Buscando atajos contra el cáncer de mama
Médicos del Clínico intentan predecir la respuesta a la 'quimio' para no perder tiempo con tratamientos que no serán eficaces
En la lucha contra el cáncer, el tiempo es vital. Perderlo aplicando un tratamiento al que la paciente no va a responder puede marcar la evolución de la enfermedad. De ahí la obsesión de oncólogos e investigadores por encontrar mecanismos que permitan predecir la respuesta de un enfermo a la quimioterapia. Así podrían ganar tiempo y pasar cuanto antes a un tratamiento eficaz. En términos coloquiales, el desafío es saber cuanto antes cuándo el plan A no va a funcionar para pasar sin demora al plan B.
Y ese es el reto que se han planteado dos facultativos del Hospital Clínico: hallar la herramienta que solo tras una sesión de quimioterapia permita decidir si hay que pasar al plan B. La investigación -que ha logrado una beca de 6.000 euros de la Sociedad Andaluza de Cancerología- la llevan a cabo Salomé Sanz, del Servicio de Medicina Nuclear, y Alfonso Sánchez, de Oncología. El trabajo se centra en un tipo concreto de cáncer de mama muy agresivo (llamado triple negativo) que se ceba en mujeres jóvenes. De ahí la importancia de encontrar un atajo para llegar cuanto antes a un tratamiento eficaz porque a veces cuando se ha completado el plan A, es demasiado tarde para pasar al plan B.
Hasta ahora, los oncólogos tienen que esperar seis meses de quimioterapia para saber si el tratamiento resulta eficaz o no. Los investigadores están comprobando si una prueba de Medicina Nuclear -el PET- permite predecir en apenas tres semanas ese resultado. Si el PET funciona como predictor, sería la llave para pasar -o no- al plan B con cinco meses y una semana de antelación. Se habría descubierto el atajo para llegar a tiempo. Para avanzar en esa búsqueda, se hace un PET a la paciente antes de empezar la quimioterapia y otro antes de someterse a su segunda sesión, a los 21 días. Las células tumorales se caracterizan porque consumen mucha glucosa. En el primer PET, los oncólogos ven cuánta glucosa ha captado el tumor e infieren así su agresividad. Luego lo comparan con el segundo PET lo que les permite deducir cuántas células malas se ha matado la quimioterapia.
El jefe de Oncología Médica del Hospital Clínico, Emilio Alba, explica la hipótesis de trabajo de los investigadores: "La probabilidad de desaparición de la enfermedad [curación] se correlaciona con la disminución de la captación de glucosa". La investigación se inició hace cinco meses y está previsto que dure un par de años. Se hace entre Medicina Nuclear y Oncología Médica porque la colaboración de ambas áreas es imprescindible para determinar si la comparación de ambos PET es la herramienta para predecir la respuesta terapéutica.
El director de la unidad de Medicina Nuclear del Clínico, José Manuel Jiménez-Hoyuela, destaca la importancia de la investigación: por un lado, porque se ganaría un tiempo vital para aplicar un tratamiento eficaz a la paciente (Plan B), por otro porque se le evitaría la toxicidad de una quimioterapia a la que no va a responder (Plan A) y también porque la Administración sanitaria se ahorraría un gasto en fármacos que no tendrían ningún efecto para atajar la enfermedad. Cada año se registran en la provincia de Málaga unos 650 nuevos casos de cáncer de mama. Unos 90 son del llamado triple negativo, sobre el que se centra la investigación y en el que resulta imperioso llegar por el camino más corto.
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