50 Aniversario de Cáritas: Con la férrea voluntad de darse a los demás
Acción Social
Pepita Ramírez, Zacarías Loukili y María del Carmen Toro son tres generaciones de voluntarios de Cáritas
Málaga/María Josefa Ramírez es Pepita para todos. Tiene 88 años “y medio”, como subraya, y desde hace más de cuarenta es voluntaria de Cáritas. Su espíritu solidario nació con la Cáritas Parroquial de San Felipe Neri, se fraguó en distintas sedes y se contagió entre cientos de personas llegadas después. “El cura necesitaba ayuda y como mis hijos ya tenían 9 ó 10 años me presenté”, explica. Su labor principal ha sido administrativa. “Llevaba los expedientes de cada usuario”, comenta. Pero en tanto tiempo ha hecho de todo, desde comprar un carro de comida para una familia necesitada hasta paralizar un desahucio.
“Los compañeros hemos sido una familia, son como mis niños y mis niñas, los he visto crecer”, relata Pepita. Cuando ella entra –dejó el voluntariado hace unos tres años por cuestiones de salud– la actividad se paraliza para rendirle la atención que merece. A pesar de que sus comienzos no fueron fáciles, asegura que con la crisis “hemos visto mucha más gente y muchas necesidades, pero Cáritas se ha volcado con todos, algunas veces no se ha podido ayudar pero hemos estado dando la cara siempre”, agrega.
Ha pesar de estar “sobrepasados” por las circunstancias, “se ha trabajado con mucho cariño”, considera Pepita que nunca se ha cogido unas vacaciones de su trabajo en Cáritas. “He estado al pie del cañón, he venido a diario, pero eso sí, a mi familia nunca le ha faltado nada, siempre la he atendido”, explica.
María del Carmen Toro tiene 71 años y lleva 23 en Cáritas, aunque en dos épocas diferentes. Desde 2006 esta maestra trabaja de forma continuada en la entidad. “Quería devolver todo lo que había recibido, dar mi tiempo, y me entusiasmó la manera de trabajar de Cáritas que pone en el centro a la persona”, apunta.
“La dignidad de la persona, el respeto, el acompañamiento en sus procesos, hacer el camino con ellos, dar más protagonismo en ese recorrido que en la meta, confiar en su potencial” son las claves para esta voluntaria. “No se trata de un asistencialismo por lástima sino por misericordia y empatía”, añade y asegura que cuando se da se “recibe mucho”. “He recibido grandes ejemplos de compañeros en confiar en los demás, en no dar ningún caso por perdido”, sostiene María del Carmen.
Zacarías Loukili, de 24 años, representa la savia nueva en Cáritas. Este graduado en Derecho, que oposita para funcionario de Justicia, empezó en la entidad en 2014. “Tras mi confirmación necesitaba concretar mi compromiso cristiano en algo tangible, desde mi Cáritas parroquial me llamaron para incorporarme al grupo y acepté encantado”, dice este joven que ya había estado tres veces en el Campo de Trabajo Lázaro en el que visitan los centros de la iglesia y tienen sus primeras experiencias en la atención a la pobreza.
“Sentirme útil, poner los dones que da Dios al servicio de los más necesitados, la acción preferencial por los pobres, es la raíz del Evangelio y es lo que me hizo venir a Cáritas”, dice Zacarías que realiza su labor en el área de sensibilización de una parroquia de Ciudad Jardín. “Es verdad que ahora tenemos menos volumen pero a la gente que se atiende necesita más”, dice y habla de vivienda, de pobreza energética, de desempleo. “Si uno quiere siempre hay tiempo para darse a los demás y cuando lo haces el que crece enormemente es uno mismo”, considera Zacarías y afirma que el voluntariado “engacha”. Eso sí, considera que el reto está en llegar a la juventud.
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