Tribuna Económica
Carmen Pérez
Un bitcoin institucionalizado
Málaga/La gitana de Invader es realmente una funambulista que camina, con abanico en mano y zapatos de tacón, sobre los cables que arañan la fachada norte del Palacio Episcopal. Cofres de instalaciones y empresas de suministros, una papelera y un retinte negruzco de suciedad completan el cuatro en el que, quizás, lo más bello sea ella. Pero, con independencia de la calidad artística de la pieza del francés, lo cierto es que, como el pulpo del Palacio de Salinas, está colocada en un Bien de Interés Cultural. Esto supone que el edificio goza de la protección más alta, por lo que todas las acciones que se hagan han de contar con la autorización de la Junta de Andalucía y el permiso del propietario. Y el invasor no tuvo en cuenta nada de esto para realizar su intervención. El revuelo levantado por el tema hace plantearse en qué estado se encuentran los BIC de la provincia y si siempre se actúa con la responsabilidad debida.
Guillermo López Reche, jefe de servicio de Bienes Culturales en la Delegación Provincial de la Junta, explica que en la provincia existen 311 Bienes de Interés Cultural. "Los monumentos en general están en un estado aceptable, aunque todo sea mejorable", afirma y sostiene que iglesias y palacios suelen tener su estructura en buen estado y sin problemas de desprendimientos. "La arquitectura defensiva, los castillos, las torres vigías son los elementos más débiles en cuanto a su estado de conservación y las zonas arqueológicas, las que necesitan mayores cuidados", reconoce el experto de la Junta de Andalucía. Eso sí, "otra cosa es la contaminación visual, ahí sí que tenemos muchas carencias", estima López Reche. Instalaciones de suministros, cableado, mobiliario urbano, recogida de residuos, rótulos de locales comerciales causan un gran impacto visual que enturbian la imagen de edificios singulares.
"La ley prevé que la contaminación visual se regule a partir de las ordenanzas municipales", comenta el jefe de servicio de Bienes Culturales de la Delegación Provincial. "En Málaga el Pepri, Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Centro, está en revisión, cuando el nuevo entre en vigor deberá de incorporar estas ordenanzas", agrega el experto y señala que dentro de los conjuntos históricos existen muchas áreas deterioradas contra las que se debe actuar, ya que todo el casco histórico de Málaga -al igual que el de nueve municipios de la provincia- es un BIC.
La catedrática de Historia del Arte y vicepresidenta primera de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, Rosario Camacho, habla del buen estado de conservación generalizada de los monumentos de la ciudad de Málaga. "En general todos los edificios declarados BIC tienen un cuidado muy especial", considera. Pero también estima que el centro "está muy invadido por la terrazas". Además, dice, "esos amasijos de cables, los registros, las mismas señales de tráfico que muchas veces se colocan sin tener en cuenta que rompen la entidad visual de un monumento". Igualmente se queja de que "hay mucho vandalismo" y como ejemplo pone la fachada de la iglesia de San Juan, cuyas pinturas murales restauradas han sido "pintarrajeadas" una y otra vez.
Los carteles, las banderolas, en definitiva, la publicidad que se coloca en la fachada de edificios singulares o junto a ellos hay que "cuidarlo mucho" y de eso adolece un centro rendido al comercio y la hostelería. Para la catedrática Rosario Camacho otro ejemplo claro de falta de sensibilidad patrimonial es el caso del Palacio del Marqués de la Sonora. "Independientemente de su catalogación se trata de un edificio muy significativo dentro del casco histórico y creo que el Ayuntamiento debería de haber intervenido más para que no se hubiera derribado el interior, estando además en el entorno de la iglesia de Santiago", subraya Rosario Camacho. La especialista en patrimonio, restauradora y académica de San Telmo Estrella Arcos considera que esta caso "es sangrante". "El Palacio del Marqués de la Sonora se ha ido degradando porque no se ha tomado la determinación de hacer una conservación preventiva y eso nunca se puede olvidar".
Estrella Arcos habla igualmente de "edificios no demasiado bien pensados que se ocultan o se meten en el entorno de un edificio protegido y eso es bastante doloroso". Aunque sea consciente de que "no hay nada más vivo que una ciudad", que tiene que seguir creciendo y modificándose a sí misma, la restauradora afirma que lo que no se puede perder es su memoria. "Aún así, entiendo que los trabajos realizados en los últimos años, tanto a nivel de investigación como de protección, han sido extraordinarios, eso hay que reconocerlo", opina Arcos, que tras la cal lanza la arena. "Hay que ser muy exquisitos en cuanto a criterios de intervención".
Además del patrimonio arquitectónico, la académica pone el acento en el escultórico. "Estamos fallando, el mantenimiento no está siendo el mejor a pesar de que se ha intentado avanzar en los últimos años", estima. Esculturas como las de Seguiri en la plaza Uncibay se encuentran literalmente absorbidas por sillas, mesas y carteles de shawarmas. Y la del Marqués de Larios "tiene a su alrededor todos los agentes degradantes que se pueden imaginar, sin embargo, se empiezan a plantear posibles soluciones". Esas que se han logrado con la peatonalización del centro, que ha librado de contaminación y de los efectos nocivos de las vibraciones a los monumentos, "algo muy importante para la conservación", considera la restauradora. En cuanto a la contaminación visual, Arcos sostiene que "no hay nada más terrorífico que los luminosos, los cartelones que sobresalen en las fachadas, habría que hacer un esfuerzo de unificación que se agradecería a nivel estético".
El arquitecto Antonio Vargas sostiene que "cuando tienes un BIC no sólo no lo puedes tocar, también tienes que evitar que haya elementos distorsionadores de su percepción". Y añade que "no creo que haya una política de protección en ese sentido". Para Vargas, el segundo atentado a un monumento es cuando señales u otros elementos limitan su visión, "como ocurre con la fuente de Reding". "Tiene que haber una política para que esos edificios catalogados se perciban de la manera más limpia y clara posible", agrega el arquitecto.
"Hay palacios del siglo XIX en Carretería, en Álamos, que tras rehabilitarlos han llegado las tiendas de compro oro, con sus inmensos carteles, y se han quedado todos tan tranquilos, hay una contaminación visual y un absoluto desprecio al patrimonio", relata Antonio Vargas y afirma que "hay manga ancha" en muchos casos. Junto a esto, esos "planes recurrentes que se enuncian pero nunca se llevan a cabo y se sigue sin limpiar la imagen de la ciudad". Vargas igualmente destaca la "absoluta patente de corso que tienen las compañías suministradoras", además de que la colocación del mobiliario urbano "responde a veces a los criterios del operario".
Vargas señala que "todo está muy enfocado al comercio" y que no hay "una política clara de conservación y puesta en valor del patrimonio urbano". Otro de sus ejemplos, el CAC al que se le cambió su color original -rojo- por el blanco y se le "adosó" la terraza del restaurante. Algo que "no sólo ocurre en el CAC, sino en general en todo el centro histórico con esas jaimas que modifican las estructuras de los edificios".
La provincia atesora 90 castillos medievales. Pero la mayoría son desconocidos, permanecen bajo tierra o se encuentran en malas condiciones. El profesor de historia medieval de la Universidad de Málaga Sebastián Fernández lamentaba en este periódico el pasado mes de noviembre el estado de conservación de este legado. "Muchos han sido declarados BIC, lo que no ha impedido que queden sin protección", dijo. Un abandono que se vio acrecentado con la crisis. Para Fernández son ejemplos significativos el castillo de Turón en Ardales y el de Bentomiz en Arenas. Este último, con una superficie de 36.000 metros, es le más grande de la provincia. De él han sobrevivido al abandono restos de muro, cuatro aljibes y las almenas, las únicas originales que se conservan en la provincia.
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