene la base de datos. A partir del cuarto año se hará el tratamiento, plantear la hipótesis e ir calibrando los modelos numéricos", indica el investigador.
Este proyecto de investigación, titulado Global Assessment of Water Stress in Karst Regions in a Changing World, está financiado por la Fundación para la Investigación del Gobierno Alemán.
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