Cerca de 250 bares se concentran en las zonas más ruidosas del Centro

De ellos, unos 70 se localizan en las vías más saturadas acústicamente, con niveles que sobrepasan en más de 20 decibelios el límite permitido por la normativa en horario nocturno

Vista de bares y restaurantes en la Plaza Uncibay y la calle Calderería, dos de los puntos más ruidosos.
Vista de bares y restaurantes en la Plaza Uncibay y la calle Calderería, dos de los puntos más ruidosos. / Javier Albiñana
Sebastián Sánchez

12 de marzo 2018 - 01:33

Málaga/Las mediciones realizadas en los últimos años por el Ayuntamiento de Málaga en la zona más céntrica del Centro histórico constatan la implicación directa de los negocios de hostelería distribuidos por la almendra en que se superen de manera severa los límites sonoros permitidos en horario nocturno. Una demostración gráfica de esta realidad fue puesta sobre la mesa la pasada semana en la última de las reuniones celebradas para abordar la apuesta municipal por delimitar las denominadas Zonas Acústicamente Saturadas (ZAS) en la geografía del casco antiguo.

El mapa expuesto a residentes y empresarios de la zona permite observar como de los más de 400 bares y restaurantes distribuidos por este espacio urbano, del orden de 170 están concentrados en las calles donde los niveles de ruido se ven más superados. Y ello implica que la cifra de los 55 decibelios marcada como tope en horario nocturno dé paso a mediciones de entre 15 y más de 20 decibelios superiores. Unos parámetros que se observan en los entornos directos de las plazas de la Merced, Uncibay y Mitjana, entre otros.

La moratoria de licencias y reducir el horario de las terrazas, las medidas analizadas

De esta cifra, según el conteo que pudo hacer este periódico, unos 70 establecimientos se ubican en calles con una afección "muy alta", es decir, con registros por encima de los 75 decibelios, mientras otros 90 se asientan en un entorno con afección "alta", con entre 70 y 75 decibelios. A estas dos categorías se suman más de 80 locales situados en vías con una afección media (superando en entre 10 y 15 decibelios los 55 autorizados) y unos 36 con afección baja (por respetar los 55 decibelios o por superarlos en diez).

Esta plasmación catográfica del Centro es la que de manera más sencilla expresa el impacto del ruido y el grado de incidencia sobre los vecinos del barrio. Una circunstancia que ha motivado que, tras varios años de denuncias, el Ejecutivo local haya dado un paso adelante y propuesto de manera firme la aprobación de medidas con las que minimizar el ruido. Lejos de quedar allanado el camino hace meses apuntado por el área de Sostenibilidad Ambiental, éste sigue marcado por la incertidumbre.

La falta de consenso entre los residentes y los hosteleros, que se suma a la ausencia de unidad entre los propios grupos municipales con representación en la Casona del Parque, ha impedido que el plan diseñado por el Consistorio haya iniciado su tramitación efectiva. A estos escollos hay que añadir la necesidad de esperar a que el secretario del Ayuntamiento emita un informe acerca de la necesidad o no (como plantea la asociación de hosteleros Mahos) de realizar una nueva zonificación atendiendo "a la actual realidad turística de la ciudad". En caso de que el alto funcionario decretase que es preciso realizar esa labor, las ZAS volverían a aplazarse varios meses más, al tiempo que, previsiblemente, podría verse reducido el número de calles afectadas por las medidas.

El plan municipal, grosso modo, incluye acciones de cierta relevancia como la aplicación de una moratoria de licencias para negocios de hostelería en los espacios saturados por el ruido. En el caso concreto de la capital, esta categoría se contempla para buena parte del casco antiguo y para tres calles de la zona de El Romeral. La aplicación de esta medida, que no cuenta de inicio con el respaldo de los empresarios, implicaría que a lo largo de un año el Ayuntamiento no concedería nuevas licencias para la instalación de bares o restaurantes en esas calles.

El veto quedaría levantado en el plazo de un año si, tras realizar nuevas mediciones, se comprueba una mejora en los niveles de ruido. A juicio de los hosteleros, la moratoria puede causar una situación de indefensión jurídica, así como un encarecimiento de los precios de arrendamiento actuales ante la certeza de que el número de bares no crecería durante esa anualidad. A esta acción podría sumarse la reducción del horario de instalación de terrazas en la vía pública, cuestión que sigue pendiente de negociación entre las partes implicadas.

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