La Biblioteca Provincial, de 180 años, arrumbada en una sede provisional
La Administración deja de buscar una solución a un servicio que es el único que abre los sábados
La Biblioteca Provincial de Málaga, fundada en 1835 a raíz de la desamortización promovida por Mendizábal y en gran medida por la necesidad de darle cobijo a los fondos archivísticos y bibliográficos procedentes de conventos e iglesias, vegeta desde hace 22 años en una sede que se dijo provisional habilitada en un insulso edificio de la Avenida de Europa ante el desinterés general de las administraciones. La desidia de las instituciones no ha tenido ojos hasta ahora para comprobar cómo éste es uno de los pocos espacios de estudio y lectura de la ciudad que no cierra en vacaciones ni en verano. El público, que ayer a las 11:00 de la mañana ya ocupaba gran parte de sus 126 puestos de lectura, sí da cuenta de esta circunstancia.
La historia del centro se escribe al compás de los cambios. Su primer emplazamiento fue el Instituto Vicente Espinel, si bien en 1933 fue trasladada a un edificio de la Alameda Principal donde solo seis años después ya existía constancia del mal estado en que se encontraba lo que no fue óbice para permaneciera allí 17 años más, hasta que en 1956 se trasladó a la Casa de la Cultura, un edificio construido ad hoc. Aquellas obras permitieron descubrir parte del Teatro Romano, de ahí que en 1994 se decidiera buscarle una sede provisional para demoler el inmueble y abordar la excavación del teatro.
El Ministerio de Cultura, titular de la biblioteca cuya gestión recae en la Junta de Andalucía, encargó en 2007 al estudio de arquitectura Aepo un proyecto para rehabilitar el Convento de San Agustín, un edificio excepcional de 4.000 metros cuadrados, con el fin de adaptarlo para acoger la sede permanente de la Biblioteca Provincial. Los arquitectos plantearon un proyecto valorado en 16,4 millones de euros que permitían una bliblioteca de 6.393 metros construidos. Supuestamente las obras iban a estar listas en 2012 pero nunca empezaron. Después la Junta de Andalucía dijo que barajaba un acuerdo con el Gobierno para llevar la Biblioteca Provincial al Convento de la Trinidad, aunque nunca fue más allá del mero anuncio. La última idea en el tapete procede del alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre, que esta semana ha propuesto el antiguo colegio de San Agustín para ampliar el Museo Picasso, situado solo a unos metros.
Sin embargo, desde hace años ninguna administración ha movido un dedo en dirección a la Biblioteca Provincial de Málaga, casi invisible en el número 49 de la avenida de la Aurora.
La sede provisional desde hace 22 años cuenta con una sala de lectura de 311 metros y 126 puestos, hemeroteca con otras 26 plazas, una sala de préstamo con 23.000 volúmenes y una sala infantil con capacidad para 87 personas y 12.000 volúmenes. Posiblemente su mayor singularidad reside en lo que no se ve: 130.000 unidades, entre libros de diferentes épocas, monografías y otros artículos bibliográficos, que descansan en su depósito de 1.529 metros.
Este elemento distintivo se suma a otras funciones de valor añadido como la orientación y el asesoramiento técnico a la red de bibliotecas públicas de la provincia, a las que, además, provee de libros procedentes de las ayudas a la producción editorial y donaciones.
La Biblioteca Provincial es, por otra parte, la única que abre los sábados por la mañana durante todo el año. Las demás cierran todas salvo las municipales de los distritos de Las Chapas y la Cruz de Humilladero que abren en la temporada de invierno. Tampoco cierra en agosto y en Navidad, cuando sí lo hacen, por ejemplo, las universitarias. Por tanto ejerce de refugio para universitarios y opositores. Nieves Carmona es una de las estudiantes que no falla los sábados por la mañana. La preparación del examen de farmacéutico interno residente (FIR) la obliga a estudiar de 9 a 14:00 y de 16:a 21:00 de lunes a sábado. Aunque es usuaria de la biblioteca del Centro Cívico, los sábados cierra y a falta de otra alternativa, acude a la Provincial, a pesar de que considera que no es el mejor lugar. "Demasiado ruido", indica, porque la sala de lectura no está separada de la hemeroteca "donde vienen muchas personas a leer el periódico", "y un poco de mal olor", subraya.
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