“Compartir la vida e imágenes de los niños en redes tiene riesgos y vulnera su intimidad”
La pediatra Marta Garín advierte del peligro que supone sobrexponer a los menores; desde su explotación como youtubers al uso de sus fotos por redes de pedofilia
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Málaga/¿A qué gente dejarías entrar a tu casa a observar a tus hijos, en grupos de 10 ó de 20, que vayan pasando y los observen?”, pregunta la pediatra Marta Garín para instar a los padres a reflexionar sobre la tendencia a compartir sus imágenes, sus vidas, sus logros y hasta sus tropiezos en internet. Y a continuación advierte que en las redes sociales, los que observan “son miles de ojos mirando a tus hijos y no con los ojos con los que los miras tú...”
Esta realidad tiene nombre: el sharenting, que no es otra cosa que la sobreexposición de los menores en las redes sociales por parte de sus progenitores o familiares. La pediatra apunta que esa costumbre, además de vulnerar su intimidad –“porque los niños no son propiedad de los padres”– entraña una serie de riesgos. Estos pasan desde la “explotación” por la propia familia como youtubers rentables para hacer caja, hasta el uso de sus imágenes por redes de pedofilia o incluso por parte de los colegios para publicitarse.
“Vivimos en un mundo digital; no hay que vivir con miedo, pero debemos ser conscientes de los riesgos y compartir esos contenidos con mucha prudencia”, aconseja y exhorta a la vez. Garín hace hincapié en que cada imagen que se comparte de los menores deja una huella digital. Y en primer lugar pone su derecho a la intimidad. Porque resalta que “aunque todo salga bien” –es decir que el contenido compartido no se utilice para fines delictivos, publicitarios o de mofa–, se vulnera su intimidad.
Cuando un adolescente llega a los 18 años ya es libre de decidir qué información sobre sí mismo se comparte. Por debajo de los 14 son sus padres los responsables. Y entre esa edad y la mayoría de edad, sus progenitores o tutores deben solicitar su consentimiento. “Pero ¿un niño tiene conciencia de a qué se expone cuando esos contenidos lo vean miles de seguidores?”, inquiere la pediatra. Responde que su consentimiento no es igual de consciente que el que pueda dar un adulto.
Abunda en que no sólo se comparten imágenes, sino celebraciones, vacaciones y muchas vivencias que son de su esfera personal. La facultativa llama la atención sobre el hecho de que en algunos casos se les pixela la cara, pero se relata su vida con pelos y señales; desde una operación, a un cumpleaños, hasta sus avances en los estudios. Es decir, que aunque no se les vea el rostro, su vida está narrada y compartida casi en tiempo real en las redes sociales. “Ese niño no está decidiendo y tiene derecho a la intimidad, que debería prevalecer”, resalta. Garín apunta que se interesó por el sharenting tras leer a @medianoche.tube, que lleva alertando sobre estas situaciones desde 2017 a través de Instagram y Youtube.
La pediatra sostiene que más allá de la vulneración de la intimidad de los pequeños, están los riesgos. “Porque cuando subes su imagen a un medio digital, pierdes el control de esa imagen”, advierte. Los peligros pueden ser inmediatos o mediano y largo plazo.
Entre ellos, Garín incluye hasta los secuestros. Porque hay imágenes o relatos que pueden servir para identificar a los menores y conocer sus rutinas, si alguien tuviera la intención de raptarlos. O el grooming, que es el contacto de adultos –que generalmente se hacen pasar por menores– con intereses sexuales. También porque las imágenes o relatos de sus vidas compartidas pueden dar lugar a bullying o ciberbullying. Onada más –ni nada menos– que porque los vídeos compartidos causen ansiedad o vergüenza en el menor.
También apunta otro riesgo de los contenidos sobre menores subidos a internet, aunque no sea más que porque unos padres ingenuamente quisieron compartir un instante de alegría: su uso posterior en web pedófilas. Apunta que más del 70% de las imágenes de este tipo de páginas las obtienen de fotos normales, que son públicas en las redes. O el peligro de que sean utilizadas para fines publicitarios sin solicitar consentimiento alguno. Incluso apunta que hay centros educativos que hacen sharenting para publicitarse, recurriendo para ello a subir fotos de alumnos en determinadas actividades. “Lo de los colegios me escandaliza”, comenta.
Insiste además en que los comparta quien sea –padres, tíos, primos, abuelos o el colegio– y con la intención que sea –de dejar constancia simplemente de un momento grato o con fines económicos–, esos contenidos se quedan para siempre en internet, son accesibles en el mundo entero y dejan una huella digital que no es fácil de borrar. Porque aunque la ley contempla el derecho al olvido, los menores no pueden ejercerlo hasta que no alcanzan la mayoría de edad y el proceso para conseguirlo es complejo. La pediatra explica que basta buscar “fiesta del agua” en Google para confirmar que hay en internet cientos de imágenes de menores en bañador que todo el mundo puede ver.
Garín advierte además de los “instapapis o instamamis” que convierten a sus hijos en youtubers que facturan mucho dinero. Padres que transforman la vida de sus pequeños en un reality show. Suben sus vídeos a las redes abriendo regalos, mostrando su reciente una operación o promocionando un parque de atracciones.
Destaca que en los congresos de Pediatría no se aborda el sharenting porque “es un tabú y nos ponemos de perfil”. Este fenómeno ha hecho su eclosión en los últimos años y ha puesto en evidencia la falta de una regulación legal para proteger a los menores.
Garín recuerda que en Italia y Austria ya ha habido niños sobreexpuestos a las redes sociales que, tras alcanzar la mayoría de edad, han denunciado a sus padres por ese sharenting. “Y han ganado”, señala la pediatra. Apunta que más allá de la vulneración de su intimidad y de los posibles usos delictivos de sus imágenes, los menores sobreexpuestos suben un daño emocional que “habrá que tratar”. Pero insiste en que más que curar, es mejor prevenir con una legislación que proteja a los menores y una prudencia extrema por parte de los padres a la hora de compartir contenidos de sus hijos.
Consejos para proteger a los hijos del ‘sharenting’
La pediatra Marta Garín da una serie de consejos para evitar la sobreexposición de los hijos en redes sociales. En primer lugar, ser conscientes de los riesgos que supone compartir imágenes, vídeos o información sobre los niños porque una vez que se sube a un medio digital, se pierde el control de esos contenidos. Por lo tanto, recomienda hacerlo con la máxima prudencia. Otra recomendación es tener el consentimiento del menor. En aquellas imágenes compartidas por Whatsapp, que se puedan ver solo una vez. Siempre que se suba una foto debe ser de los niños vestidos. Además se debe leer detenidamente la política de privacidad en redes y desactivar la localización. “Tenemos que ser conscientes de que todo lo que subimos puede ser público””, advierte. Aconseja no subir imágenes del menor con uniformes o detalles que puedan contribuir a su identificación o localización, no mostrar sus caras y tener el compromiso de aquellas personas con las que se comparten sus fotos o vídeos que luego no las compartirán.
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