Andrés Mérida: Garabatos desde el alma
Un anárquico de la pintura que jamás deja de innovar
El encuentro tuvo lugar en el conocido restaurante del Club Candado Golf de Javier Hernández
Málaga/Aún retengo en mi mente la voz de Andrés Mérida y su mirada franca y directa hablando de las cosas que más le gusta: la pintura y las personas. Esta entrevista se convirtió desde el primer instante, desde la primera palabra pronunciada, en una exposición, de ideas, que, procediendo de Andrés Mérida, tenían por supuesto sus destacados matices de color y sombras. Le prometí que intentaría dibujar un cuadro con esta crónica. Por mí no va a quedar, pero por encima de todo, no se la pierdan, es Andrés Mérida en estado puro.
El restaurante: Club Candado Golf de Javier Hernández
Para tan esperado encuentro nos albergó un lugar donde nos encontramos como en nuestra casa: el restaurante del Club Candado Golf de Javier Hernández. Él personalmente nos recibió y tras saludarnos afectuosamente se retiró a su templo entre fogones para darle forma a todo lo que nos tenía preparado. Varias veces nos vino a visitar a lo largo de la comida incluso para servirnos personalmente alguno de los elaborados platos. Destaca en este establecimiento el equipo humano, siete personas, sin distinciones, bajo la coordinación del propio Javier Hernández, quien actúa como chef. Un hombre que lleva la cocina como algo innato y que procura que todos los días sean distintos en su cocina, algo que le agracemos y la aplaudimos. Ahora les cuento.
El invitado: Andrés Mérida
Recibí a este maladitano, como con su permiso lo he descrito por su lugar de nacimiento, Algeciras, y por su pertenencia por deseos propios y por arraigo a nuestra ciudad. Un hombre que hoy está en su casa del Cerrado de Calderón y mañana te lo encuentras en Londres o en Nueva York pero siempre, siempre paseando y llevando nuestra Málaga con él. Y por eso mismo le pregunté como inicio de nuestro encuentro. “ Por supuesto, siempre Málaga. Pinto muchas alusiones a nuestra ciudad. Cuando estoy fuera, para inspirarme y por pura nostalgia de la tierra, oigo verdiales. Adoro los verdiales, me hacen sentir mucho. Y los baños del Carmen, han sido siempre mi fuente de inspiración, mi hospital para recomponer mis sentimientos, mi mundo de sueños. Es un lugar mágico”.
Pues más no se puede decir en menos espacio. ¿Como se convierte un hijo de comerciante en artista? “Es cuestión de vocación, desde pequeño me encantaba pintar, aunque también llevo en los genes el alma de comerciante que viví con mi padre –su padre es Andrés Mérida, el fundador de los famosos Almacenes Mérida–, por eso siempre arriesgo y me autogestiono. Es mi forma de ver la vida. Soy una persona muy independiente. Pero la vocación está por encima de todo, hace que hagas las cosas con el alma y eso, sin duda, te allana el camino para triunfar”.
Pero el artista ¿nace o se hace? “[Silencio] Pues nace, pero también se hace con el trabajo. Yo dibujaba desde muy pequeño, lo vivía en mi propia casa. Mi padre tiene una colección de obras de pintores malagueños. Ya con once o doce años hacía mis dibujos surrealistas”. ¿Su obra es un reflejo de usted mismo? “Claro. El estado mental se transmite en cada obra. Soy muy irónico y tengo mucho sentido del humor y eso lo puedes ver en mi obra.”
¿Aunque no sea demasiado, digamos, académico? “[Risas] Realmente me inspiro en todo lo que me rodea y esas sensaciones, esas vivencias, las traslado al lienzo. No necesito contar ninguna historia. El arte es comunicación y las historias las cuento a través de mi obra”. No debe ser fácil eso de salirse de los cánones. “He tenido que renunciar a mucho para poder ser yo mismo. Desde el mismo día en que le dije a mi padre que quería estudiar Bellas Artes. Ese día comencé a romper moldes”.
Muy personal
Hijo de padres gaditanos, Andrés y Rosa son la referencia en la vida de Andrés. “Mis padres han sido los grandes artífices de mi forma de ser y del enfoque de mi vida. Y quiero aprovechar para decirles algo que les he dicho a lo largo de toda mi vida y que no es otra cosa que les estoy muy agradecido ya que soy lo que soy gracias a ellos. Han dado toda su vida por mí y mis hermanos. Hemos tenido una infancia muy feliz y eso te predispone a ser mejor. Es el mayor acto de amor que existe. Os quiero mucho”. Sinceras y emotivas palabras de un hombre generoso desde pequeño, donde ya en el colegio Cerrado de Calderón repartía entre sus compañeros los dibujos que realizaba en clase. Estudió Bellas Artes en Sevilla y alternando con su trabajo en el comercio de la familia, pintaba por las noches en casa. “He pasado hambre de pintar, me faltaba tiempo”. Considera a Málaga, una de sus grandes fuentes de inspiración, como una ciudad ideal para pintar. Un bohemio con matices. “La bohemia existe, y para mí es hacer lo que te guste a pesar de todo. A pesar de la soledad, del hambre y de abandonar la zona de confort que tenemos cada uno. Es un estado espiritual. En un momento de crisis surge la bohemia y entonces, sale de dentro la parte más creativa”. Un arte que le fluía y que hoy en día, casi cuarenta años después, aún continúa surgiendo por cada poro de su piel. Arrebatadoramente desafiante.
Le definen como pintor surrealista e impresionista, y yo añadiría que algo anárquico. ¿Está de acuerdo con tanta etiqueta? “No soy de que me etiqueten, pero sí, mis influencias surrealistas e impresionistas están ahí, pero siempre estoy investigando y mi evolución es constante, por eso mismo soy bastante anárquico: defiendo la creatividad por encima de todo. Nunca he trabajado con un boceto, me gusta ir descubriendo lo que pinto. Si escaneas cualquiera de mis obras nunca vas a encontrar trazos debajo. Y sin embargo me considero una persona organizada y por supuesto nada ostentosa ni ambiciosa, claro que tengo mis sueños, que no me falten nunca, pero siempre con los pies en el suelo”. Todo ello sin tener que dar cuenta a nadie. “Claro, ser independiente cuesta muchos esfuerzos, es muy duro, pero te hace más fuerte. Hacerte autónomo es como un parto y en medio surgen muchas dudas hasta que logras arrancar”.
El arte actual ¿está un tanto desvirtuado? “Mira, el arte actual es un reflejo de la sociedad y considero que hay muchas incoherencias en el arte. El arte no es solo un concepto, hay que hacerlo; no solo hay que mostrarlo, sino también demostrarlo”. ¿Y lo ha demostrado? “Sí. He tenido la ocasión de vivir la experiencia de pintar en directo durante una de las representaciones de la obra Sombras de Sara Baras. Fue una sensación única, con el público ahí delante, viviéndolo contigo”. Se refería Andrés a su colaboración en parte de la escenografía de las últimas representaciones del espectáculo de Sara Baras. Y esa faceta suya con los garabatos realmente es algo original y creativo. “Hace cinco años comencé a garabatear, una clara influencia de la obra de Giacometti. Me encantó su trabajo y a partir de ahí desarrollé ese proceso creativo.”
¿Siempre tiene necesidad de pintar? [Risas] Sí. El pintor pinta, es su vida, y yo siento necesidad continua de llenar espacios. He llegado a pintar una pared, en casa de unos amigos, donde no habían pinturas, con salsa de albóndigas, azafrán y otras especies [risas]”. Le creo, he visto que pinta con muchos tipos de elementos y casi en cualquier superficie. “ Sí, con cenizas de tabaco, por ejemplo. Mucho de lo no convencional me encanta”.
¿Qué no soporta? “Por encima de todo la mentira y la falsedad, por eso no estoy de acuerdo con muchas cosas del arte actual.” ¿Como por ejemplo? “Hoy se vive mucho más del cuento que del arte de verdad. Se ha dejado a un lado la destreza. Su busca teorizar un espacio o un concepto cuando por ejemplo pones en un rincón un cubo y una fregona y resulta que es la expresión de no se qué”. Es que todo cambia y va muy rápido hoy en día. “ El mundo está acostumbrado a tenerlo todo en seguida, eso es cierto y la evolución en el arte lleva su tiempo, esto no se hace de hoy para mañana. No se pueden crear obras sin reflexión, sin cambios, sin dudas. Esto no es una fábrica y el arte contemporáneo puede caer en el error de convertirse en una fábrica”. Durante la comida continuamos.
La comida
Como decía el principio, nos recibió Javier Hernández con los brazos abiertos y el afecto del perfecto anfitrión, y tras los saludos de rigor comenzó de inmediato con lo suyo, que no es otra cosa que deleitar el paladar al prójimo.
Tras el descorche de una botella de un extraordinario moscatel seco Capuchina Vieja selección de bodegas Lara, nos sirvió una ensaladilla rusa original de la casa que estaba riquísima para sorprendernos a continuación con un salpicón de marisco con base de aguacate y mayonesa de mostaza, plato recientemente ganador de un concurso gastronómico. En medio de tan exquisitos platos continuamos con nuestra conversación.
¿Es cierto que los artistas tienen muy desarrollado el ego? “Un artista no de ja de estar enamorado de sí mismo, con una cierta dosis de narcisismo. Es fundamental para crear que se guste y tenga su ego, pero también debe tener un gran espíritu crítico. Esa dualidad es muy importante”. ¿Qué es eso del arte escondido? “[Risas] Todo comenzó un día que encontré en la playa de los baños del Carmen una piedra que tenía escrito: A mí no se me ocurre nada, a ti tampoco. Me llamó poderosamente la atención y se me ocurrió hacer algo parecido y dibuje en una piedra. Le hice una foto y se la envié a mi hermana Rosa. Ella fue a buscarla y finalmente la encontró.” ¿Y todavía sigue escondiendo piedras? “Claro, ya es algo que se ha hecho muy famoso y viene gente de muchos sitios a buscar la piedra. También lo hago en mis viajes a lo largo del mundo. Lo comunico a través de mi perfil de facebook y siempre doy pistas”. Pues ya lo saben, atentos si queremos tener una obra en piedra firmada por el maestro Mérida.
La llegada de unas probetas de arroz negro con mayonesa de aove y unas vieiras con txangurro hicieron detener nuestra charla. Ambos platos estrella de la cocina de Javier Hernández. Originales en sabores y textura, unos platos exclusivos para degustar y celebrar. Y para el plato estrella que vino a continuación descorchamos una botella de Habla, tinto extremeño de categoría: arroz en paella con chistorra, presa ibérica y alcachofas. Sencillamente extraordinario.
Mientras degustábamos el sabroso plato continuamos con nuestra entrevista. ¿Con qué pintor te gustaría compartir una charla? “Me gustaría estar con muchos, la charla se convertiría, en una gran mesa redonda. Dalí, Van Gogh, Picasso, Velazquez, me resulta imposible escoger uno, El Bosco. Antonio López y Miquel Barceló entre los contemporáneos. Cada uno aporta algo.” ¿Cuales son su proyectos más inmediatos? “ En noviembre expongo en la galería Benedito. Además trabajo en un proyecto con la Fundación Málaga. Después tengo proyectado viajar a Alemania y Londres, donde, según vaya la economía, me quedaré por una temporada”.
Unos postres compuestos de tarta de lima con nata montada y tarta de queso con mermelada de naranja agria cerraron tan especial recorrido gastronómico. Tuvimos la oportunidad de charlar unos minutos con Javier Hernández y poder expresarle nuestro agradecimiento y sobre todo felicitación por los platos presentados. Desde luego aquellas personas que deseen disfrutar de una cocina innovadora y con productos de primera calidad como materia prima no pueden dejar de acudir al restaurante del Candado Golf. Para finalizar le pregunté a Andrés Mérida si algún día dejaría de buscar. “Siempre he querido cambiar el mundo quizás por eso nunca he terminado de cambiar yo mismo”. Sorprendente respuesta de un no menos sorprendente artista que se pone el mundo por montera, la misma que coloca a muchos de esos toreros que retrata desde el alma.
Comenzando por una línea que , trazando curvas infinitas, garabateando en el papel, lo que uno presume que hace antes en su imaginación, y que finaliza en la expresión que solo su mente quería encontrar después de años y años de búsqueda. Servidor, emulando al maestro y tal como me comprometí al principio de esta crónica, ha intentado dibujar un cuadro con las palabras. Seguramente no me ha salido nada. Seguiré buscando. Hasta siempre maestro.
Los vinos
Blanco: Capuchina Vieja
Magnífico vino de la D.O. Sierras de Málaga elaborado con uvas moscatel. Un vino seco y fresco aunque sorprendentemente ácido y frutoso. Maridó a la perfección con los distintos platos presentados.
Tinto: Habla
Vino de procedencia de Tierras de Extremadura. Limpio y brillante con aromas a frutas maduras del bosque. Magnífico recorrido en boca. Muy recomendable.
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