Coronavirus en Málaga: Sanitarios en la primera línea de defensa frente al Covid-19
Médicos y enfermeras relatan las semanas más duras de sus carreras
En ellas han convivido con el miedo, el aislamiento, la incertidumbre y la falta de material
Málaga/Son valientes aunque tengan miedo a exponerse a un enemigo tan potente. Son fuertes aunque el desánimo también les alcance. Son luchadores a pesar de no contar siempre con los medios necesarios. Son tenaces porque la batalla que se presenta es larga y dura. Son sanitarios, la primera línea de defensa frente al Covid-19, la esperanza de los enfermos, el motivo de los aplausos diarios. Un pequeño grupo de ellos, relata sus vivencias las semanas más difíciles de su carrera.
Andrés Buforn es médico de Urgencias del Hospital Clínico y reconoce que se ha hecho familiar esa sensación de temor cuando se coloca el equipo de protección (EPI). Dejar algún lugar al descubierto, alguna rendija, puede suponer un contagio y dos manos expertas menos para la contienda.
La suya quizás sea el área más delicada, dónde llegan las sospechas todavía sin una prueba que determine si el paciente está infectado con el virus o no. Por eso es tan importante tener el equipo adecuado, aunque trabajar con el traje sea “incomodísimo”. “Ahora mismo nos están dando las mascarillas y el material, por el momento, no está faltando, aunque sí hubo problemas porque nos cogió todo esto de improviso, era una barbaridad de personas las que venían enfermas”, apunta Buforn.
El ritual posterior, el cuidado excelente en la desinfección para pasar a la zona limpia o cuando llega a casa, forma ya parte de su cotidianidad. “No podemos descuidar la higiene, cuando salgamos a la compra hay que ir con extrema precaución, la higiene de manos, la mascarilla y el confinamiento son nuestras herramientas para luchar contra este virus”, indica el médico de Urgencias.
Para él, lo más difícil está siendo el aislamiento de pacientes y la separación de sus familiares. “Tenemos que informarles a un metro y medio y luego no pueden ver a sus familiares, le das el parte médico y lo aceptan con una resignación que es de elogiar, se van sin poder visitarlos y eso lo estamos llevando muy mal los médicos”, asegura. “Es terrible y loable cómo lo están encajando, los pacientes y familiares, ellos sí que se merecen el aplauso”, agrega.
En Urgencias, destaca Buforn, “la carga de trabajo es bastante, pero no nos importa, lo que nos importa es que salga esto para adelante, que el paciente esté asistido y darle toda nuestra humanidad”. Y subraya que “de ánimo vamos bien, somos el cuerpo de marines y si tenemos miedo a enfermar es porque no queremos abandonar la primera línea”.
De esta crisis espera que queden dos enseñanzas para el futuro. La primera es aprender a no saturar las urgencias con banalidades, que en estos días han descendido enormemente. Y otra el reconocimiento a los médicos de Urgencias de la especialidad “que están buscando desde hace tiempo y que hemos demostrado que nos la merecemos”.
Medicina interna, Microbiología, Rayos, Enfermedades Infecciosas, Cuidados Intensivos, dirección, auxiliares y enfermeras, celadores, limpiadoras. Son muchos los profesionales que hacen que el engranaje funcione a diario en los centros malagueños, en los que han sido ingresados más de 800 positivos desde que comenzó la emergencia sanitaria.
El intenso trabajo de las enfermeras de Urgencias
Ana García Plaza es enfermera de Urgencias del Hospital Clínico. “Llevo 28 años de enfermera y no había visto una cosa igual, es muy doloroso que estos pacientes no puedan tener el cariño de sus familiares cerca. Trabajo en críticos, estoy acostumbrada a cosas fuertes y esto es muy penoso”, indica.
En cuanto a la falta de material sanitario, subraya que “nos ha pillado a todos fuera de juego, teníamos que haber estado más preparados para esto”. García Plaza afirma que “han cambiado mucho los protocolos, un día se hacía de una forma y otro de otra, y podía presentarse un enfermo con una insuficiencia renal que luego resultaba positivo en Covid y lo hemos estado atendiendo con una mascarilla quirúrgica”.
La enfermera considera que es “muy duro que España sea el país que más contagio tiene de personal sanitario” y estima que “muchas cosas se podían haber evitado si nos hubiesen escuchado”. “No me quiero contagiar porque necesito estar sana para los míos cuando esto termine y porque quiero seguir luchando contra esto”, admite esta enfermera para la que los aplausos son su “batería, nuestros ánimos”.
Ana estuvo cuatro días en aislamiento hasta tener el resultado negativo de la prueba, pero pudo sentir “lo duro que es para estos enfermos, se te parte el alma”. “Hay un antes y habrá un después de todo esto, que nos ha marcado mucho”, reconoce y aplaude el trabajo en equipo y la complicidad de algunas compañeras.
Lina Vivar trabaja en su unidad. Ella fue la primera enfermera de Urgencias que tuvo un aislamiento preventivo por contacto con un caso positivo, y la incertidumbre y el miedo fueron sus compañeras de cama durante esos días en los que la sintomatología de una gripe la hizo ponerse en lo peor.
“Me creó mucha impotencia saber de ciertas actuaciones de algunos mandos intermedios, que no apoyaron a su gente y se escudaban en el protocolo para no dar los trajes de protección”, apunta esta enfermera. “Prefieren perder la dignidad que su asiento, aunque no todos son iguales, el comportamiento ha sido dispar, en unos se veía mucho más la humanidad que en otros”, agrega.
“Hay mucho miedo y mucho desconocimiento y un sentimiento de frustración grande”, sostiene Vivar, que cree que finalmente “todo se naturaliza” y teme que no se aprenda lo suficiente de esta crisis y no se depuren las responsabilidades que correspondan. Aunque también hay una parte positiva en todo esto. “Nos va a hacer agudizar el ingenio y encontrarnos con nosotros mismos, con la familia, saber qué es lo realmente importante”, considera.
En Urgencias del Hospital Regional trabaja Silvia Cantero desde hace 31 años. Comenta que la pandemia les pilló en plena reforma de Urgencias, “con los obreros allí, solventado todo sobre la marcha, con un circuito limpio en el que se mezclaban los enfermos, con mucha inestabilidad y una impotencia muy grande, con gente nueva a la que enseñar”. Asegura que tampoco se ha intensificado la limpieza porque no han ampliado el personal a pesar del riesgo de salud pública y afirma que “estamos hacinados por mucho que queramos”.
Esta veterana comenta que va a trabajar “con un nudo en la garganta” y con una importante carga de estrés. “Yo creo que la gran mayoría de los sanitarios somos portadores y vamos cayendo poco a poco, cada uno en su casa, dependiendo de la carga viral”, sostiene Silvia.
Para esta enfermera la formación a las plantillas de los centros sanitarios cuando comenzó la propagación de la epidemia debió de ser prioritaria. “Podíamos haber estado mejor preparados desde primera hora, hay muchos estamentos, limpieza, celadores, que no les ha dado una formación y los protocolos han ido cambiando constante porque como cada vez hay más casos, se están habilitando plantas y tienes que sacar a los pacientes, eso lo tenían que haber previsto”, apunta y estima que “vamos a salir pero va a ser lento”.
La colaboración de la sanidad privada
También la sanidad privada se ha visto expuesta a la misma pandemia. José Antonio Trujillo trabaja en el servicio de Cirugía General del Hospital Quirón. “En estos momentos de crisis no hay medicina privada ni pública, están todos los recursos puestos para atender a los pacientes con la misma profesionalidad y con los mismo medios, no hay distinciones. Es una obligación por nuestra parte estar disponible para la autoridad sanitaria, haciendo una colaboración leal y sincera”, explica el cirujano.
Trujillo también es vocal de la junta directiva del Colegio de Médicos. “Desde el colegio estamos intentando que las medidas de seguridad y atención al paciente sean las que corresponden, están testadas y probadas, nosotros tenemos que ser parte de la solución y no del problema, tenemos que ir perfectamente equipados”, indica.
“Esta situación de crisis está exigiendo lo mejor de cada uno, no es solo una crisis sanitaria como tal, que es gordísima, sino que afecta a todas nuestras relaciones personales y profesionales, se dan en un ámbito diferente”, añade el doctor.
Además de la complicación del cuatro clínico, “las dificultades de comunicación con sus seres queridos hace que también emocionalmente se nos esté exigiendo mucho más”, dice. Lo hacen por vocación, porque “este es nuestro trabajo y nuestra pasión” y quieren ser “vector de buenas noticias para el paciente, para su familia y compartir cosas positivas con la sociedad en este tiempo de dificultad extrema”.
Pero de lo que tampoco pueden desprenderse es de la necesidad de proteger a sus propias familias. Para ello, Trujillo tiene un pacto y en casa “hablamos del tema lo justo y necesario, no me puedo llevar las tragedias diarias porque generaría situaciones insostenibles para ellos”.
La transformación del trabajo en los centros de salud
Y si el Covid-19 es el protagonista en los hospitales, igual ocurre en los centros de salud, en la asistencia más cercana. Intentar dejar los consultorios vacíos para dedicarlos a lo estrictamente necesario ha sido la máxima desde que proliferaron los casos de coronavirus.
“Estamos haciendo una labor con todos los pacientes asignados intentando que se queden en casa y solucionando problemas a través de la telemedicina, dándole orientaciones, medicación, solución de problemas, baja laboral, todo para evitar lo máximo el desplazamiento”, explica Juan José Sánchez Luque, médico de familia y presidente del Colegio de Médicos de Málaga. “Más del 80% de los casos pueden ser resueltos por esta vía y cuando no hay otra opción se visita a domicilio o se le aconseja que acuda al centro”, destaca.
Para Sánchez Luque el frente más activo ahora está junto a los colegiados. “Estamos interconectados todos los días, hemos creado el censo de voluntarios y una unidad de apoyo emocional, además de informar de todas las novedades y resolver los interrogantes que nos llegan”, señala.
Desde proveerlos de un certificado para sus desplazamientos a poner en marcha una plataforma formativa con la Sociedad Científica de Medicina Interna o instruir a los facultativos que no están acostumbrados a trabajar con el sistema digital de la pública, así como darles asesoramiento legal y económico.
En líneas generales, el presidente del Colegio de Médicos considera que “la sociedad está reaccionando bastante bien, ante una situación límite a la que no estamos acostumbrados y que el hecho de estar encerrados genera ansiedad, creo que se está actuando muy razonablemente”.
Eso sí, destaca que es “fundamental que el personal médico esté protegido, primero por su propia seguridad y también porque detrás tiene a su familia, el riesgo es mayor que en la población general y los datos de contagio son terribles”.
La atención en los pueblos del interior
Ángel García Arjona, representante de Atención Primaria en el Colegio de Médicos, trabaja en el centro de salud de Campillos y también abarca los consultorios de Sierra de Yeguas, Almargen, Cañete la Real y Teba. Cuando se presentan síntomas respiratorios se realiza la atención domiciliaria y en las ambulancias disponen de un equipo de protección.
Pero también asegura que “estamos utilizando todo tipo de apaños gracias a la solidaridad de las personas”, apunta. La mayoría, afirma, “tienen mucho miedo de tener una neumonía grave, de ser hospitalizados, la ansiedad ha aumentado en los pacientes normales y en enfermos, algunos nos piden ansiolíticos”.
En los pueblos el porcentaje de personas mayores es alto y ellos son pacientes de riesgo.
“Llaman preocupados, nos preguntan qué tienen que hacer, cómo actuar”, comenta García Arjona y subraya que el seguimiento telefónico diario para los que presentan síntomas es esencial. Para este médico, la crisis del Covid-19 deja un mensaje muy claro.
“El sistema sanitario en España se ha vendido siempre como la joya de la corona y cuando ha venido algo muy grave no ha podido dar una respuesta completa, los resultados salen por la ética de los sanitarios, que han seguido luchando al pie del cañón y trabajando con pocos medios, pero el sistema ha tardado en ponerse al día”.
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