Elena Blanco, presidenta de la Asociación de la Prensa de Málaga: "La aparición de un periódico es siempre una alegría"
20 AÑOS DE 'MÁLAGA HOY'
Elena Blanco recuerda la entrada en escena de Málaga Hoy en 2004 y considera que es "un éxito rotundo que siga ahí, con fuerza, y que esté ocupándose de temas de Málaga, de la ciudad y de la provincia"
Afronta sus últimas clases en la Universidad de Málaga y desde la APM seguirá reivindicando la importancia de un periodismo de calidad
Félix Bayón, pluma afilada, causa justa
“Soñaba con ser como ella”. Así habla la periodista y presidenta de la Asociación de la Prensa de Málaga de Carmen Sarmiento, la que para ella fue “referente, una de las primeras mujeres corresponsales que viajaba por el mundo para informar, pero no lo conseguí”. No ejerció como tal pero sí puede presumir de una intensa carrera profesional en la que ha trabajado en importantes medios de comunicación y ha ejercido como docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de Málaga. Hablamos en pasado pero realmente sigue impartiendo sus últimas clases en estos meses. “Llegó el momento de jubilarme y ya este será mi último curso en la UMA”, nos comenta.
Seguirá activa de otras maneras. La Asociación de la Prensa de Málaga centra ahora su atención, con importantes retos entre manos, a cuál más ambicioso. Comparte con Málaga Hoy cómo hay que seguir defendiendo un periodismo de calidad, con recursos para ello, y recuerda con los lectores cuando vio la luz esta cabecera. “El nacimiento de un diario siempre será motivo de alegría”, señala. Nos ha acompañado muy de cerca y valora que el equipo haya sabido capear crisis económicas y una pandemia de por medio.
Málaga Hoy: Elena, es complicado sobrevivir en estos tiempos, pero no imposible. ¿Cómo diagnosticaría la situación por la que está pasando el periodismo y los periodistas?
Elena Blanco: Condiciones salariales precarias, medios con poco personal, los despidos, la desinformación que parece ser una de las tónicas del momento. La verdad es que parece que estamos en una especie de tormenta perfecta porque son muchos factores los que definen el presente de nuestro gremio. Hay aspectos que el periodismo arrastra desde hace años. Pensemos en la crisis económica de 2008, el deterioro de las condiciones laborales que hemos vivido. Es realmente preocupante porque la sensación es que todo va a peor. Las redacciones se están quedando vacías y el panorama es un tanto desalentador.
MH: Del periodista saliendo a cubrir noticias y luego a la redacción a esas oficinas vacías que comenta, Elena.
E. B.: Sí, es real eso. Muchas empresas, sobre todo digitales, están sustituyendo la figura clásica del redactor por falsos autónomos. Esa idea romántica del freelance que no es tal, para nada. Están siendo explotados y eso hay que denunciarlo. No podemos callarnos, sobre todo porque es ahora cuando más se necesitan profesionales que sepan hacer frente a los bulos y a la desinformación que se está generando. Con la llegada de la IA, entre otros factores, es cuando más necesarios somos los periodistas. La situación es preocupante. Y luego en paralelo el descrédito o ese intento de desacreditar a los que ejercemos el periodismo. En esto juegan fuerte los intereses económicos. Si no tienes recursos, ¿cómo te vas a plantear hacer tal o cual cosa o denunciar a tal o cual entidad? Unas y otras cosas afectan al producto final y eso nos desacredita ante la sociedad. La información que no se hace bien significa eso, desacreditarnos, pero ojo, que no es culpa única y exclusivamente del profesional, sino que hay muchas piedras en el camino que nos ponen desde determinados sectores.
MH: En más de una ocasión ha denunciado que eso es privar a la ciudadanía de su derecho a la información.
E. B.: Es así, por supuesto. Tenemos que llevar a cabo una función social, que es la de informar a la sociedad. El derecho a la información no es de los periodistas, sino de las personas en su conjunto y todo lo que signifique coartar ese derecho, venga de quien venga la barrera, el obstáculo, supone un atentado contra la constitución y contra los valores de esta. Eso lo están logrando con comparecencias sin preguntas, por ejemplo, con ruedas de prensa que no debían llamarse como tal, con el señalamiento de periodistas, discursos de odio y ese tipo de fenómenos que nos ponen en el foco.
MH: El ciudadano de a pie, ¿en qué lugar queda? ¿es consciente de esto que sucede?
E. B.: Yo, después de mucho pensarlo, llego a la conclusión de que al ciudadano hay que formarlo, hay que enseñarle que no se trata de acudir a aquello que le reafirma en sus ideas, sino que debe buscar información veraz. Hay que leer diferentes medios y contrastar lo que se publica porque sino es imposible estar bien informado de lo que ocurre. Y a eso deberíamos enseñar a todo el mundo, grandes y pequeños. Desde la infancia, apostando por una asignatura de alfabetización mediática que prepare a los niños y a quienes consumen redes sociales. Ahí circula la manipulación, los bulos, el acoso. Hay que poner pies en pared. Y a los adultos, a la tercera edad, formarles igual y decirles qué es el periodismo, qué es una noticia bien hecha, que debe ir firmada, porque eso es lo que debe dar valor a lo que se publica, a lo que va a leer la audiencia.
La mayoría de las mentiras que circulan por internet no suelen llevar firma, no se les da cobertura en medios de comunicación serios y eso es lo que debe ponernos en alerta. Hay mecanismos para proteger a la sociedad de la que está cayendo pero hay que transmitirlos para que se aprendan y eso intentamos, en la medida de nuestras posibilidades, con programas como el de Alfabetización Mediática, con el que hemos llegado ya a alrededor de 7.000 personas.
MH: Estamos comentando sobre la audiencia, los lectores presentes y futuros, pero, ¿y los profesionales? Desde su ejercicio en la UMA, ¿ha evidenciando grandes cambios en el perfil de estudiantes que quieren ejercer el periodismo?
E. B.: Hay situaciones invariables, aunque pasen los años. Hay jóvenes con las ideas muy claras de lo que quieren hacer, del trabajo que les gustaría desempeñar, pero luego hay otros que llegan a la facultad muy despistados. Están influenciados por la televisión, lo audiovisual, por internet y las redes sociales y creen que para estar ahí deben estudiar periodismo. Igual sí es algo preocupante que no tienen referentes del periodismo y eso sí me sorprende. Es significativo, porque apenas consumen medios tradicionales.
Yo recuerdo que, en mis tiempos, seguía a Carmen Sarmiento y soñaba con ser como ella. Fue una de las primeras mujeres periodistas corresponsales que viajaba por el mundo para informar. Ahora la cosa ha cambiado notablemente y la mayoría no conocen a quienes seguir, no se. Lo que te comento, que leen poca información y el consumo que suelen tener es sobre todo a través de redes sociales, por lo que es lógico que estemos todos ahí, eso por supuesto. Tienen interés por informarse pero de otra manera.
MH: Hablando de referentes, Elena. Es la primera mujer periodista que preside la asociación. De hecho acaba de revalidar el cargo, ¿En algún momento se planteó esta presidencia?
E. B.: No, qué va -comenta entre risas. De hecho me digo a veces que qué necesidad vi, ¿en qué momento? Nunca lo había pensado. Soy miembro de la Asociación de la Prensa de Málaga desde que terminé la carrera. Me licencié y me apunté. Colaboraba de vez en cuando pero nunca fui especialmente activa. Un día un compañero empezó a animarme, por haber trabajado en medios, por mi lado docente, como profesor de la universidad, y me convencieron. Esto es una agrupación pequeña y vivimos de las cuotas y eso es lo más difícil, que no llegamos a lo que queremos. Sobre todo poner el foco en los problemas de la profesión, que son graves. Se está intentando desprestigiar al periodismo de manera increíble. Hay grupos sociales a los que no les interesa un periodismo fuerte, solvente, porque eso es denunciar prácticas y comportamientos que no están bien y lógicamente es estrategia esto que estamos viviendo.
MH: Internet y las nuevas tecnologías lo han cambiado todo: la forma en la que trabajan los profesionales de la información y la comunicación, los soportes a través de los que se llega a la audiencia, los recursos para generar contenidos… Usted ha vivido eso de manera directa, testigo en primera fila.
E. B.: Sí, buena parte de lo que hemos ido comentando es a consecuencia, de forma más o menos directa o indirecta, de esta revolución. El panorama mediático es totalmente diferente y hay más canales. Cualquiera puede aprender a escribir y en la docencia lo vivo también, estamos asistiendo a las consecuencias de esto. Por ejemplo, con la inteligencia artificial hay muchos trabajos que traen los estudiantes y ya no sabes bien cuánto de ayuda hay de la IA. Se trata de aprender a reconducir y verle su lado positivo, siempre, por las posibilidades de profundizar e ir a más.
MH: ¿Cómo abordar los problemas que afrontamos en la profesión en un momento tan complejo como este?
E. B.: Son problemas endémicos y es complicado. Frente a la precariedad laboral solo nos queda denunciar lo que vemos, las prácticas injustas o cuando vemos ofertas de empleo en las que no se exige la titulación. El problema sigue siendo que el periodismo es una titulación no regulada. A quienes nos dedicamos a esto, siempre, debemos esforzarnos por recobrar la credibilidad y el prestigio del oficio y para ello hay que estar unidos, todos. Las asociaciones representamos a muchos periodistas pero no son todos. Es la manera de luchar y defender para que la profesión tenga el reconocimiento y la posición en la sociedad que se merece.
MH: Sí, porque sorprende lo que cuesta a la ciudadanía pagar por contenidos de calidad…
E. B.: La culpa ha sido, al menos en parte, de los medios porque nunca se debió dar la información de forma gratuita. Fue una equivocación enorme porque cuesta mucho hacer buena información, tener redactores contratados en las plantillas de los periódicos, mandarlos a cubrir noticia. Eso hay que pagarlo y ahí está la cuestión. Las personas deberían ver que esos medios o pseudomedios, páginas webs o sitios, lo que sean, que ofrecen artículos como rosquillas, pues un medio serio no llega a eso. En lugar de dar 20.000 piezas das 10 pero bien hechas. Esa es una de las metas a conseguir, el que la ciudadanía sea consciente de que la información cuesta dinero, que se tiene que investigar, hay que contrastar hechos, verificarlos, antes de darlos por buenos.
MH: Para apostar por la prensa de calidad llegó Málaga Hoy hace ahora 20 años, ¿cómo recuerda los inicios del periódico como proyecto? ¿Qué ha significado esta cabecera de Grupo Joly en al panorama mediático de la provincia?
E. B.: La aparición de un periódico es siempre una alegría. Hace 20 años que vio la luz la cabecera y le ha tocado vivir una etapa muy difícil. Aparece poco antes de la crisis, por lo que en mayor o menor medida se vio afectado por la situación. La lectura es que, teniendo en cuenta que sigue al pie del cañón, es un éxito rotundo que siga ahí, con fuerza, y que esté ocupándose de temas de Málaga, de la ciudad y de la provincia. Por eso en ese sentido felicitar a los compañeros y compañeras que lo han hecho posible. Nació como proyecto muy importante y se mantiene como tal para la ciudad.
MH: Finalmente, Elena, como profesionales, ¿qué podríamos hacer todos y cada uno de nosotros para un periodismo más libre y reconocido, que se dignifique el trabajo y se puedan elaborar informaciones de mayor calidad?
E. B.: Primero convencer a los ciudadanos de que somos importantes. Mientras no tengamos el apoyo de la ciudadanía es difícil porque hay muchos grupos, sectores, a los que no les interesa un periodismo fuerte, de control, y esa es la labor que debemos desempeñar. Control y mediación. Nosotros somo los principales interesados en contar la importancia de nuestra labor. En España hay grandes periodistas, formados, que trabajan de manera seria y eso hay que defenderlo y decirlo. Desde nuestra posición, con las herramientas con las que contamos, hemos de denunciar el comportamiento de aquellas personas que utilizan los medios para enriquecerse y favorecer a algún grupo, del tipo que sea. Eso es el antiperiodismo.
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