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MÁLAGA/Eran las 16:00 del 15 de octubre de 2021 y Carolina Herrera, una malagueña de 24 años, estaba “muy nerviosa”, a punto de entrar al Tribunal Supremo en Madrid para realizar la última prueba de la oposición. En la actualidad, está a tan solo a un paso de convertirse en una de las juezas más jóvenes de España. Solo le faltan los dos años en la Escuela Judicial. “Cuando la presidenta me dijo que había aprobado no reaccioné, no me lo creía, y mi madre se puso a llorar”, cuenta.
Hija de asesores fiscales, reconoce que, cuando terminó Bachillerato, se planteó estudiar un doble grado porque “siempre había sido muy estudiosa”. Finalmente, primó su pasión por convertirse en jueza o fiscal. “Decidí prescindir de una doble licenciatura porque no me iba a dar herramientas en el futuro para la oposición”, explica a este periódico. A medida que iba estudiando, se reafirmaba en el camino escogido.
En cuarto de carrera, la joven decidió ponerse en contacto con un preparador que le recomendó una amiga en su misma situación. Así, Carolina comenzó la preparación en septiembre de 2019. El método de su instructor era paulatino. “Al principio no te puede meter una carga de estudio muy grande porque no estás acostumbrada. No es lo mismo que en la carrera, es bastante más exigente”, explica. Añade que iba dos días en semana a “cantarle los temas” hasta que se presentó a los exámenes.
La oposición cuenta de tres pruebas teóricas: un tipo test que hace de criba –solo aprueban 1.200 de los más de 5.000 aspirantes–. El temario está compuesto por 280 temas: 94 de Derecho Civil, 64 de Penal, 59 de Procesal Civil, 40 de Procesal Penal, 28 de Administrativo y Laboral, 27 de Constitucional, y 16 e Mercantil.
Es bien sabido que las oposiciones a Jueces y Fiscales presentan una gran complejidad. Algunos estudios señalan que el tiempo de media para aprobarlas está entre cuatro y cinco años. ¿Cuál es, entonces, el secreto de Carolina? “Ninguno, tan solo constancia, esfuerzo y estudio”, apunta la malagueña. “Yo creo que lo más importante es cuidarse. Yo hacía mucho deporte para despejarme”, manifiesta, al tiempo que señala que una de sus claves ha sido su entorno. Explica que la mayoría de sus amigas están opositando, lo que ha hecho que se sienta “muy respaldada”.
Asimismo, reconoce que lo más difícil es la fuerza mental y todo lo que ha tenido que sacrificar en el camino. “Solo tienes un día de descanso a la semana y tampoco puedes hacer un plan muy cansado porque al día siguiente tienes que estudiar”, apunta.
Pese a que esta oposición constituye un proceso muy selectivo, la joven asegura que “siempre ha notado muy buen ambiente” y que, lejos de sentir a sus compañeros como competencia, han sido un gran apoyo para ella.
Tras aprobar, Carolina ha disfrutado y exprimido el tiempo al máximo. “He visitado a mi hermano y a mi novio que viven fuera, sobre todo, pasar tiempo con la gente que quiero”, relata.
Hace unos días, se trasladó a la Escuela Judicial de Barcelona, una etapa de dos años que, cuando la supere, la convertirá oficialmente en jueza y se le asignará una plaza. Aunque asegura que sería un honor llegar a ser la jueza más joven de España, reconoce que se trata de un reconocimiento compartido: “En la Escuela Judicial hay varias personas de distintas ciudades de España con mi misma edad”.
Carolina tiene muy claro cómo desempeñar su trabajo y qué implica ser un buen juez: “Ayudar a la sociedad y ser consciente de la labor que desarrollamos como servicio público, así como tratar de solventar los problemas que se presentan y servir como herramienta para la sociedad”.
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