Álora y Torremolinos norte, entre las zonas de Andalucía donde más suben los casos de tuberculosis

Crece la población excluida con tasas de contagio al nivel de Bolivia o Marruecos, contraria a la tendencia de los últimos 20 años

La pandemia dispara la tuberculosis en las zonas vulnerables andaluzas

La pandemia dispara la tuberculosis en las zonas vulnerables andaluzas
M. Lasida | R. L.

03 de septiembre 2022 - 06:10

Pese a lo que pueda pensarse, la tuberculosis no es algo del pasado. Andalucía tiene casi 364.000 habitantes viviendo en zonas desfavorecidas cuyas tasas de incidencia de esta enfermedad infecciosa superan el umbral de baja endemicidad que marca la Organización Mundial de la Salud (OMS), establecido en los 40 casos por cada 100.000 habitantes. Dos de esos territorios en los que más han subido los casos de tuberculosis están en la provincia de Málaga según el último informe. Se trata de Álora y Torremolinos norte.

Ambos están entre las 27 zonas de Andalucía con alta incidencia, que sobrepasan ese umbral marcado por la OMS. En concreto, Álora ocupa el puesto número 17, con 58,28 casos por cada 100.000 habitantes, mientras que la zona de Torremolinos norte, en el puesto número 27 de esa lista, tiene 41,84 casos por cada 100.000 habitantes.

El bacilo de Koch, así dicho, puede provocar la fantasía a quien no es de ciencias de un pequeño personaje de dibujos animados, quizá de color verde, muy simpático, que se escapa a correr aventuras y atravesar mares y, por qué no, campos de amapolas blancas. El bacilo de Koch, al que no se le niegan hazañas de ese calibre, no es más que una bacteria con forma de báculo o de bastón que identificó Robert Koch un día de 1882 gracias a añadir un poco de álcali al color básico con el que se ven los microorganismos en un microscopio. De ese modo, ¡eureka!, Koch desentrañó el origen de la tuberculosis que había quemado en vano la sagacidad de los patólogos más ilustres del pasado.

La batalla del ser humano contra la tuberculosis viene de antiguo. Hipócrates, el autor del famoso Corpus Hipocraticum, escribió en el año 460 antes de Cristo que la tisis era la enfermedad “más extendida y fatal de todos los tiempos”. Muy probablemente haya sido la que más daño ha causado a la especie humana a lo largo de toda su historia. Tuberculosos, tísicos, murieron Bécquer y Kafka, Purcell y Thoreau, Santa Teresa de Jesús y Spinoza. Hoy, en cambio, gracias a Koch y a las siguientes generaciones de patólogos, puede soñarse con su erradicación. Va camino del control. O eso se creía.

Andalucía tiene regiones donde el bacilo de Koch atraviesa mares y campos de amapolas con una libertad insólita, como sólo lo hace en los mares y los campos de Marruecos o Bolivia. Son las 27 zonas desfavorecidas que superan el umbral de baja endemicidad establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en los 40 casos por cada 100.000 habitantes. El territorio onubense de Alto de Mesa, en la cúspide de la región, ha alcanzado el valor máximo de 182 casos por 100.000 habitantes.

Las zonas desfavorecidas andaluzas tienen tasas de incidencia de tuberculosis superiores a los niveles registrados en el resto de Andalucía y del país. En concreto, la incidencia media en las zonas vulnerables de Andalucía está cercana a los niveles de países como Qatar, Kuwait o Bosnia-Herzegovina. Así lo explica el último informe sobre la evolución de la enfermedad publicada en junio por la Dirección General de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica de Consejería de Salud y Familias.

Lejos de erradicarse, los contagios de tuberculosis crecen con la pandemia. Pese a la tendencia al descenso de las últimas dos décadas, la bajada de la tasa no había sido suficiente para alcanzar el objetivo de la OMS de eliminar en 2050 la tuberculosis en los países europeos de baja incidencia. En el conjunto de Andalucía, la declaración de la enfermedad había seguido a un ritmo de decrecimiento. En 1992, la incidencia de los casos por cada 100.000 habitantes era de 21. En 2018 era de 8,5. La tasa de contagios en 2021 fue de 6,6 por 100.000 habitantes en Andalucía, cerca del objetivo planteado en el Plan para la Prevención y Control de la Tuberculosis de España.

Los datos más recientes no son alentadores con la pandemia, menos aún en los 99 territorios que la Junta de Andalucía define como zonas desfavorecidas por sus condiciones de paro, alfabetización, pobreza económica y material. En el último periodo analizado, son hasta 364.947 los andaluces que viven en zonas desfavorecidas cuyas tasas de incidencia superan el umbral de baja endemicidad que marca la OMS.

En el anterior periodo analizado, hasta 2018, el número de andaluces que vivían en zonas desfavorecidas con una incidencia mayor que 40 era de 248.518. Del mismo modo, 107.483 andaluces viven en zonas desfavorecidas con una incidencia mayor que 100, como en Marruecos y Bolivia. En 2018, el número de andaluces en condición vulnerable con una incidencia mayor que 100 era de 11.406. El cambio no ha ido a mejor.

Los investigadores de la Consejería de Salud explican que la pandemia ha incrementado las desigualdades en materia de salud, profundizando las que ya había antes, unas desigualdades que sufren con mayor intensidad las poblaciones más vulnerables. El resultado toma tintes antediluvianos, anteriores a Cristo, al menos. El riesgo de sufrir tuberculosis para las personas con entornos de pobreza y exclusión social no sólo baja sino que crece como sólo se fantasea en un dibujo animado de terror.

La Consejería de Salud propone en el informe centrar la misión del control de la tuberculosis en Andalucía mediante el abordaje integral de la situación, priorizando y actuando sobre las zonas desfavorecidas.

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