Una mano tendida a los desamparados

Asociación Amfremar de El Palo | Asistencia a los más necesitados

Un comedor social, un economato, apoyo escolar para niños y asistencia jurídica ofrece la asociación Amfremar en El Palo a los más necesitados

Se ofrecen casi un centenar de almuerzos a diario, cinco servicios de ducha y 240 familias pueden comprar al mes en el economato

Fernando Gutiérrez, fundador de Amfremar, en el comedor social. / Javier Albiñana

Málaga/El espíritu de servicio a los demás siempre estuvo muy presente en la vida de Fernando Gutiérrez. Este profesor de Matemáticas del colegio Sagrada Familia-Icet de El Palo dedicó cinco años a ser voluntario de prisiones y sus vecinos de la barriada con menos fortuna encontraron en él una mano amiga.

En el módulo 9 de la cárcel de Alhaurín de la Torre realizaba actividades de prevención y talleres, escuchaba sus problemas y, ya fuera, servía de enlace con sus familias. Fue en aquella conexión con el mundo de la cárcel cuando se dio cuenta de las necesidades de su entorno más cercano y en el año 2000 se implicó de lleno creando la entidad Amfremar (Asociación de Amigos Malagueños de Familias de Rehabilitados y Marginados). Un comedor social, un economato y el apoyo escolar a menores conforma la base de su asistencia.

Fernando Gutiérrez junto a voluntarios en el comedor social de Amfremar. / Javier Albiñana

“Empezamos con cuatro áreas, la jurídica para asistir legalmente a las mujeres de presos, una bolsa de trabajo para mujeres y población ex reclusa, un aula de apoyo para los niños y la parte de prevención, que lo hacemos con charlas en los colegios y testimonios de presos”, explica Gutiérrez y destaca que en los comienzos atendíamos una media de 30 a 40 familias al mes.

Incluso antes de los primeros síntomas de la crisis, se hizo esencial la atención a mayores y en 2007 se inició el comedor social. “Éste es un distrito muy heterogéneo, desde clase media-alta hasta gente muy humilde de viviendas protegidas de zonas como Las Cuevas y La Pelusa”, indica Gutiérrez y señala que también cuentan con un servicio de entrega a domicilio para los más dependientes.

Isabel y un colaborador preparan el almuerzo. / Javier Albiñana

Pero ese comedor en el que cada día cocinan Isabel y los voluntarios es ahora un espacio para calmar el hambre, la sed y el frío de los más excluidos, algunos de ellos con problemas de drogadicción. Dan de 80 a 100 servicios diarios y unas 32 familias se llevan comida a casa y la cena para que a los niños no les falte un bocado.

“También damos todos los días cinco servicios de ducha por la mañana y un ropero para que puedan cambiarse, lo utilizan principalmente vecinos del distrito este y personas sin hogar que vienen aquí”, comenta el presidente de Amfremar. También cuando es el tiempo de la fresa, de la aceituna, los temporeros se pasan para comer, ducharse “y se les da su bolsa para el camino”, agrega Gutiérrez. Aunque para poder tener un puesto en el comedor, un rato antes hay que apuntarse “para saber las comidas o las cenas que tenemos que preparar”.

Bolsas preparadas para la cena de los usuarios. / Javier Albiñana

Hasta Amfremar llega gente de paso, pero la mayoría son asiduos, personas que duermen en la calle, que tienen una situación muy precaria y ciertos problemas con la justicia, por lo que la entidad también establece relación con la Policía. “Algunos están empadronados aquí, reciben notificaciones del juzgado”, señala el fundador de la asociación y apunta que tienen convenios con diversas entidades, entre ellas el Colegio de Abogados, el de Graduados Sociales, el Centro de Orientación Familiar y el Ministerio de Trabajo. En este centro se hacen trabajos en beneficio de la comunidad.

Un carro de la compra lleno por 20 euros

Además del comedor, en 2017 abrieron el economato del que se benefician 240 familias al mes. Abren dos días a la semana, martes y jueves, de 17:00 a 20:00 y citan a 30 familias cada día. Los usuarios pagan un 25% del precio de coste del producto y tienen asignado un precio de compra, desde los 12 euros mensuales si es de un solo miembro hasta los 20 euros si la unidad es de cuatro personas o más. Alimentación, limpieza e higiene, lo básico de una casa, es lo que pueden encontrar a céntimos de euro en la mayoría de los casos. No hay productos frescos para evitar su deterioro, pero sí congelados, lácteos, conservas y no perecederos.

Sonia Luque y un voluntario abastecen el economato. / Javier Albiñana

“Funcionamos con las subvenciones que da el Ayuntamiento y hasta el momento solo hemos podido abrir por meses, estamos luchando para que este 2019 tengamos la posibilidad de dar el servicio todo el año”, relata Gutiérrez. El comedor, por su parte, se financia con la ayuda del Ayuntamiento, la Junta de Andalucía y socios y colaboradores que llegan al centenar. “Otro reto es duplicar esa cifra, porque siempre estamos un poco ahogados, conseguimos unos 47.000 euros al año pero esto nos cuesta bastante más, entre suministros, sueldos y alquileres, aunque al final vamos tirando”, agrega el alma de Amfremar.

También hay entidades que participan en su proyecto solidario como Financiera y Minera HeidelbergCement, que en 2018 han donado a la asociación 7.000 euros. “Y tenemos su compromiso verbal que van a ayudarnos también en 2019”, indica el presidente. Maskon, Deka S.L., Dilsa y Avícola El Pinar surten el economato. Bancosol les trae productos para el comedor y Mayoral ha vestido el pasado 2018 a 35 menores. El grupo Malakando y El Pimpi, uno de los padrinos del proyecto, además de muchos voluntarios sostienen en pie este sueño solidario que ofrece todas las tardes, de 16:00 a 19:30 apoyo escolar, merienda y actividades variadas, desde reciclaje a medio ambiente, informática y talleres bilingües.

Fernando Gutiérrez comprueba los productos congelados. / Javier Albiñana

Un total de 28 niños acuden todas las tardes y son atendidos por una monitora profesional. “Tenemos docentes tanto en activo como jubilados y alumnos de la Universidad de Málaga que atienden a los niños gracias, igualmente, a un convenio con Incide”, comenta Fernando e indica que en Amfremar trabajan cuatro personas contratadas y entre 40 y 50 voluntarios.

Sonia Luque es la secretaria de la entidad desde hace dos años y medio y considera que en El Palo en vez de mejorar la situación económica empeora. “Cuando entré venía mucha menos gente al comedor”, dice y comenta que reciben unas 350 solicitudes para el economato. “Ahí es donde vemos lo pésima economía que tienen las familias, la realidad tan precaria que padecen”, apunta Sonia aunque destaca que “hay muchísima economía sumergida”.

Malabares con 47.000 euros

Distintos acuerdos con entidades, subvenciones públicas y un centenar de socios aportan unos 47.000 euros al año. Aunque las necesidades son mayores. Al día ofrecen entre 80 y 100 almuerzos y 32 familias se llevan comida a casa. Para poder comprar en el economato reciben unas 350 solicitudes, atienden a 240 familias, 30 en cada martes y jueves de la semana. Un total de 28 niños son usuarios del apoyo escolar.

“La situación laboral y de formación es bastante pobre y básica”, dice la secretaria. Igualmente destaca que el 80% de la gente que se acerca a Amfremar es “porque nos conocen, van al economato, al centro infantil, funciona el boca a boca, así que el que viene nuevo es porque conoce a alguien”. Para ella trabajar cara a cara con la población más necesitada es duro. “Hay casos que te tocan mucho el corazón, los que vienen a pedir alimentos es porque realmente lo están pasando muy mal, de no ser así no lo harían porque tienen que hacer frente a la vergüenza”, estima.

"Hay casos que te tocan mucho el corazón, los que vienen a pedir alimentos es porque realmente lo están pasando muy mal"

A Isabel le enorgullece que cada día sus comensales se vayan satisfechos de sus platos. “Me da mucha alegría y satisfacción ver que estoy haciendo algo bueno en la cocina y en lo personal”, dice después de elaborar una cena de Nochebuena para 35 personas sin familia y ayudar a preparar 80 lotes de Navidad que se dieron el pasado 21 de diciembre. “Aquí todos los que vienen dentro de algunos de nuestros proyectos y objetivos son atendidos”, afirma el presidente de Amfremar, siempre atento a las necesidades más acuciantes de su entorno.

De ahí que, incluso sin subvención, hayan emprendido un programa contra la violencia de género. Entre 35 y 40 beneficiarias reciben un lote de comida los lunes y, a cambio, tienen que acudir a charlas sobre autoestima, recuperación de valores, lucha contra las actitudes violentas y relación con sus hijos. Cuando las necesidades son múltiples las respuestas de asociaciones como Amfremar se convierten en fundamentales.

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