La cuarta vida de la Escuela de Turismo de Paseo de Sancha: Lo rehabilitan para convertirlo en 15 viviendas
Los apartamentos resultantes tendrán entre 39 y 90 metros cuadrados, además de una piscina y solárium
El presupuesto para renovar el edificio está entra dos y tres millones de euros
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Málaga/Imponente, como una pequeña catedral de principios del siglo pasado, se levanta sobre el Paseo de Sancha un palacete que, hasta la fecha sigue contando con el cartel de Escuela Superior de Turismo, pero que se prepara para vivir su cuarta vida: un grupo israelí lo ha comprado para rehabilitarlo y convertirlo en 15 viviendas.
Así, el imponente edificio que data de principios del XX –los primeros planos son de 1899– volverá al que fue su uso residencial, después de que al menos la mitad de su vida haya estado destinado al uso educativo. La casona fue dibujada por el arquitecto Antonio Ruiz a semejanza de las villas que se construían en el exterior de Madrid para dar salida a la ciudad consolidada, como muchas de las casas colindantes que acabaron dando forma al propio Paseo de Sancha.
"Es verdad que hay más casas del estilo, pero esta llama especialmente la atención", asegura José Luis Jiliberto, arquitecto y profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Málaga que está llevando el proyecto. "Sus dos naves laterales que custodian la nave central; la fachada estrecha, pero alta, y sus vanos con formas geométricas le dan un aspecto casi de catedral, además de estar elevada algo más de un metro sobre la acera", continúa el arquitecto que ha proyectado su renovación a encargo de la promotora israelí.
Así ha dibujado en el interior de la antigua escuela de Turismo 15 apartamentos de entre 39 y 90 metros cuadrados –según la altura y las estancias– en los 1.100 metros cuadrados con los que cuenta ahora mismo el edificio, "el máximo que permitía Urbanismo", apunta.
El proceso comenzó en 2019, con la compra del edificio y se ha demorado cuatro años hasta este momento, en el que están buscando constructora que lleve a cabo el proyecto, y se ha demorado, sobre todo porque se trata de un edificio protegido por la delegación de Cultura de la Junta de Andalucía. Además, el Ayuntamiento lo incluyó en un listado para tratar de protegerlo –el mismo en el que estuvo Villa Atalaya antes de ser demolido debido a la inacción de Urbanismo–, del que salió al contar con una evaluación positiva de Cultura para su rehabilitación.
En la misma, han exigido a la propiedad que mantenga múltiples elementos, como la estructura de madera que data de principios de siglo y está en perfecto estado, los suelos hidráulicos de los pisos superiores, los azulejos de la primera planta –que son originales y hechos artesanalmente–, las rejas y los forjados tanto del exterior como de las ventanas, así como las carpinterías exteriores de las ventanas. Además, deberán reponer las tejas a las originales: unas cerámicas vidriadas negras.
Esto ha supuesto, según afirma Jiliberto varias dificultades. La primera de ellas, empezando por el tejado, era encontrar las propias tejas, "al final lo conseguimos en una empresa de Alicante, ya casi no se hacen", en cuanto a las ventanas, al no adecuarse a la normativa de aislamiento deberán poner unas contraventanas interiores que sí lo hagan. En los interiores, mantendrán la estructura de madera vista, pero recubierta con un barniz que haga que la misma aguante durante noventa minutos en caso de incendio.
Para los suelos hidráulicos y los azulejos, el arquitecto tiene planteado "guardarles un espacio en algún lugar del proyecto final, después de retirarlos con sumo cuidado para no dañar ninguno", ya que es necesario reforzar la estructura.
Además, en la ladera posterior –que da al recién premiado colegio de Las Teresianas– se ha dibujado una piscina tipo infinity de 27 metros cuadrados a la que se accede por una pequeña pasarela de madera que da al solarium. Para llegar a ella han diseñado un ascensor que, además, tiene salida a las tres alturas del edificio -también proyectan un elevador en la entrada para salvar el metro que separa el nivel de la casa de la acera–.
Todo esto tiene un presupuesto de ejecución material de entre dos y tres millones de euros y no menos de dos años de construcción hasta que se pueda disfrutar de la cuarta vida de la casona.
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