Edmundo Bal: “Antes sólo tenía palmeros, no voy a cometer los mismos errores”
Quien fuera la última cabeza de Ciudadanos antes del colapso, emprende una nueva aventura política, Cree, y dice que su fin no es gobernar, sólo quiere “condicionar las políticas”
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Málaga/Edmundo Bal vuelve al redil de la política. Después tras ser la cabeza visible de un Ciudadanos que se iba poco a poco por el sumidero, vuelve a levantar la cabeza y presidir una nueva formación, Cree, que dice ser de Centro de verdad, no como las anteriores. Está en Mijas, teletrabajando como abogado del Estado, a la vez que dedica todo el resto del tiempo a su nuevo proyecto. Además, este miércoles, participa en Málaga en un encuentro sobre la Amnistía y el papel de Europa.
¿Qué es Cree y qué es eso de ser de extremo centro?
Es de extremo centro, efectivamente. Que parece un oxímoron. A mí me gusta decir que es un partido de centro de verdad. UCD se transformó en un UCDS y UPyD eran de izquierdas y Ciudadanos se convirtió en un partido de derechas. Yo digo que existen dos trincheras, puedes ser de izquierdas y de derechas y pensar que tienes que meterte en una de ellas a disparar obuses al otro lado. Yo a lo que aspiro es a ser la fuerza de la pacificación que evite la guerra, que consigamos acuerdos de Estado. Aquí dicen que España es diferente, que no es Alemania, Holanda o Irlanda: tres países donde el partido de centro ha gobernado con unos, con otros o con todos. Pero no se trata de gobernar, de lo que se trata es de condicionar las políticas para que los partidos no se tengan que echar en los brazos de los extremos. Que la política de un país se base en el centro, la moderación y el pragmatismo y no en el populismo y la radicaldiad.
¿Es eso posible en una España tan polarizada?
Cuando yo estuve en el Congreso ya estaba polarizada y ahora la cosa va a peor. El ejemplo característico es Óscar Puente. No hay nadie que sea capaz de irritar más al adversario, que es ministro y está elegido para cumplir esa función de polarización. En el último estudio de inclinación política del BBVA, un millón y medio de españoles se identifican como de centro puro. Esto lo describo como la aldea gala de Astérix que resiste la polarización. Lo que pasa es que son poco políticos, desideologizados, son gente a las que la política les aburre, tenemos que ofrecerles algo bueno para motivarles. Yo creo que son personas hartas del enfrentamiento, del insulto y eso les va a hacer movilizarse.
Necesita que uno de cada cinco de ese millón y medio vaya a votarle para sacar escaño en las Europeas.
Nos hacen falta unos 300.000 votos, sí. Pero cuando yo me presenté a la Comunidad de Madrid, que es una parte pequeña de todo el territorio, con una marca en declive y quemada, votaron 130.000 personas a la lista que yo encabezaba. Conseguir un diputado en el Parlamento Europeo es un reto complicado, pero no es imposible. A mí en la vida siempre me han motivado los retos. Luego, lo conseguiremos o no, no voy a volver a repetir los errores que cometí cuando fui diputado. No voy a hablar a los ciudadanos como niños pequeños. No sabemos si lo vamos a conseguir, pero podemos prometer que vamos a seguir intentándolo si no lo hacemos.
¿Va a coger el coche y recorrer España como hizo Sánchez cuando perdió el PSOE para conseguir esos 300.000 votos?
Anda que no llevo yo kilómetros... Si hace falta coger el coche o la moto, desde luego que lo haré, encantado.
Sánchez también venía de abajo, de perder el PSOE, no sé si usted podrá emularle.
Este proyecto tiene muchas cosas buenas, pero también sus sinsabores. Hasta antes de ayer no teníamos CIF provisional, hay que enfrentarse al sistema, también a la burocracia. Pero lo bonito son las personas de este proyecto, gente estupendo con sus profesiones, que acaba contagiándote la ilusión.
¿Qué va a cambiar con los anteriores partidos que venían a renovar la política: Podemos, Ciudadanos, Vox, UPyD?
Lo primero es que en estos partidos hay un ambición muy grande de un líder supremo, de un amado líder carismático y todo se fía a él. Todos pierden de vista que, al final, los dueños del partido son los afiliados y todos quieren que les tengan en palmitas no admite la crítica. Esto no va a pasar en Cree. Aquí se me discuten las cosas, las decisiones las tomamos colegiadamente, que es fundamental. En mi experiencia anterior todo lo hacía bien, todo eran pelotas y palmeros. Y no se puede progresar si no te dicen que estás equivocado. No voy a cometer los mismos errores de mi anterior etapa. Pero es que tampoco tenemos vocación de gobernar, ni de ser vicepresidentes o ministros. Queremos condicionar y que los designios de mi país no los determine Puigdemont, Abascal, Yolanda Díaz, Junqueras, Otegui ni Ortúzar.
Viene usted a hablar de la Amnistía, ¿qué haría usted con ella?
No tardaría, como Núñez Feijóo, 24 horas en pensármelo, sino cinco segundos en decir que voy a votar no. No diría que he reflexionado mucho y que no, pero que ahora los indultos no me parecen tan malos. Ahora el PP le está comprando el relato a los independentistas que cometieron un golpe de estado y que, como han montado un pollo tan gordo, ahora tenemos que ser generosos y no aplicarles la ley como a todos los españoles para desinflamar. Pues no, lo que hace falta es algo tan sencillo como cumplir y respetar la ley. Cuando no cumples con las resoluciones de los tribunales, cuando te saltas la ley, te conviertes en un fueron de la ley, que es lo que es Puigdemont, el socio del Gobierno. La amnistía es una vergüenza, porque además es mentira que sea por la convivencia, es porque te hacen falta siete votos en el Congreso de los Diputados.
Imagino que será uno de sus campos de batalla si llega al Parlamento Europeo.
Por cómo han diseñado la ley, que la han hecho buenos juristas de Junts, el único dique de contención que nos queda es Europa, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Por eso digo a la gente que por favor, y no voy a pedir siquiera el voto para nosotros, pero que se tome su voto en serio. Que el que sea enemigo de la amnistía, no vote de forma frívola. Necesitamos un Parlamento Europeo que designe una Comisión Europea cuyos miembros sean sólidos para oponerse a la amnistía en España, incluso con la amenaza de retirada de los Fondos Europeos, como ya sucedió en 2019 con Rumanía.
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