Operar mientras el cuerpo aguante
Bisturí Solidario Málaga
Cuatro sanitarios van de Málaga a operar a Uganda dentro de una misión solidaria
Málaga/Sin duda es una gota de agua en el océano de las necesidades africanas, pero ha beneficiado a 102 personas: las que han sido intervenidas dentro de la misión humanitaria de la Fundación Cirujanos en Acción en colaboración con la asociación Bisturí Solidario. Un total de nueve sanitarios han operado durante una semana en Uganda a personas sin recursos. De estos, cuatro procedían de Málaga.
“Empezábamos poco después de las 8:00 y parábamos sobre las 22:00, cuando ya no podíamos más. Siempre operamos mientras el cuerpo aguante”, explicó César Ramírez, coordinador de la misión, jefe de Cirugía General y Digestiva del Hospital Quironsalud Málaga y director de Bisturí Solidario. La expedición solidaria fue a Kamatur, una localidad a nueve horas en coche desde Kampala, la capital ugandesa. Allí cuatro cirujanos, dos anestesistas y tres enfermeros han cumplido con uno de los preceptos de la Medicina:ayudar a los demás.
Además de Ramírez, desde Málaga viajaron el cirujano Javier Moreno (Hospital Regional y Quirónsalud), la residente de quinto año Sara Nicolás (Hospital Regional) y los enfermeros Francisco Gómez (Grupo Vithas) y Rebeca Sanabria (QuironSalud ). “La solidaridad es parte de la vocación de la Medicina. Los que tenemos una capacidad estamos obligados a ponerla al servicio de los demás. Tenemos que salir de nuestra zona de confort y ofrecerla a las personas que lo necesitan”, argumenta Ramírez cuando se le pregunta por qué se meten en el berenjenal de operar gratis y de sol a sol. Y añade: “No podemos cambiar ciertas cosas, pero hemos podido mejorar la vida de 102 personas”.
El grupo partió el pasado sábado 7 de diciembre del aeropuerto de Málaga. Después de tres vuelos y 12 horas de carretera, el equipo arribó a Kamatur. Ese mismo día, tras su llegada seleccionaron los enfermos a operar. Estas expediciones cuentan con coordinadores locales que previamente organizan la misión. En esta ocasión, además de trabajar, los sanitarios pudieron asistir a la boda de uno de los ugandeses del equipo.
Pero más allá de este rato de confraternidad, los profesionales tuvieron poco tiempo para solazarse. Desde ese domingo y hasta el sábado 14 operaron a destajo. Hernias inguinales, bocios de gran tamaño, tumores no demasiado complejos...
Ramírez explica que las intervenciones no pueden ser demasiado complicadas porque en el terreno no disponen de equipamiento sofisticado y además porque deben ser patologías que luego no requieran un seguimiento exhaustivo.
Bisturí Solidario colabora con esta iniciativa solidaria desde hace más de un año y medio. Con su aportación económica y también de organizaciones alemanas e inglesas, ha construido en Kamatur un pabellón quirúrgico y una sala de recuperación. Así, lo que era un centro sanitario precario se ha convertido en un espacio quirúrgico útil para la población y un punto donde muchos profesionales ponen sus conocimientos al servicio de los más desfavorecidos. De hecho, los ugandeses agradecieron con una placa el apoyo económico que reciben de los malagueños a través de esta organización.
El intenso ritmo de trabajo no es lo único exigente de la expedición. Hace calor y no hay aire. La comida no es buena y no hay duchas. Para lavarse, deben echarse agua por encima con un jarro. Pero la satisfacción de saber que han operado a 102 personas sin acceso a la sanidad les compensa. “Son personas que hasta que no vaya otra misión no tienen la opción de operarse”, explica Ramírez, que a principios de diciembre recibió en París el Premio Europeo de Medicina Siglo XXI. Además de las intervenciones realizadas, el equipo ha llevado material quirúrgico y medicación para el centro sanitario ugandés.
La misión apenas apenas es de una semana debido a las responsabilidades laborales de los profesionales en sus puntos de origen y a las condiciones del destino. Pero aunque la expedición se prolongue poco, la preparación dura mucho. Una labor que se hace en colaboración con los coordinadores locales. Antes, aquí, Ramírez se tiene que encargar desde los vuelos y el contacto con los profesionales ugandeses para que preparen a los enfermos hasta organizar dónde comer y dormir o qué vacunas se tienen que poner. Un puzzle organizativo que –como luego las largas jornadas de quirófano– los profesionales asumen con la ilusión de ayudar a los demás.
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