Cáritas Málaga recibe un aluvión de peticiones de ayuda por la crisis del coronavirus
La entidad se ha visto desbordada por las llamadas de nuevas familias que buscan cubrir sus necesidades básicas
Temen de nuevo la “invisibilización” de los excluidos
Málaga/Primero fue el desconcierto y la incertidumbre, la reorganización de sus servicios asistenciales, la búsqueda de un techo bajo el que confinarse para toda persona sin hogar. Pero el siguiente escenario que se le planteó a Cáritas Diocesana, y que no tardó en llegar, fue el aluvión de peticiones de ayuda para cubrir las necesidades básicas de las familias con economías más precarias.
“Cáritas ha dado una respuesta a las familias que venía acompañando pero nos hemos sentido superados por la cantidad de nuevas personas que empiezan a pedir ayuda, unas dejaron de venir porque la crisis estaba pasando y ahora han regresado y otras acuden por primera vez y llaman desesperadas por las circunstancias en las que se encuentran”, indica Francisco José Sánchez Heras, director de Cáritas Diocesana de Málaga. Alimentos, gastos sanitarios o pago de suministros son ahora las principales peticiones de ayuda registradas.
“Nosotros atendemos a las personas más vulnerables, los que generalmente van al día, que sobreviven como pueden, así que este parón tan grande y tan brusco les ha afectado mucho”, agrega Sánchez Heras. Como subraya, “el que recogía chatarra, por ejemplo, o la persona que limpiaba una casa no ha podido y, por tanto, no tiene para comer, así que los efectos sociales de esta crisis sanitaria ya se vieron en los primeros días”
Y esa realidad de exclusión preocupa especialmente a Cáritas porque saben que en un contexto tan generalizado los últimos se convierten, aún más, en invisibles. “A ellos no les llegan las prestaciones ni las medidas macroeconómicas”, señala el director de Cáritas.
Creatividad para seguir ayudando desde las parroquias
Las Cáritas Parroquiales se han visto desbordadas estos días pero “han dado un paso al frente de manera imponente, empezaron a organizarse para tener comunicación y acompañamiento a todas las familias que venían ayudando ya, muchas que no habían levantado cabeza desde la crisis anterior y seguían atrapadas en la precariedad”.
Como la incomunicación es otro factor a tener muy en cuenta en el estado de alarma han tirado de creatividad y ante la imposiblidad de atender físicamente se ha llegado a acuerdos con comercios de barrio. Se han hecho transferencias a las tiendas para poner un fondo y dar vales de comida de 100 a 150 euros, dependiendo del número de personas de la unidad familiar. A las familias se le dice que vayan a ese comercio, que compren por ese valor y después se les va descontando.
“Lo que pretendemos es que, al menos, tengan cubiertas sus necesidades básicas”, afirma el director y también apunta que “estamos movilizando a personas jóvenes de las parroquias para la compra en farmacias para llevar a domicilio a los más mayores. Llevan una acreditación, un certificado de Cáritas para que no haya inseguridad”, añade.
También se han cosido mascarillas en los talleres de costura de algunas parroquias y se han confeccionado pantallas protectoras.
Y, como no podía ser de otra manera, la entidad sigue muy presente en los barrios con mayor grado de exclusión como Palma-Palmilla, La Corta, Los Asperones, Las Cuevas de El Palo y Castañetas. En Palma-Palmilla ayudaron al comedor del colegio Misioneras Cruzadas de la Iglesia y en Los Asperones están presentes también en el reparto de comida junto al colegio María de la O.
Una crisis que hunde a los atrapados en la precariedad
“Esta crisis ha venido a dar un empujón y hundir más a gente que vivía ya en una sociedad insegura, a la clase media que sigue atrapada en la precariedad”, considera el director de Cáritas y afirma que ya han realizado algunas propuestas de cara a medidas políticas que hacen falta “para amortiguar el bofetón que nos hemos llevado”.
Se necesitan ayudas para las personas migrantes, medidas a favor del empleo, de la vivienda, la suspensión de los desahucios, garantías de renta mínima, becas de comedor. “El escenario que queda es de posguerra, de pérdida de empleo, de necesidad de subsistencia para personas con poca cualificación para entrar otra vez en el mercado laboral y tienen muchas dificultades”, afirma Sánchez Heras.
Si la crisis de 2008 fue un terremoto, “en este caso ha sido brutal y mundial, de manera inmediata para todos los sectores y en esas circunstancia quienes tenían una vivienda más débil están más en la intemperie. Los excluidos, los apartados, los descartados van a tener muchas más dificultades, les ha venido encima una montaña de manera repentina e inaudita”, reitera el director de Cáritas.
Para el experto, el sistema de protección social “no tiene suficiente estructura para verse en estas circunstancias tan dramáticas y resolver de manera inmediata. Se están dando palos de ciego”. Pide, por tanto, medidas sociales de carácter urgente.
“Pedimos que se sumen la voluntad y los recursos por parte de los poderes públicos para esta situación de emergencia, como nunca nos hace falta un trabajo en red y es necesario que las medidas sean para no dejar a nadie atrás”, concluye.
La institución ha lanzado una importante campaña de captación de fondos bajo el lema Cáritas y el coronavirus, cada gesto importa para recaudar fondos y seguir ayudando porque como sostiene el director de la entidad, “esta crisis nos demuestra que somos una sola humanidad, una sola familia en la que no sobra nadie”.
Un esfuerzo por contener el virus en la residencia de ancianos El Buen Samaritano y en la calle
La situación a la que se enfrentaron cuando proliferaron los casos de contagio en la provincia fue la de “aislar a personas mayores en una infraestructura que no es un hospital, es un centro sociosanitario, así que hemos puesto todos los medios y el virus está contenido gracias a un esfuerzo muy grande y el compromiso del personal”, explica el director de Cáritas. El Buen Samaritano es una residencia para 110 ancianos, grandes dependientes, y que cuenta con una de las mayores demandas de Andalucía. También han aislado a los 13 enfermos de VIH de la Casa Colichet y las 40 personas sin hogar que viven en Pozos Dulces resisten confinadas desde el sábado 14 de marzo. En cuanto a las personas en situación de calle, actualmente hay tres grandes recursos: Al albergue municipal que acoge a 65 personas se han añadido dos dispositivos de emergencia, el albergue Inturjoven de Torremolinos para otros 65 usuarios y una residencia de estudiantes del centro histórico para 71 acogidos. “Estaban obligando por decreto a unas personas que no tenían la posibilidad de ejecutarlo, esto nos ha preocupado mucho”, apunta Sánchez Heras. Ha sido un trabajo de coordinación de la Agrupación de Desarrollo de Personas sin Hogar. Aún así hay una opinión compartida por las entidades de que quedan algunas personas en situación de calle sin conocer el número.
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