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Antonio Ríos, poeta: " Vivimos conectados a mundo virtual, pero desconectados del mundo real"

Antonio Ríos, poeta

Con cada palabra que teje, Antonio Ríos crea un universo donde la poesía se erige como un acto de defensa personal. Y en medio de esta conjunción entre el arte y la ciencia, el poeta y economista, a través de su nueva obra La ingravidez que somos, invita al lector recorrer un viaje dividido en cinco etapas. Cada una de ellas la protagonizaran circunstancias como la esperanza, la oscuridad o el amor; factores que "a todos nos afectan en algún momento de nuestra vida", y que nos convierten en "seres flotantes que sucumben a los vientos de la vida".

Como parte del ciclo Volver a las librerías de El Tercer Piso de Librería Proteo, el joven malagueño galardonado con el Premio Internacional de Poesía Covibar-Ciudad de Rivasa, ha presentado este miércoles 17 su segundo poemario, acompañado por el poeta Antonio Díaz Mola y el periodista Héctor Márquez.

Portada del libro / Ediciones Vitruvio

-En uno de los versos del libro ha descrito la poesía como un "acto de defensa personal". ¿A qué se refiere? ¿Utiliza la poesía como escudo?

-Me parece que la poesía como género literario es un acto revolucionario, un acto de defensa frente a la realidad que nos rodea tanto para los que la leemos como para los que la escribimos. Para mí es como un trinchera en la que resguardarse de los fantasma interiores.

-Usted es economista, ¿qué motivó su interés por la poesía?

-Siempre he tenido una tendencia a la cultura, en general. Me siento atraído por la música, la literatura; es algo que ha estado presente en mi ADN como consumidor y a partir de mi primer libro, también como creador. Para mí la cultura es algo muy importante y necesario, algo de lo que no es consciente la mayoría de las personas.

-¿Considera que la poesía es algo innato que surge desde dentro, o cree que es necesario recibir algún tipo de formación específica para escribirla?

-La mejor forma de aprender a escribir es leyendo. Como lector opino que al leer se aprende muchísimo, y hoy en día cuando leo poesía, además de disfrutarla, intento hacerlo de manera pedagógica, buscar inspiración en ello, nuevas formas de escribir. Pero formarse para escribir poesía lo veo algo extraño. No sé hasta qué punto, pero tiene es parte de improvisación, casi virginal. Florece de forma espontánea, por eso no sé si existiría un método de estudio que pueda enseñar eso.

-¿Hay algún proceso creativo en particular que siga a la hora de escribir tus poemas?

-Si claro, y de hecho la primera parte es algo paranormal, casi esotérico. Normalmente se me aparece un verso de la nada. Es algo que no logro controlar ni entiendo como pasa, pero pasa. Me tomo bastante en serio no ir detrás del poema. Los griegos decían que los dioses te regalaban el primer verso, el resto está en tus manos.

Una vez tienes el primer verso, entra en juego la labor de artesano, que es la parte en la que desarrollo la idea y el poema en si. Cuando lo he terminado, lo dejo tal cual, en bruto. Intento olvidarme de él y después de un tiempo lo rescato y ya lo empiezo a pulir.

-¿Cómo se percibe la vida a través de la mirada de un poeta?

Para escribir poesía también hay que vivir poéticamente. Es decir, estar abierto a que todo lo que nos rodea nos diga algo. El poeta debe de ser una persona muy sensible y observadora, que se deje seducir por la realidad que le rodea. Eso creo que es realmente la materia prima, el ser una persona que quiera seguir asombrándose por todo, de esa manera inocente que tienen los niños y que la mayoría de los adultos han perdido.

-¿Cuál es la diferencia en cuanto al estilo y la temática entre su primer libro y este último?

-Mi primera obra es una colección de 30 poemas. Lo imaginé como un viaje en tren, en el que al mirar por la ventanilla el paisaje va cambiando y se ven diferentes estaciones. Hay una independencia entre los poemas, y el estilo se basa en una poesía más clásica, buscando la rima y la métrica. El segundo, sin embargo, quería que tuviera un hilo narrativo, que todos los poemas estuvieran hermanados. En cuanto al estilo en este caso me desprendí de formas y rimas estrictas, dejando que el verso fluya más libremente. Como autor me costó entender que para que haya belleza en un poema no tiene que rimar.

-En un mundo saturado de estímulos tecnológicos que parecen relegar cada vez más el espacio para la poesía, ¿cuál es su esperanza en relación a la literatura?

-Por un lado me entristece muchísimo la perdida de lo analógico. La mayoría de persona ver árboles en un reels de Instagram en vez de verlos en persona. Vivimos conectados a mundo virtual pero desconectados del mundo real. Al final nos va a pasar factura a las siguientes generaciones. La poesía es una forma de reconectar con nuestra realidad. Yo lo comparo con la orquesta del Titanic, que se negaba a dejar de tocar música, a pesar de que el barco se hundía. Pase lo que pase, yo seguiré tocando el violín que me corresponde. La poesía es el genero que ha muerto más veces, pero nunca del todo, y esta no será esa ocasión.

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