Carretería: mucha obra y poco negocio
La semipeatonalización de la calle del Centro Histórico durará, al menos, un mes más
Una situación que mantiene en vilo a los comercios debido a las pérdidas que están sufriendo
Málaga/Las obras de semipeatonalización de Carretería, que comenzaron el pasado cuatro de octubre, mantienen en vilo a los comerciantes de la calle. Aunque las previsiones eran que las labores de construcción finalizasen en seis meses, los plazos se han dilatado y los responsables de la infraestructura indican que el fin se demorará uno o dos meses más. Los establecimientos están ya desesperados, ya que han visto una merma de sus ingresos, y exigen al Ayuntamiento de la capital malagueña soluciones.
Esta Semana Santa, las obras se aceleraron para garantizar el paso de las cofradías por la calle. Se asfaltó la fase 1 de la vía, correspondiente a la zona sur, en la que se ubica la Tribuna de los Pobres. Si bien, los trabajos para la realización de una gran arqueta –de ocho metros- con el fin de canalizar las aguas pluviales han vuelto a dejar a la luz el subsuelo de la vía y, con ello, los establecimientos de Carretería siguen sufriendo pérdidas.
En el número 20 de esta calle, Caramello Salatto, una cafetería y pastelería artesanal, se ha visto abocada a cerrar durante enero, febrero y marzo por este motivo. “No había calle para que los clientes pudieran pasar, el pasillo que nos dejaron era demasiado pequeño y algún día ni eso, porque han tenido que levantar toda la acera”, explica Luigi Mazzarella , dueño junto a su mujer Raffaella Pánico.
Italianos de nacimiento, aunque afincados en España desde hace más de 10 años, decidieron en octubre de 2020, en plena crisis pandémica causada por la Covid-19, abrir el establecimiento, “ya que no había un concepto de cafetería de este tipo”. Desde que comenzaron las obras, Mazzarella asegura que han sufrido pérdidas económicas “de hasta el 80%”.
“Nosotros hemos sobrevivido gracias a los ahorros de nuestra familia de Italia, si no ya habríamos cerrado. Hemos perdido todo, no tenemos nada. Si ahora se rompe una nevera o tengo que cerrar 15 días porque no me encuentro bien ya no puedo hacerme cargo de local, porque estoy pagando todavía una deuda de los meses que estuvimos cerrados”, lamenta el italiano. Asimismo, señala que no le quedó más remedio que despedir a los tres trabajadores que tenía contratados. En Semana Santa, los dueños de Caramello Salatto volvieron a contratara a dos empleados, pero ahora ya no pueden hacerse cargo de los dos, “tengo que despedir a uno”.
Ante esta situación, Mazzarella reclama al Consistorio “alguna ayuda económica sustancial” para poder hacerse cargo de los gastos habituales, como son el alquiler, el agua, la luz o el sueldo de los trabajadores.
Armería Aguirre, en el número 1 de la calle, parecer estar cerrado. Y es que, la persiana del escaparate lleva semanas cerrada porque está rota y no pueden arreglarla debido a las obras. “Por aquí (explica mientras señala el trozo de acera que hay)no pasa el camión que nos tiene que descargar la puerta nueva. Además, los operarios nos han dicho que si pasa y rompe algo el Ayuntamiento no se hace cargo”, manifiesta Francisco Aguirre, hijo del dueño.
Este negocio, dedicado a la venta de armamento, trabaja con volúmenes pesados, lo que hace que todos los días tengan que descargar la mercancía en otro punto de acceso cercano y llevarla en carretillas al local, cuenta.
En el número 18 se encuentra María del Mar Ortega, una tienda de trajes de comunión y flamenca. Abierta desde 1929, ha conseguido sobrevivir a las obras gracias a su clientela fija. “La gente nos conoce y viene a buscarnos, pero las ventas han disminuido mucho”, manifiesta su dueña. Apunta que el invierno “ha sido especialmente duro”. Recuerda que “había un pasillo muy estrecho que lo cambiaban por días dependiendo de los arreglos que hicieran ese día. No había acera y teníamos que entrar entre los escombros directamente, a lo que se sumaba la lluvia y el barro”. Aunque destaca la “consideración de los operarios de obra”, critica la actuación del Ayuntamiento:“Podrían haber aprovechado para hacer las obras durante la pandemia”, expresa.
María del Mar Ortega, la tercera generación que regenta este establecimiento, asegura no tener esperanza en recibir ningún tipo de ayuda. “Si con el Covid, que hemos tenido la tienda cerrada no nos han dado nada, imagínate ahora”, señala. Insiste en que lo único que desea es que terminen ya y la normalidad vuelva a Carretería.
La concejala socialista en el Ayuntamiento de Málaga María del Carmen Sánchez pidió la semana pasada al equipo de gobierno la puesta en marcha de una línea de ayudas específicas para las actividades económicas afectadas por las obras de calle Carretería, Puerta Nueva y aledaños.
“Así lo haremos en la próxima Comisión de Economía en el Ayuntamiento de Málaga a través de una moción para que además de forma inmediata las diferentes áreas se reúnan con los afectados para escuchar sus demandas, dudas y preocupaciones dándoles todo el apoyo e información que les sean solicitadas”, indicó.
Sin embargo, el clímax general de los establecimientos afectados es de desesperanza. “Yo creo que las ayudas no van a llegar porque los políticos, sean del color que sean, solo van buscando la publicidad y, sobre todo el voto”, manifiesta resignada Mari Carmen Bernal, duela de la tienda dedicada a la venta de imágenes religiosas Nazareno de Málaga. “Es desesperante, yo no entiendo por qué el Ayuntamiento hace una obra sin pensar en los pequeños comercios. Han abusado de nosotros y nos han pisoteado”, critica. En su caso, denuncia que le hayan “quitado” fechas importantes para el negocio como son la procesión Magna y la Navidad.
Con un mínimo del 60% en pérdidas, Bernal reclama al Consistorio algún tipo de beneficio para los propietarios de los locales, con el fin de que ellos también puedan hacerles una rebaja en el alquiler.
Una demanda que también comparte Enrique Sánchez, dueño de Red Roses Tatto, ya que alega que al estar en Centro Histórico pagan “una barbaridad”.
“Lo hemos pasado muy mal”, recuerda. Cuenta que, como consecuencia del declive de clientes, ha contratado una empresa de posicionamiento web “para atraer a más gente”. Sánchez explica que, pese a que han estado muchos días sin trabajo, ha intentado “por todos los medios” no cerrar el establecimiento, ya que tiene muchos trabajadores.
Además, indica que las vallas que dificultan el acceso y unos toldos que colocaron se han convertido este tiempo en el cultivo perfecto para la violencia y el vandalismo. “A nosotros no nos han robado, pero sí hemos tenido que intervenir en una ocasión porque un grupo de chicos, aprovechando el poco tránsito, empezó a seguir a unas clientas. Algunas mañanas, cuando hemos abierto, también hemos encontrado charcos de sangre como si hubiera habido alguna pelea”, destaca.
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