El Carlos Haya crea un chip que afina el diagnóstico en alergias a alimentos
El sistema permitirá diseñar en el futuro vacunas personalizadas y más eficaces
Hay alérgicos a alimentos que se vacunan, pero no mejoran. Los alergólogos han descubierto la razón: la inmunización hasta ahora era la misma para todos y ahí estaba el error, porque cada persona puede ser alérgica a diferentes proteínas de un mismo alimento. Afinar el diagnóstico es la clave para el éxito del tratamiento. Y ese es el avance que ha hecho un puñado de alergólogos del Hospital Carlos Haya. Ha creado un chip para un diagnóstico más certero, que en el futuro permitirá desarrollar vacunas personalizadas y por lo tanto más eficaces.
El paso ha sido posible gracias a que con fondos de la Red Nacional para el Estudio de Alergias, que coordina el hospital malagueño, el centro sanitario ha adquirido el robot necesario para el desarrollo del proyecto. La suma del robot y el chip supondrán un salto en la asistencia y la investigación no solo de las alergias alimentarias sino también a antibióticos. Las ventajas de esta tecnología son varias. Hasta ahora, la prueba se debía hacer para cada alergeno de uno en uno. Con el chip ideado por los alergólogos del Carlos Haya, con menos sangre incluso, se puede hacer un centenar de determinaciones de un mismo paciente de una vez. Ello agiliza, abarata y afina el diagnóstico. Además, con la nueva tecnología se pueden testar alergenos construidos genéticamente que por legislación no se pueden probar en la piel del paciente.
El responsable de Alergias del hospital y coordinador de la red, Miguel Blanca, resaltó que el equipamiento incorporado en agosto pasado ha supuesto una inversión de 150.000 euros y que es el único de su capacidad en España instalado en un centro sanitario.
María José Torres, adjunta de la unidad, apuntó que a los tests que existían hasta ahora se les escapaban matices de los que muchas veces dependía el éxito del tratamiento. Ahora, el robot y el chip permiten "afinar el diagnóstico y el tratamiento", explicó.
El chip es un cristal como los que se colocan bajo el microscopio, de unos cinco centímetros de largo y poco más de uno de alto. Su superficie a su vez se divide en pequeños cuadraditos del tamaño de la uña del meñique. En cada cuadradito, mediante el robot, se pegan los alergenos como si fueran puntos diminutos. Luego, sobre cada cuadradito ya preparado con los alergenos se coloca el suero de cada paciente. Se pueden sacar hasta un centenar de determinaciones de cada persona. Pero a su vez, en cada cristal se puede analizar de una tacada una veintena de pacientes.
De momento, la tecnología se usa para investigación de alergias alimentarias de origen vegetal cuyo diagnóstico es más complejo (melocotón, manzana, pera, albaricoque, cacahuetes y avellanas). Ya hay un millar de pacientes reclutados con este fin. Pero en un par de meses también se comenzará a utilizar para asistencia. Otra de las ventajas de innovación incorporada por el Carlos Haya es que está adaptada a la población española que no está sometida a los mismos alergenos que, por ejemplo, la de Suiza.
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