El Conservatorio Superior reclama su adscripción a la UMA
El renovado equipo directivo se enfrenta a un curso "con una economía de guerra, con pocos medios materiales y humanos" · Sufren un recorte de plantilla de casi el 10%
Después de 27 años de gobierno ininterrumpidos, surgen voces nuevas en el Conservatorio Superior de Música de Málaga. Francisco Martínez González, nombrado recientemente director, llega al cargo con la meta de modernizar un centro que subsiste con "pocos medios materiales y humanos" pero que tiene su reivindicación principal muy clara, la adscripción a la UMA. "Si tuviéramos que reducir los proyectos al más interesante y al más doliente, puesto que son años de reivindicaciones, sería nuestra integración definitiva en la Universidad de Málaga", comenta el director.
Martínez González defiende que el 30% del claustro son doctores y que "esa masa crítica es una herramienta válida para reivindicar la legitimidad de esta aspiración". Además, señala que mientras que estas enseñanzas de régimen especial están consideradas administrativamente como educación Secundaria y, por tanto, los docentes cobran como profesores de institutos y el centro se financia como tales, expiden títulos equiparados a grados universitarios. "Padecemos esta esquizofrenia desde hace décadas y ahora entramos en un periodo de militancia, en una campaña para reivindicar sin complejos nuestro lugar propio", añade el director.
Este "limbo" en el que viven las enseñanzas musicales superiores ha supuesto "más un handicap que un privilegio", subraya Martínez González. Esto también afecta a su financiación y se quejan de que no tienen las mismas herramientas que poseen los alumnos universitarios. "La adquisición de instrumentos es cada vez más complicada, a duras penas podemos pagar la factura esencial del afinador de pianos, por ejemplo, y no podemos mantener abierta la biblioteca todos los días porque corre a cuenta de nuestros gastos", explica el director del centro.
Entre tres personas tienen que gestionar el trabajo diario de 72 profesores y unos 350 alumnos, por lo que están "absolutamente desbordados". También se quejan de que la infraestructura del Conservatorio, un edificio de los años 70, tiene "muchas deficiencias" en cuanto a la insonorización de las aulas y el aislamiento térmico, además de contar con muy pocos equipos informáticos y una sola aula con proyector.
Centenares de alumnos usando los pianos durante años han provocado que éstos estén envejecidos y necesitan una reparación que deberían de cambiar o restaurar, pero el presupuesto les llega "justo para cubrir las facturas de agua, luz, teléfono y los gastos inevitables". También se quejan de que su condición de "docentes a tiempo completo" les dificulta mucho la asistencia a congresos o la participación en proyectos de investigación, como suele tener el profesorado universitario. El enriquecimiento del currículum "tiene que ser a costa del sacrificio familiar y personal", critica el director.
La subida de dos horas lectivas también ha llegado a las enseñanzas musicales y la plantilla del conservatorio se ha visto reducida en casi un 10%. "Hemos perdido biodiversidad, tenemos menos profesores, menos perfiles y menor potencial docente, y eso repercute en los alumnos", afirma Martínez González. Sin embargo, la imaginación suple cualquier carencia y reconoce que "la cantera malagueña es de gran calidad, hay mucho talento natural que sale a flote a pesar de las limitaciones", dice el director que también pide un programa "de integración más lógico de las enseñanzas musicales con las regladas".
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