División entre los usuarios del transporte público en Málaga a la hora de dejar la mascarilla
Aunque ya no es obligatoria, muchos viajeros la mantienen por precaución mientras otros optan por la libertad de quitársela
Sanitarios de Málaga aconsejan que personas vulnerables y mayores usen mascarilla en transportes públicos
Málaga/Después de más de dos años, este miércoles dejó de ser obligatorio el uso de la mascarilla en el transporte público. Y los usuarios responden con una actitud dispar. Unos optan por la libertad y deciden quitársela, mientras otros se decantan por la precaución y la mantienen. Sin un estudio estadístico, podría afirmarse que son más los que la llevan que los que prescinden de la protección. Pedro Cárdenas, conductor de la línea 1 en la Empresa Malagueña de Transportes (EMT), estima que tres de cada cuatro viajeros continúan usándola.
Margarita Arlandi va en el autobús camino del centro. No lleva mascarilla. Tiene las cuatro dosis puestas y no ha pasado el Covid. "No tengo ningún miedo al virus y me parece estupendo que ya no haya que ponérsela. El coronavirus, se queda, como la gripe; pero tengo mis vacunas y no me da susto".
Al lado, viaja Ana González. Lleva mascarilla. Cuenta que pasó el Covid y mal. "Pero mi marido lo pasó peor incluso. Así que yo no soy partidaria de quitármela en sitios donde hay aglomeraciones, como el autobús. Prefiero seguir usándola aunque ya no sea obligatoria". Pasan unos minutos de la 10, es hora punta y el 1 va lleno de gente.
Muy cerca está Jaqueline Palomo, también con cubrebocas. "Tengo familiares sanitarios y me aconsejan que no me la quite en lugares concurridos, como el autobús. No sólo por el Covid. Es que también están la gripe y otros virus", argumenta. Tiene puestas dos dosis y ha pasado un par de veces la infección por SARS-Cov2.
En la línea 3, la situación es parecida. División de opiniones y de actitudes. Sami, de 23 años, va sin mascarilla. Tiene tres dosis puestas de la vacuna y ha pasado una vez el Covid. "Ya tocaba dejarla. no me da miedo ir sin protección. Solo hay que ver que tampoco se usa ya en la mayoría de los países que nos han adelantado. Estamos siguiendo sus pasos", reflexiona.
Jaimi López la lleva puesta. No sabe que desde este miércoles ya no es obligatoria. Así que en el momento mismo en que se entera, se la quita. "La sensación es de libertad. Es incómodo llevarla", sostiene. Así que como dice que no le da miedo, decide sumarse a los que pasan del cubrebocas, ahora que pueden.
Carlos Zapata es conductor en el 3. Va sin mascarilla. "Tenía muchas ganas de quitármela, ganas libertad. No me preocupa el Covid. No lo he pasado, pero tengo tres dosis puestas", comenta.
Rafael Martín, el inspector de la EMT, que ayuda a Málaga Hoy en el reportaje, apunta un detalle importante: "Que ya no sea obligatoria supone un problema menos para el conductor". Porque explica que durante el tiempo de vigencia de la medida se han producido muchos conflictos. "Sobre todo al principio y al final. Porque en el tiempo más duro de la pandemia, la gente estaba concienciada", añade. Al principio por reticencias o desconocimiento. Al final, porque muchos usuarios ya consideraban que era una restricción extrema teniendo en cuenta que en muchos otros ámbitos la vida se había normalizado por completo. Tanto Carlos como Rafael coinciden en la apreciación: "Se por desconocimiento, porque es el primer día en que no es obligatoria, o por prudencia, la mayoría de la gente sigue poniéndosela".
En el 7 también los viajeros están divididos; aunque hay más con mascarilla que sin ella. Luibov, una ucraniana que huyó de su país por la guerra, se alegra que ya no sea necesaria esta protección en los transporte públicos. Dice que a ella le cuesta respirar con el cubrebocas. Sin embargo, cuando accede al autobús se la pone.
Al fondo del vehículo van Edgardo y Andrea, ambos con mascarilla. "Es por precaución, por seguridad", comentan. Edgardo señala que "es ilógico que se retire justo en esta época en la que los virus invernales pueden dar lugar a muchos contagios".
Miguel Ángel va camino de un examen. Es joven. Tiene tres dosis y, que sepa, no ha pasado el Covid. "No sabía que ya no era obligatoria. Pero me la dejaré, por precaución... No me molesta", afirma. Luego acota que tiene familiares vulnerables y prefiere no contagiarse ni contagiar.
Salvador tiene dos dosis, ha superado el coronavirus y va sin mascarilla. "Ya prácticamente en todo el mundo se ha quitado. El miedo siempre está, pero si han decidido eliminar la obligatoriedad en los transportes públicos será por algo", opina.
También en el 7 va Pablo, con tres dosis, una infección por Covid superada y sin el tapabocas. Sostiene que "ya el Covid se ha normalizado y la mortalidad ha bajado muchísimo; de hecho, es como una gripe". Así que es de los que opta por quitársela. Pero aclara que "si estuviera griposo, la llevaría para proteger a los demás". Finalmente señala que la norma empezó por las circunstancias epidemiológicas así lo aconsejaban. "Pero en algún momento tenía que acabar. Por algo ahora ya no es obligatoria. No soy más experto que los expertos", concluye.
El inspector que acompaña a periodista y fotógrafo durante el reportaje apunta que todo esto deja algo positivo. A partir de ahora, quien quiera usar la mascarilla en un transporte público por tener miedo o por padecer patologías de riesgo "podrá hacerlo sin llamar la atención". Porque ya no será visto como un bicho raro.
Más allá de la división entre usuarios, los sanitarios reiteran que, por lo menos, las personas mayores de 60 años o vulnerables deben continuar usándolas en espacios cerrados -como autobuses, trenes o establecimientos concurridos no ventilados- para protegerse de contagios. Y también, quienes tengan síntomas de estar afectados por un virus a fin de no propagarlo.
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