Berni Rodríguez: ‘Capitán Málaga’, deportista de vocación
Pedagogo por afición y tradición, ahora emprendedor de proyectos sociales, nos habla ilusionado en el restaurante japonés Mirai
Málaga/Es más que probable que se pregunten por el titular de esta crónica, pero no se alarmen, no les voy a narrar una historia de villanos, al estilo de las del Capitán América, pero sí la crónica de un héroe local, de un deportista que desde niño tuvo alma de líder: Berni Rodríguez.
Un hombre que fue durante más de una década capitán del equipo Unicaja de baloncesto, que combatió en gloriosas batallas con la selección de nuestro país y que, hoy en día, fuera de las canchas, vuelve a capitanear proyectos sociales propios de un verdadero héroe: Capitán Málaga.
El restaurante Mirai
En un nuevo espacio de la plaza gourmet, en Plaza Mayor, nos encontramos con un restaurante con apenas un mes desde su apertura pero dirigido por restauradores de toda la vida. Les estoy hablando de restaurante Mirai, –futuro en japonés–, un espacio gastronómico, especializado en comida nipona de lo más actual, donde prima por encima de todo los productos de primerísima calidad y la atención personalizada.
Allí fuimos recibidos cordialmente por Manuel Marín y Gonzalo Arias, junto con Estefanía Deniz, esposa del primero. Unos empresarios cargados de ilusión en este nuevo proyecto. Para ello han conformado un equipo de jóvenes profesionales que cuenta como chef con Jandy Lopez, un cubano con una década de experiencia en comida japonesa y Rubén Soto como jefe de sala. Un total de cinco personas conforman la plantilla que atiende sala y terraza de este moderno establecimiento. Del recorrido gastronómico más adelante les detallo, no se lo pierdan.
El invitado: Berni Rodríguez
Como decía, hasta Plaza Mayor nos trasladamos para realizar esta crónica con un hombre joven –38 años– pero con una experiencia deportiva y en la vida que merece la pena conocer más a fondo. Un hombre con un palmarés en lo deportivo solo comparable con su valía como persona y sus cualidades humanas, este es Berni Rodríguez.
Has sido el eterno capitán de nuestro de baloncesto. ¿Es un privilegio o una gran responsabilidad? “Cuando me hicieron capitán tenía veinte años y mucho miedo, por responsabilidad, por querer hacer bien las cosas. Dani Romero, anterior capitán, me guió de alguna manera. Lo más importante para un capitán es ser ejemplo de todo y eso ha sido una máxima en toda mi carrera deportiva. Además, gracias a mi carácter extrovertido, creo que he sabido comunicar muy bien con mis compañeros, con el equipo, incluso con la afición. Siempre he hablado mucho [risas]. Me viene desde pequeño. En eso ha tenido mucho que ver mi padre, mi familia. He sentido desde pequeño un liderazgo natural”.
¿Cómo llevas ahora eso de ser un simple espectador? “[Risas] He pasado del Berni jugador al Berni que se sienta en la grada a ver su equipo de toda la vida, como un aficionado más. Todo se ha normalizado. Hay que saber gestionar el estatus de ídolo que la afición siente hacia ti. Yo soy uno más en el Martín Carpena”.
¿Y vives los partidos como cualquier aficionado? “Analizo el juego desde un punto de vista más técnico, es normal. Claro que alguna vez doy un salto cuando veo volar el balón y entrar un triple limpio. Pero no soy un forofo”.
¿Te sabes el himno? “Por supuesto ¿Te lo canto? [risas]. Lo disfruto mucho. Me da pena que haya llegado cuando yo ya no estaba en el equipo. Ha sido todo un acierto. Me pone el vello de punta cuando lo oigo. Mira, ahora mismo, de recordarlo”.
Muy personal
Criado en un entorno familiar relacionado con el baloncesto – toda la familia lo practicó a distintos niveles- jamás pensó que se dedicaría profesionalmente a ello. “ Mis padres nos pusieron a jugar al baloncesto a mis hermanas –Laura y Marta– y a mi. Mis padres –Bernardo e Isabel– se conocieron jugando al baloncesto. Mi padre tenía unas cualidades excepcionales. Sin ser muy alto daba unos saltos impresionantes. Machacaba con facilidad a pesar de su estatura. Yo solo quería jugar y divertirme, nunca pensé en llegar a ser profesional y vivir de esto”. Una vez iniciados sus estudios de fisioterapia – que aún no ha concluido – le llegó el salto a la vida profesional y cambió todo. Después de una vida vinculada al baloncesto en Málaga, salto a Murcia para acabar como director deportivo en Sevilla. Estando en aquella ciudad conoció a la que hoy es su mujer, Marisa, con la que lleva cuatro años casado. Pero Berni es por encima de todo un hombre sencillo y humilde, muy humilde, que se avergüenza por todo lo que tenga que ver con sus éxitos y su inevitable fama. Le pregunté por lo que siente cuando ve la camiseta con su nombre, con su número 5, colgada en lo más alto del Martín Carpena con las otras conmemorativas de las grandes gestas del club. “Al principio, al ir al Carpena me daba cierto pudor ver mi camiseta allí colgada. Nunca tendré años suficientes en mi vida para agradecerlo. Es algo tremendo. Y te voy a decir algo que para mí es muy importante: la mitad de esa camiseta de mi retirada es de mi padre [La emoción por este recuerdo mantiene unos segundos callado a Berni] En mi vida profesional, mi familia ha sido clave, mis padres, mis hermanas, la involucración de mi familia ha sido esencial. Quiero agradecérselos. Ellos lo saben, pero se los digo de nuevo. Muchas gracias por estar siempre ahí”. Por mi parte mi agradecimiento a Berni por el tiempo dedicado a este encuentro y por todas las tardes y noches de gloria que nos regaló a todos los aficionados, fuesen o no del Unicaja. Y sin una capa voladora, pero con cometidos llenos de solidaridad, partía el capitán Málaga a cumplir nuevas y apasionantes misiones en su vida. Muchas gracias y suerte.
Has ganado títulos muy importantes, tanto en Málaga como con la selección española ¿vivistes mucho tiempo en las nubes? “Nunca. Siempre he vivido la normalidad. Vamos a ver, no soy ningún neurocirujano o un gran investigador. Lo que hago es intentar meter una pelota en una canasta. Punto. He vivido educado en eso y nunca he ido más allá de sentirme bien con mi profesión. Claro que celebro ser campeón del Mundo, pero he vivido siempre en la tierra. Existe una gran relación entre la personalidad y la manera de jugar. Me considero por encima de todo un jugador de equipo”.
Sinceras y humildes palabras de nuestro capitán. Insistí en los títulos logrados a lo largo de su carrera. “Para mí ganar la liga ACB con Unicaja fue algo único. Muy pocos equipos lo han conseguido. Después de diez meses de lucha continúa. Fue algo genial. Y con la selección nacional todo es distinto. No cambiaría nada por la medalla olímpica en China. Participar en los Juegos Olímpicos ha sido la experiencia máxima en mi vida como deportista. Si pudiera volver el tiempo atrás me gustaría volver a aquellos momentos. He sido premio Príncipe de Asturias y no lo he vivido plenamente. Recuerdo que Carlos Jiménez, cuando íbamos para los Juegos Olímpicos me decía: ‘Abre los oídos y los ojos y vive todo lo que viene, a tope’. Qué razón tenía”.
¿No echas de menos la competición, esa vida? “Lo que más echo de menos es lo que se vive en el vestuario. Eso no lo olvidaré nunca. La camaradería, la convivencia casi infantil. Es la parte más bonita del deporte en equipo”.
Y ahora estás con otros proyectos. “Ahora voy a poder cumplir varios sueños que tenía en mi vida. Voy a desarrollar un proyecto junto con mi padre – ya saben, Bernardo Rodríguez, Rodri, componente de aquel equipo pionero del Caja de Ronda embrión de lo que hoy es el club, trabajar codo a codo con él es una experiencia única, y por otro lado, y no es un tópico, voy a devolver parte de todo lo que se me ha dado a lo largo de mi vida. El proyecto 675 tiene una proyección social, cultural y deportiva”
¿A quién va dirigido este proyecto? “A chicas y chicos de entre 3 y 12 años. Baloncesto formación, algo que ha estado haciendo mi padre durante toda su vida en su doble vertiente de profesor y entrenador”.
Y ahora te sumas tú con tus experiencias y conocimientos. “Sí, he descubierto una vocación pedagógica que me viene de familia –su padre y una de sus hermanas son profesores aunque el padre ya está jubilado– . Y además para chicas y chicos con distintos tipo de discapacidad entre 6 y 18 años.”
¿Cuándo y dónde comenzáis? “Ya estamos ahí, en septiembre. Nuestra idea es complementar una educación deportiva sumando a todo lo que ya existe. Queremos aplicar todo lo que hemos vivido a nivel formativo”. De este y más proyectos, de la ilusión y entusiasmo que transmite Berni continuamos hablando durante la comida.
La comida
Rápidamente se pudo Rubén Soto manos a la obra y tras el descorche de una botella de Habla del Mar, selección de bodegas Lara, abrimos mesa con un tiradito de pez limón con yuzu, mango, salsa de cebolla y salsa ponzu que estaba extraordinario.
No habíamos terminado de degustar tan sabroso plato cuando nos fue presentado otra de las especialidades de Mirai, los niguiris, en este caso de atún y langostinos con huevas de pez limón y aceite de ajo. Exquisito. No deben dejar de probarlos. Y nosotros continuamos con nuestra charla.
¿Y ese otro proyecto del congreso CIBA? “Sí, el Congreso Internacional de Baloncesto. Lo haremos coincidir con el año de Málaga como ciudad europea del deporte 2020. Vendrán importantes ponentes. Va a ser algo único “.
¿Nunca has pensado en entrenar? “[Silencio] Nunca le digo que no a nada, pero nunca he pensado en entrenar. La considero una profesión muy dura, difícil y solitaria” ¿Cómo te sentistes cuando dejastes el deporte activo? “Mira, los jugadores estamos tan inmersos en una burbuja tal, que si no tienes los pies en el suelo te pierdes. En serio. Un día descubres que no sabes hacer absolutamente nada. En tu club te lo dan prácticamente todo hecho. Y cuando sales de esa burbuja, si no has estado bien rodeado, no sabes vivir el día a día. Puede parecer una exageración pero es así “.
¿Para qué sirve entonces la fama? “Para que te den mesa en un restaurante [risas]. No me gusta hablar de mí. Cuando voy a colegios a dar charlas sobre el proyecto 675 y ponen un vídeo donde aparecen imágenes mías me avergüenzo”.
Un sashimi de salmón, atún rojo, pez mantequilla y lubina nos rescataron de nuestra conversación. Para acompañar este y el siguiente plato nos fue descorchada una botella de Carlos Moro, finca San Cibrao. Muchas veces los jugadores en la élite, son criticados. “[Silencio] El ego del jugador es necesario pero no deja de ser un arma de doble filo, el ego mal entendido es muy peligroso y ahí entra la gestión emocional y marca la diferencia entre un jugador excepcional y uno mediocre”.
Pues yo me inclino porque Berni entra en la lista de jugadores excepcionales. La educación desde pequeño es muy importante. “Claro, el trabajo de los padres es vital. Mi padre jamás me dio indicaciones referidas al juego, en todo caso a mi comportamiento, a mi actitud como jugador, pero nunca en lo deportivo. Mira, en los últimos veinte años más de 100.000 chicas y chicos han jugado a baloncesto en Málaga, y solo 12, doce, han jugado con asiduidad en la ACB. Por eso lo importante es que los niños se diviertan, aprendan y disfruten. Si tiene que llegar llegará”.
Un extraordinario uramaki de jurel, otro plato marca de la factoría de Jandy López, nos sorprendió por su textura y sus sabores. Para redondear tan extraordinaria comida, nos fue servido un bizcocho de te verde, compota de mango y maracuyá, mus de yuzu y glaseado de chocolate blanco, toda una experiencia. Nuestras felicitaciones a Jandy López y sus excelencias gastronómicas y agradecimiento a Manuel Marín y Gonzalo Arias por sus atenciones.
Les recomendamos no dejen de visitar este establecimiento con un gran mirai – futuro- por delante. Y para terminar le pedí a Berni que le enviase un mensaje a esa afición entre la que él vive inmerso cada partido. “[Silencio] Muchas gracias por apoyar al equipo y al club y por hacerme sentir siempre tan feliz, antes y ahora. Ellos son la esencia de todo. Ver el Martin Carpena lleno es la clave de lo vivido y lo que está por venir”.
Y con estas palabras nos despedimos de Berni. Se marchaba a toda prisa a la presentación de su nuevo proyecto. Nuevas ilusiones que engrandecen aún más si cabe su corazón y deja pequeños sus 197 centímetros de altura. Hasta la próxima, Capitán Málaga.
Los vinos
BLANCO: Finca San Cibrao
Magnífico vino blanco de la D.O. Ribeiro. Un vino elegante, aterciopelado, de acidez suave y largo recorrido en boca. Muy recomendable.
Blanco: Habla del mar
Vino fresco, amplio, equilibrado, con notas marinas. Ideal para tomar con pescados, arroces o con los productos de la cocina japonesa.
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