La Cheesequería, las tartas de queso de moda en Málaga
Es el primer establecimiento de la ciudad especializado únicamente en este dulce
Su creador, Ricardo Álvarez, trabaja en nuevos proyectos con productos de la tierra como protagonistas
Málaga/Payoyo, Idiazábal, azul gamoneu, torta del Casar y old Amsterdam 28. Podría ser la tabla de quesos que ofrecen en cualquier restaurante como antesala a los postres. Sin embargo, esta selección de productos es solo una parte de los 19 tipos de tartas que en La Cheesequería preparan a diario. Ubicada en la avenida de Mayorazgo, este pequeño local se ha convertido en un punto de referencia entre los amantes del dulce. Con aspecto ‘instagramer’ (porciones chorreantes, con los bordes ligeramente tostado y un interior cremoso), el origen de estas tartas está en Ricardo Álvarez, su creador.
La restauración en general, y la cocina en particular, ha sido un fijo en sus recuerdos desde que era pequeño. Cuenta que, cuando sus padres salían y tenían que prepararse la cena, su hermano optaba por un bocata de jamón y queso: “Yo le añadía salchichas, salsas... Le daba una vuelta de tuerca”. “Y lo sigue haciendo”, dice Cristina Amores, socia del negocio y pareja de Ricardo. Después de estudiar el bachiller tecnológico, se fue a Madrid, donde comenzó su relación con los fogones. Tras hacer las prácticas en Diverxo (el tres estrellas michelín de Dabiz Muñoz) y recorrer algunos restaurantes con una libreta en la que guardaba las recetas, llegó el gran reto: las cocinas con Mauricio Giovanni, en Ibiza, con una estrella michelín. La pandemia truncó lo que debería haber sido un camino hacia lo más alto.
Llegó septiembre, llegó el covid, y llegaron los confinamientos. En búsqueda de un futuro laboral, Ricardo y Cristina emprendieron el viaje a Holanda. Allí les pilló la segunda ola y, por tanto, las consiguientes restricciones. Huyendo del virus, llegaron a Alemania, donde la suerte tampoco les sonrió. Málaga se convirtió entonces en una caída libre: “Me tiraba todo el día en la cama, lamentándome por la vida. Un día le dije a mi madre que me iba a poner a hacer tartas de queso: invadí la cocina de mi casa”, recuerda Ricardo.
Por petición expresa de su familia, tuvo que buscar otra alternativa. Cristina y él se hicieron con un piso en el que pusieron en marcha El Caserito, una propuesta gastronómica que aglutinaba “todo”: “Chef a domicilio, eventos, cocina japonesa... Todo para poder ganarnos la vida. Nos queremos dedicar al mundo de los negocios y en torno a las tartas hemos encontrado una oportunidad de mercado”. Pero no es la única, Ricardo tiene en mente abrir nuevos establecimientos en los que los platos típicos malagueños sean protagonistas.
Tras ocho meses experimentando sabores y texturas, La Cheesequería abrió sus puertas el 8 de julio. Desde entonces, los números dicen que cada semana cocinan una 200 tartas, que los días buenos pueden preparar más de 40, que son proveedores de media docena de restaurantes, que hace poco encargaron 15.000 cajas para las porciones y que, a día de hoy, no tiene reparo en contar cuál es el secreto: “La receta es lo fácil porque simplemente consiste en mezclar ingredientes. Hemos sustituido la harina por el queso para darle esa cremosidad. El problema es conseguir el punto exacto de la tarta. Tenemos el mejor horno de pastelería de mercado y aun así no somos capaces de que todas las tartas queden iguales. Es un auténtico quebradero de cabeza”, dice Ricardo.
Tienen clara la filosofía: abarcar un gran producto de “mucha calidad” ¿El motivo? La Cheesquería en un punto fijo de muchas familias y los pequeños siempre optan por la tarta de Happy Hippo, Jungly, Lotus o Rafaello (entra la larga lista de opciones que ofrecen) mientras que los adultos prefieren las opciones más queseras. De cara a Navidad, ya trabajan en nuevos productos que combinen los dulces típicos con su sello de identidad: “Buscamos una tarta que rompa los esquemas”.
Aunque suene paradójico, Ricardo asegura que no es un amante del dulce: “Me gustan los buenos restaurantes, pero no suelo acabar las comidas con un postre. Eso sí, pruebo todas mis tartas para comprobar el punto”. Sin embargo, Cristina no puede evitar reír durante unos segundos: “Si por mí fuera, estaría el día tomándolas”.
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