Coronavirus en Málaga: el día a día en un colegio virtual
Coronavirus en Málaga
Los más pequeños siguen sus clases desde casa bajo el seguimiento de sus maestros a través de distintas herramientas digitales, pero la organización no siempre es sencilla
Málaga/Irene estudia sexto curso de Primaria en un colegio de Málaga. Hace ya tiempo que la virtualidad dejó de ser un misterio para ella, igual que para sus compañeros de clase: cada día realiza la mayor parte de sus tareas domésticas a través diversas herramientas digitales, con el seguimiento en directo de sus maestros. De hecho, ya en en aula, estas mismas herramientas son también protagonistas en la actividad cotidiana del centro, de manera que la confluencia de los entornos virtuales y los reales es casi absoluta. De esta manera, Irene y sus compañeros han llegado a la suspensión de las clases y el obligado confinamiento por la crisis del coronavirus con suficientes destrezas digitales adquiridas para que la continuidad del aprendizaje, ahora en un entorno exclusivamente virtual, se garantice sin problemas. Estas herramientas permiten a los alumnos continuar con la programación prevista del curso en continuo contacto con sus maestros, pero la experiencia digital tampoco significa la panacea: el trabajo en el aula y la interacción directa siguen siendo elementos imprescindibles en la formación de los niños y su carencia obliga a los docentes a tirar de imaginación y rigor para aportar experiencias que, en la medida de lo posible, logren paliar esa desventaja. En cualquier, muy a pesar de la cuarentena, el colegio y sus clases siguen su rumbo con la absoluta autonomía del alumno (en las edades en que es posible; en educación infantil y en el primer ciclo de Primaria, el contacto se establece, principalmente, entre maestros y padres o tutores), lo que de paso garantiza el establecimiento de una rutina harto saludable en el más estricto aislamiento.
A la hora de poner en marcha herramientas virtuales, los docentes disponen de un amplio ramillete de soportes y aplicaciones para la interacción digital, desde el consabido Skype hasta otros instrumentos similares pasando por el mismo WhatsApp. Pero el manual estrella es a día de hoy el Classroom, una aplicación alojada en Google que permite a los profesores dejar cada día a disposición de los alumnos las lecciones y tareas que estimen oportunas y hacer un seguimiento exhaustivo de cómo los mismos alumnos gestionan esos contenidos. A su vez, los pequeños pueden consultar a sus maestros todas las dudas que tengan sobre las tareas encomendadas. Entre los contenidos no faltan exámenes ni pruebas de evaluación para un mayor aprovechamiento de las materias. Dado que los docentes pueden programar los contenidos según estimen conveniente, las opciones para la delimitación de la rutina son igualmente múltiples. En el caso de Irene, sus maestros ponen a su disposición cada mañana a las 9:00 todos los contenidos y todas las tareas de todas las asignaturas correspondientes a esa jornada, con horarios flexibles para su realización que suelen extenderse hasta las 23:00 como límite para que los alumnos realicen las tareas. Otros centros han optado por organizar las clases virtuales a imagen de las clases reales y con los mismos horarios; es decir, a las 9:00 aportan los contenidos de una asignatura, a las 10:00 los de otra y así hasta las 14:00, con una pausa para el recreo incluida y con posibles tareas reservadas para la tarde a modo de deberes. Desde el colegio de Irene argumentan, sin embargo, que prefieren dejar en manos de cada alumno la gestión del tiempo y de sus ejercicios, con horarios flexibles a lo largo del todo el día, "porque las circunstancias de cada familia, en estos momentos tan difíciles, pueden ser diversas y complicadas. De este manera queremos contribuir a que, en la medida de lo posible, la actividad escolar se adapte con la mayor facilidad a esas circunstancias".
Además del Classroom, Irene dispone de otras herramientas para su día a día escolar. Google dispone igualmente de una aplicación de chat, Hangouts, que Irene emplea por indicación de sus maestros para compartir impresiones y resolver dudas con sus compañeros de clase a tiempo real. Eso sí, al mismo tiempo que Irene realiza sus tareas en su ordenador, las copia también su cuaderno: lo digital y lo analógico conviven en esta nueva escuela que, como la de siempre, asume el compromiso de hacer de los niños personas libres, conocedoras y capaces. Y contra semejante reto no hay virus que valga.
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