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Un Centro sin vecinos
Opinión | Territorio Comanche
No es que no haya vecinos, es que se ha perdido el comercio local, naturalmente como consecuencia de lo anterior, y eso dice muy poco de una ciudad como Málaga
Cuestión de credibilidad
Málaga/HACE unos años se organizó una buena porque los mapas de inundabilidad de la Junta de Andalucía en el entorno de la desembocadura del Rio Guadalhorce señalaban como zonas inundables a unas áreas que efectivamente cada cierto tiempo se inundaban. ¡Menuda osadía! Realmente tuvimos la oportunidad de comprobar como incluso algún medio de difusión culpaba a dicha cartografía del futuro desarrollo de Málaga, activismo naturalmente encabezado por nuestro alcalde. Recientemente, y con datos extraídos del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA), se ha aprobado el Plan Municipal de la Vivienda de Málaga, que en su apartado cartográfico y de diagnóstico es un estudio muy serio y de referencia. Exactamente la diferencia que hay entre un mapa, es decir, un documento basado en información de base y georreferenciada, y una infografía, que no deja de ser un deseo con colores.
Pues bien, al margen de la milonga que pretendió vender el ayuntamiento, la realidad es que dicho documento de diagnóstico plantea algunas cuestiones dignas de reflexión. Y así, aunque usted cada vez que va al centro lo vea con vida, bullicioso, con muchas terrazas y bares abiertos y mucha gente que va hacia un lado u otro, la realidad es que dicha zona está sumida en un proceso manifiesto de envejecimiento, en el que la población residente es la más anciana de toda la capital. Según aparece en el estudio demográfico, hay una serie de indicadores que deben hacer reflexionar a los gestores del territorio a la hora de activar determinadas políticas.
El índice de ancianidad supone el número de personas de 85 años o más por cada 100 personas de 65 años o más. Pues bien, si para el conjunto de la ciudad está en el 12,6% ese índice es del 22% en el casco histórico, el 20% en la zona del Soho, y en Mármoles el Molinillo-Capuchinos o en La Trinidad, el porcentaje está en el 17%. Otro de los indicadores es el índice de envejecimiento, que compara el número de personas de 65 años o más por cada 100 personas menores de 16 años. Aquí también el centro con un 153,18% unido a Ciudad Jardín (162,8%), alcanza muy elevados valores. Además, el 17,28% de la población del centro vive sola, casi el doble de la media municipal, lo que supone que sea precisamente este enclave el que el índice de soledad, relativo al número de personas de 65 años o más que viven solas es mayor.
Destaca la zona de el Ejido-La Merced y La Goleta-San Felipe Neri con un 64%, seguido la famosa almendra, con un 62%. Coincide que se trata de una población que reside en las viviendas que poseen una mayor antigüedad, especialmente las ubicadas en la zona de El Ejido-La Merced (1925), La Goleta-San Felipe Neri (1914) o la mayor parte del casco histórico (1920).
Esta es una de las consecuencias de un proceso de expulsión de la población autóctona y de recambio por negocios y viviendas turísticas, que a buen seguro no debe enorgullecer a los actuales dirigentes de la ciudad, porque dicho proceso conlleva una sinergia de mercantilización indeseable de la ciudad. No es que no haya vecinos, es que se ha perdido el comercio local, naturalmente como consecuencia de lo anterior, y eso dice muy poco de una ciudad. La pérdida de los vecinos supone incuestionablemente otra en el mismo sentido de la identidad de barrio, dado que el centro se ha convertido en un cascarón vacío, dedicado al turismo como monocultivo que ha atrapado a los escasos residentes hasta el punto que los ha terminado aislando, debido en muchos casos a la dificultad de movilidad añadida en una zona invadida por las terrazas, en la que incluso un vehículo de emergencias, sea ambulancia o bomberos encuentra dificultad de acceso. Estamos asistiendo a un proceso de despersonalización de los indicadores de la ciudad, los comercios tradicionales han dejado paso a tiendas pertenecientes a franquicias.
Asistimos a un proceso muy serio, porque esta es una población muy vulnerable por circunstancias obvias, que está perdiendo dentro de ese marco de soledad su red logística de apoyo, dado que no encuentran vecinos próximos, y sí mucha población en tránsito que va a su puñetera bola porque para eso ha venido un fin de semana, a divertirse y no para darle conversación a la pobre vecina del tercero B. Esta es otra de las sinergias derivadas de la expansión de las viviendas turísticas, y está directamente relacionada con la disrupción de la solidaridad urbana. Así que, en el centro, los precios de alquiler aumentan, el número de viviendas turísticas también y eso con cerca de 13.000 viviendas deshabitadas. Con un mayor el índice de presión turística residencial, es también donde más caro es el precio de la vivienda en alquiler.
Es precisamente en dicha zona, en la que se pretende llevar a cabo el mayor empeño faraónico del actual regidor, que, a falta de un proyecto emblemático en los últimos 23 años, pretende dejarnos abierta la ciudad en canal como referencia a su inacción previa. Y ciertamente, sorprende y mucho que ante la propuesta más agresiva que se pretende hacer sobre el tejido urbano de Málaga, como la recogida en el Plan Málaga Litoral, por mucho que la vistan de falsa sostenibilidad, con una obra que convulsionará a los vecinos durante una buena serie de años, si no décadas, nuestro regidor, con incuestionable fama de demócrata de casi toda la vida, no vea necesario que dicha operación urbanística se someta a un expediente de planificación. En vez de colocar en el centro de todo a los vecinos, pareciera más un comercial que el alcalde de Málaga. La ciudad es suya, y a los abuelos del centro que les vayan dando. Poco más que añadir.
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