Ellas y su talento imprescindible
Día de la Mujer en Málaga
Las mujeres luchan a diario para que su profesionalidad se estime al margen del género. La suya no es tarea fácil
Una experta en ciberseguridad, una investigadora, una profesora de la UMA, una inspectora de la Udyco, una ingeniera y una galerista relatan sus experiencias profesionales
Málaga/Sin ellas, sin esa mitad fundamental de la sociedad, la vida sería inviable. Y no solo en el sentido más estricto de la maternidad. También porque el papel que la mujer desarrolla desde el comienzo de los tiempos es insustituible. A pesar de no haber sido tenido en cuenta, a pesar de que durante siglos fue considerado menor, reducido al ámbito doméstico, cercenado u omitido, el género femenino siguió luchando hasta ganarse un puesto en igualdad de condiciones con el hombre. Al menos, sobre el papel.
La realidad, en la vida pública, en la empresa y en la intimidad del hogar, no es la misma. Las cargas familiares siguen siendo una pesada mochila que lastra en muchos casos la posibilidad de ascender, de trabajar libremente, de asumir responsabilidades que se desearían. Hay, afortunadamente, muchas salvedades. Ejemplos de que se puede conseguir, no sin aportar un esfuerzo extra. Ellas y su talento imprescindible son espejos en los que mirarse para hacer de ésta una Málaga mejor y más completa.
Pero aún hay que derribar estereotipos y prejuicios y la educación es la clave, como considera la experta en ciberseguridad Carmen Ortega. “En los colegios debería de empezar a impartirse como materia obligatoria computación, robótica, que se acerque la tecnología al alumnado. También enseñarles referentes de mujeres muy importantes que ha habido en la historia de las ingenierías”, apunta. “Tengamos en cuenta que las profesiones del futuro van a tener un componente tecnológico muy importante y es fundamental que las mujeres se sumen a ese carro”, indica.
Y si hay que hacer visible que una mujer tiene las mismas posibilidades que en un hombre en cualquier terreno, más necesario si cabe es tomar medidas para la conciliación real. “Para mí fueron horribles los dos primeros años de mis hijos, no he pasado una época peor en mi profesión por la imposibilidad de conciliar”, explica la doctora en Derecho Civil Paloma Saborido. “Yo quiero mi ritmo de trabajo, porque me gusta, porque me vuelco y porque tengo unas expectativas laborales y quiero llegar a lo más alto y así no puedo llegar. Hay momentos en los que te ves obligada a elegir y eso supone una renuncia”, agrega.
La maternidad condiciona las carreras profesionales de las mujeres porque la paternidad no se vive en igualdad. “Hay empresas que no permiten al hombre cogerse ni la reducción de jornada ni la baja por paternidad completa”, comenta la investigadora Ángela Gómez. “Todavía no sé si quiero ser madre y esa decisión se suele cuestionar. Que no deje mi carrera profesional por tener un hijo se considera egoísmo y falta de sacrificio, me han llegado a decir que si no soy madre no voy a ser una mujer completa”, añade y agrega que esa presión nunca la sufre un varón de la misma manera.
“Mi pareja es profesor y tiene claro que si algún día tenemos un hijo la baja se la va a coger él, sabe que no puedo estar tanto tiempo desvinculada de mi empresa”, subraya la ingeniera y emprendedora Raquel Serrano. Ella, fuerte y empoderada, se quita o esquiva las piedras del camino para que nada le frene una trayectoria que tiene visos de éxito. Pero no siempre es fácil quitarse de encima el estereotipo de objeto. “En el arte la mujer ha tenido el papel de musa inspiradora y el hombre el que hace, el que decide, el que toma parte fuera del ámbito doméstico, así que es el que hace la historia”, apunta la galerista Isabel Hurley.
Y aunque los papeles protagonistas también se han repartido ya entre las mujeres, “todavía hay mucho recorrido por hacer y no se puede dejar”, dice Hurley. Un paso atrás y “se pierde el terreno conquistado”. Eso es lo que persigue con la lucha feminista que hoy volverá a la calle con una concentración a las 12:00 en la plaza de la Constitución y una manifestación a las 19:00.
Carmen Ortega, gerente de sistemas y ciberseguridad en Ingenia
En diciembre cumplirá 20 años en Ingenia y es la tercera en el escalafón de esta empresa pionera del PTA que hoy cuenta con más de 350 trabajadores. Comenzó con unas prácticas tras un curso de formación y meses después ya trabajaba como técnica de sistemas. En 2004 la hicieron responsable de todo el área de sistemas y ciberseguridad de banca. Una década después se amplió al resto de clientes de Ingenia y desde el año pasado también gestiona Comunicaciones e Infraestructuras. Un 24% de los empleados son mujeres, aunque en sus cuatro áreas este porcentaje baja al 12%.
“En las carreras universitarias de ámbito tecnológico no hay suficientes mujeres. Cuando empecé pensé que era un tema de preferencias, pero luego me di cuenta de que las preferencias no son fortuitas, que se influye desde la niñez”, opina Carmen Ortega. “Los referentes que tenemos, los estereotipos que nos muestran en los medios, el márketing que parece determinar que la informática es cosa de hombres, no hace este campo atractivo para las chicas, no se les muestra que pueden tener esta opción”, agrega. Madre de dos hijos, durante un tiempo tuvo reducción de jornada. Esto no le impidió seguir con su carrera profesional. “Si vales para las funciones que te piden que desempeñes no tienes por qué tener problemas”, dice pero afirma que para poder lograrlo es “importantísima la corresponsabilidad en el hogar”. “Viajo más que mi marido, tenemos una coordinación muy buena en ese sentido y eso facilita que ambos nos podamos desarrollar profesionalmente”.
Paloma Saborido, Doctora en Derecho Civil, profesora de la UMA
Iba a trabajar en el despacho de abogados de su padre, pero en tercero de carrera conoció a su maestra, Ana Cañizares, y la introdujo en su terreno favorito, la investigación. Se quedó en la Universidad de Málaga y ha realizado estancias de investigación y docencia en la Universidad Autónoma de Madrid y en las universidades de Frankfurt y Berlín. “Nosotras somos mayoría aplastante en el área de Derecho Civil, pero a la hora de llegar a puestos de catedráticos no es así”, afirma Paloma Saborido.
“El sistema de promoción que existe en la universidad española no favorece a la mujer porque en el momento en el que eres madre paras tu carrera y no hay ningún tipo de posibilidad para que ese paréntesis se pueda solventar de otra forma”, apunta. Una vez que se decide retomarla “es muy difícil, puedes llegar al mismo sitio pero con más esfuerzo y con años de diferencia con los compañeros”. Si antes de tener a sus hijos hacía estancias de años en el extranjero, luego se redujeron a dos meses y porque se podía llevar a la familia con ella. “Eso, normalmente, no le pasa al hombre”, indica y subraya que “ahí está la diferencia y cuando yo presente la evaluación en las agencias, mi estancia es de dos meses y la de mi compañero de un año”. En otra de sus parcelas, la cofrade, la presencia femenina en puestos de responsabilidad es mucho más escasa. Tan sólo cuatro mujeres son hermanas mayores de cofradías. Ella, que este año es la pregonera de la Semana Santa, será la sexta mujer. en tener voz propia en una tradición con más de medio siglo.
Raquel Serrano, ingeniera en Diseño Industrial y empresaria
Esta ingeniera de 29 años es una “emprendedora forzosa”. Se montó una impresora 3D para su proyecto fin de grado y comenzó a diseñar pulseras. Pero en una cena vio a un niño penoso y molesto con una escayola y se le encendió la bombilla. ¿Por qué no hacer férulas impermeables, ligeras y ajustadas a cada necesidad? Junto a un ortopeda empezó a poner en marcha la idea. “Lo más difícil fue conseguir la licencia de fabricante certificado”, dice. Ahora son fabricante nacional de productos sanitarios hechos a medida con impresión 3D, los únicos de Andalucía y trabajan con más de 35 ortopedias de toda España a demanda y según la prescripción médica del traumatólogo y rehabilitador.
“He notado completa igualdad en todo momento, he podido elegir lo que he estudiado y trabajo en lo que me gusta, con hombres y mujeres”, afirma. Pero también reconoce que se ha encontrado con gestos machistas, con comentarios muy desagradables que la han considerado más como objeto que como profesional. “No he permitido que eso me frenase y he seguido adelante”, señala y destaca que “es muy importante que tanto niñas como niños vean lo que hacemos y cómo hemos llegado ahí. La ingeniería no es un mundo de hombres, sino de personas”.
Ángela Gómez, doctora en Biología Celular e investigadora
Miembro del grupo de investigación de la doctora Antonia Gutiérrez, que forma parte del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Neurodegenerativas, su línea de trabajo se centra en el Alzheimer. “En nuestro grupo somos mayoría femenina pero la carrera investigadora es complicada. La tesis la lee un 50% de mujeres, estamos igualadas, pero cuando terminas la tesis y tienes 29 ó 30 años y para hacer una estancia postdoctoral deber irte al extranjero, te planteas la maternidad, la familia y hay muchas que lo dejan por el camino”, reconoce Ángela Gómez.
Hacer un parón por cuidado de menores supone un lastre considerable. “Hay convocatorias, becas, que solo valoran los últimos cinco años”, de ahí que las mujeres que se centran en la maternidad estén en desigualdad. A pesar de su brillante carrera –tiene aún tres años de contrato por delante en la UMA– no sabe qué hará más allá porque “no hay plazas, es muy difícil tener estabilidad, tengo compañeras con 35 y 40 años que ni siquiera cuentan con una plaza de ayudante doctor que es la primera que puedes conseguir”. Tampoco ayuda la falta de visibilidad. “En la Real Academia de las Ciencias el porcentaje de mujeres es un 0,11%, se está intentando que en los comités haya más mujeres o que la selección sea a ciegas”.
Isabel Espejo, inspectora de la Udyco y negociadora policial
Se licenció en Derecho en la UMA con el propósito de opositar al Cuerpo Nacional de Policía. Trabaja en la Unidad de Delincuencia y Crimen Organizado, en un grupo de estupefacientes que lleva las relaciones internacionales e investigaciones conjuntas con otros países. También es negociadora policial, “intentar resolver este incidente crítico, ese conflicto con la negociación”, relata. Su cometido le apasiona pero sabe que es muy “sacrificado”. “Las mujeres no llegamos al tercio y en los puestos de responsabilidad menos”, estima Isabel Espejo. Pero no porque no tengan las mismas oportunidades, asegura. “Es una profesión que tampoco le llama mucho la atención a las mujeres, aunque tenemos las mismas condiciones y posibilidades de entrar, las pruebas físicas son diferentes, e incluso hay una discriminación positiva”, dice. Una vez que se entra, está el desarrollo de la profesión. “Si tú trabajas y te ganas el respeto como cualquier otro compañero, no hay problemas.
Es verdad que siempre te encuentras algunos episodios de trato diferenciado, y eso se da en compañeros jóvenes y en mayores, pero no es lo habitual, al menos en mi caso”, confiesa la inspectora. También vivió alguna actitud paternalista que frenó al instante y afirma que nunca ha tenido conflictos a la hora de mandar sobre un equipo masculino. “Aquí el respeto se gana trabajando y mostrando al resto de tus compañeros que eres tan capaz como cualquiera de ellos”, sostiene al tiempo que cree que el respeto social a la mujer policía es algo “ya superado”. Eso sí, su unidad es dura y no muchas personas, hombres y mujeres, están dispuestas al sacrificio y la dedicación que conlleva.
Isabel Hurley, galerista de arte contemporáneo
Tiene estudios de Medicina, de Empresariales y un Máster en Dirección de Empresas, pero lo suyo es el arte contemporáneo. Una galería le permitía estar en contacto directo con los artistas vivos y con todos los agentes del sector y la abrío en el Paseo de Reding en 2007. “En los principales centros de arte hay muchísimas más mujeres que hombres, en las bases de cualquier institución también pero cuando se llegan a los puestos de responsabilidad la cosa cambia, llegan muy pocas”, apunta Isabel Hurley. “Posiblemente porque los comités de selección de candidatos mayoritariamente están formados por hombres también”, agrega y destaca que resultó “impactante” que la última directora de la Tate Modern fuese una mujer “y eso que es una institución de referencia mundial y modélica”.
La galerista señala que en el arte, hace siglos, “la mujer lo tenía complicadísimo”, ni tenía acceso a la formación ni podía dar la cara y su escasa presencia se puede entender en colecciones más antiguas. “Pero en instituciones que se dedican al arte contemporáneo no es de recibo”, declara. “Reconociendo que hay igualdad de oportunidades, que a la hora de estudiar nadie pone cortapisas a la mujer, luego, socialmente hay una serie de valores y prejuicios arraigadísimos. Es cierto que existe ese techo de cristal”, estima y subraya que se ha tragado más de una “actitud condescendiente y paternalista, te hacen comentarios que a un hombre no le harían”, sostiene. También destaca que en el mundo del coleccionismo, al menos en Málaga, ha notado discriminación por razón de género. “Sigue habiendo micromachismos que te dañan la imagen y el honor, aún hay mucho por hacer”.
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