Los Asperones y el olvido
Creada en 1987, la barriada, vive instalada en una permanente promesa
Un informe sobre la pobreza de la ONU pone de nuevo el foco sobre sus casi 300 familias
Málaga/Los Asperones y el olvido. Casi 300 familias que habitan chabolas y construcciones que fueron pensadas para cinco años pero que acumulan ya, en muchos casos, 33. Niños que conviven hacinados en espacios reducidos, sin garantía de poder comer tres veces al día. Aislados en una tierra de nadie, dejados de la mano de las administraciones que forzaron su creación. Este es el sino de una barriada marginal y marginada, que busca con esperanza denodada una salida. Tras cada fracaso, y son muchos los acumulados, toca reinventar las ilusiones para seguir adelante.
El drama de los Asperones, tantas veces denunciado por colectivos sociales y hasta por el Defensor del Pueblo andaluz, que desde 2005 lo identifica como "uno de los grandes núcleos chabolistas de España", como tantas veces desatendido por los poderes públicos, regresa a la memoria colectiva. Como escondido en los meses de la pandemia, del confinamiento, vuelve al foco de la actualidad tras saberse que es objeto de atención de Naciones Unidas.
El informe elaborado por el relator especial del ente internacional sobre la pobreza en España menciona los Asperones como ejemplo de dejación. "Una comunidad romaní que vive desde hace 30 años en el barrio de chabolas de los Asperones (Málaga) en circunstancias calamitosas, sin un alojamiento adecuado y sin acceso a los servicios públicos", dice el relator Philip Alston en su trabajo, en el que llama la atención sobre la ausencia de planes por parte de la Junta de Andalucía. Este periódico se puso en contacto con el Gobierno regional para conocer las previsiones que maneja para actuar sobre la zona, sin que haya recibido respuesta hasta el momento.
La plasmación del problema de los Asperones en el documento de Naciones Unidas tuvo lugar tras el contacto que un equipo de investigación de la Universidad de Málaga, coordinador por el profesor Cristóbal Ruiz Román, mantuvo con Alston durante semanas. La base de la documentación facilitada al relator fue la investigación que estos profesionales realizaron años atrás sobre la barriada.
"Tuvimos conocimiento de que la ONU iba a hacer un informe sobre la pobreza en España y nos pusimos en contacto con el relator, al que mandamos el informe; nuestra sorpresa fue que pocos días después nos pidió más información", explica Cristóbal, quien confía en que la referencia que la ONU hace al núcleo chabolista sirva para recuperar la conciencia de abandono que se tiene sobre este espacio.
"Desconozco el significado que puede tener en cuanto a implicaciones de los estados miembros de la ONU, pero esperamos que sirva para algo", confiesa, recordando que en el caso de Reino Unido, donde se ha elaborado un documento semejante, sí ha existido contestación de su gobierno. "Hemos llegado hasta donde podemos, que es poner la situación en conocimiento de las administraciones; a partir de ahí se necesita una reacción política", insiste.
Cristóbal Ruiz, profesor de la Universidad de Málaga
"Lo más doloroso son los niños, porque heredan cuando nacen un futuro y unas condiciones muy inhumanas; los adultos de hoy son los que nacieron hace 33 años en el barrio"
Para Cristóbal, la principal dificultad es que "se genera un círculo de la pobreza increíble y doloroso". "Lo más doloroso son los niños, porque heredan cuando nacen un futuro y unas condiciones muy inhumanas; si lo pensamos, los adultos de hoy son los que nacieron hace 33 años en el barrio”, destaca.
Una de las particularidades detectadas en el informe de la ONU es que el desempleo en los Asperones se eleva por encima del 74%, muy lejos de los niveles de otras zonas de la ciudad. Un valor que, en el actual periodo del coronavirus, previsiblemente, habrá aumentado.
"Hay una frase que tengo grabada de una entrevista con uno de los chicos; nos decía que había muros invencibles y muros invisibles. Los primeros tienen que ver con los 33 años de existencia del barrio, que hacen que salir de allí se vea como muy difícil; los muros invisibles solo se ven desde dentro, son los del estigma y de los prejuicios, los de la sospecha", explica.
La penuria, como demuestra otro trabajo de estos mismos profesores de la UMA, se ha incrementado durante el estado de alarma decretado para frenar la expansión del COVID-19 y el confinamiento obligado. Las entrevistas recabadas durante el mes de junio entre residentes del número y profesionales dan muestra de ello.
"Yo he pasado hambre. ¡Pero bastante! Y ya no soy yo, sino mis crías. Y eso lo he vivido fatal. He estado como nunca. Cogiendo el pan del bidón (contenedor de basura) y congelándolo", relataba una de las vecinas del barrio. Otra abundaba en la misma línea: "Yo me busco la vida chatarreando. Y estos días no he podido buscar chatarra, por que no se podía salir y estaba todo cerrado. Y he tirado para adelante gracias al colegio y al director que nos ha traído comida hasta aquí".
Cristóbal pone el acento en la necesidad de "dar herramientas" a esta población. "Otro de los chicos con los que hablamos nos decía que si cuando tienes un muro delante tratas de derribarlo con el puño, te harás daño, pero si lo haces con un martillo, lo podrás derribar; hacen falta planes de apoyo formativos, de inserción laboral. Hace falta voluntad, no solo dinero", apostilla.
La competencia final a la hora de dar una solución definitiva a este espacio, que todo apunta pasa por su desmantelamiento, reside en la Junta de Andalucía. La Administración regional impulsó en estas tres décadas de historia de los Asperones algunos planes para dar salida a las familias. Todos resultaron insuficientes.
Desde el Ayuntamiento, el concejal de Servicios Sociales y Vivienda, Francisco Pomares, recuerda que en 2007 se firmó con el Gobierno regional un protocolo para desarrollar un plan integral de intervención. Al Ayuntamiento le correspondía la parte de intervención social; a la Junta, el plan para realojar a las familias, de manera que se activase el desmantelamiento progresivo.
Según los datos facilitados por el edil, entre 2010 y 2012 hubo 60 traslados. De ellos, 22 eran de familias que ocupaban chabolas y fueron reubicadas en viviendas industrializadas de los Asperones; las otras 38 familias fueron trasladadas a viviendas libres o del parque público en distintos barrios de la capital, incluso a localidades vecinas. "Esos primeros traslados sirvieron para eliminar las chabolas existentes, que fueron derribadas casi en su totalidad, aunque las viviendas desocupadas fueron habitadas por nuevas familias", señala.
Francisco Pomares, concejal de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Málaga
"Llevamos 30 años de una promesa incumplida por parte de la Administración autonómica; los intentos llevados a cabo entre 2007 y 2012 fueron un fracaso por la falta de financiación y compromiso político y un duro golpe a la propias familias"
Ese plan acabó siendo paralizado, "argumentando falta de viviendas y fondos económicos para su actuación". Pomares señala que en las reuniones celebradas en 2015, 2016, 217 y 2019 se expuso la posibilidad de que la Junta usase fondos europeos para actuar. La última de las reuniones fue el pasado mes de octubre, ya con los nuevos responsables autonómicos, en la que se abordó nuevamente "la erradicación de Asperones".
"Llevamos 30 años de una promesa incumplida por parte de la Administración autonómica; los intentos llevados a cabo entre 2007 y 2012 fueron un fracaso por la falta de financiación y compromiso político y un duro golpe a la propias familias", denuncia. Preguntado si a día de hoy el Ayuntamiento mantiene su exigencia con la Junta, Pomares asegura que se le ha trasladado la misma reivindicación.
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