"España todavía no ha llegado al momento de la reconciliación"

El periodista y escritor inglés analiza las dificultades de la sociedad española para exorcizar su pasado · Él ha arrojado luz sobre una etapa tan mitificada como oscura en 'Historia de los maquis. Entre dos fuegos'

David Baird en la terraza de su casa, en el barrio alto de Frigiliana, de donde salieron gran parte de los vecinos del pueblo que se echaron a la sierra en la posguerra.

07 de septiembre 2008 - 01:00

La escena que pinta David Baird (Oswestry, Reino Unido, 1936) en la primera página de Historia de los maquis. Entre dos fuegos es devastadora. Es el 20 de enero de 1952, Frigiliana celebra sus fiestas patronales. El pueblo, con las fuerzas vivas en el primer banco, oye misa, mientras un mulo carga el cuerpo sin vida de un hombre hasta el cuartel de la Guardia Civil. Esta escena descrita en el libro editado por Almuzara pone fin a partida guerrillera de la Axarquía y concluye la historia de unos hombres que unas veces por convencimiento y otras por inocencia se echaron al monte para sostener una lucha desigual, condenada a la muerte y al olvido, contra la dictadura. Trece años después un jovencísimo periodista inglés, aunque habla de los ingleses en tercera persona, llegaba a Frigiliana. Todavía no se ha ido

-¿Cómo llegó a Frigiliana?

-En 1965 vine a Nerja con mi mujer. Esperábamos para emigrar a Australia y mientras salía el barco decidimos buscar un sitio más agradable porque no soportábamos otro invierno en Manchester. Un día hicimos una excursión a pie hasta Frigiliana y poco después durante las fiestas vinimos con un hombre que había sido muy notorio en el maquis.

-¿Había oído hablar ya de los hombres de la sierra?

-No. La gente hablaba de los bandoleros, de la gente de la sierra, pero nadie quería explicar más. Había mucho miedo. Regresamos en 1971 y compramos la casa.

-¿Por qué volvieron?

-Queríamos tener un sitio para dejar las maletas. Viajábamos muchísimo y nos había gustado la zona.

-Entonces Frigiliana casi ni estaría en el mapa.

-Aún no estaba en la Costa. Era un pueblo agrícola.

-¿Cómo empieza a aproximarse a los maquis?

-La gente hablaba de vez en cuando de los años malos o hablaban de Roberto [el jefe de la guerrilla en la Axarquía] sin detalles. Pero yo soy periodista y me preguntaba por qué no había escrito nada de un tema que quizás era el más importante de la historia de este pueblo. Pensaba que si no lo hacía después sería tarde porque los ancianos se van. Ya han muerto 11 de los que entrevisté para escribir el libro. Así que hace cinco o seis años empecé a investigar.

-¿Se había disipado el miedo?

-Cuando empecé las entrevistas en serio Franco hacía años que había muerto. Aunque seguía habiendo resistencia a hablar creo que había llegado el momento. Las personas que lo habían vivido tenían 75 u 80 años y pensaban, ¡qué más da, ya puedo decir lo que quiera, tengo tantos años que no me importa!

-No querían que aquello se olvidara para siempre...

-Y quizás ha sido más fácil porque soy de fuera y no tengo lazos familiares, que en un pueblo son muy importantes. Yo, como soy un guiri, podía hablar con ellos y ellos querían explicar qué había pasado. La mayoría fueron muy abiertos, aunque de algunas cosas no querían hablar.

-¿Miedo 50 años después?

-Es que después de lo que han sufrido el miedo había entrado en su cuerpo, estaba ahí y no podían creer que las cosas habían cambiado después de 40 años de dictadura bajo el mando de gente que no toleraba una crítica. Habían visto lo que había pasado en su familia y habían acabando interiorizando el miedo.

-¿Qué buscaba cuando empezó a trabajar en el libro?

-Quería dibujar el impacto de un pueblo atrapado en aquella situación. Frigiliana tenía una sensibilidad especial. De 2.000 habitantes, 20 ó 21 hombres se habían ido a la sierra. El propio pueblo está en la sierra, la gente iba todos los días a trabajar y entraba en contacto con los maquis. La Guardia Civil intentaba controlar esa situación pero no podía, era muy difícil.

-Las generaciones posteriores supimos poco de todo esto y ahora tenemos el debate de la memoria histórica.

-Hay gente que no quiere resucitar la memoria. España todavía no ha llegado al momento de la reconciliación. Ése ha sido el gran problema de este país. ¿Quién tiene la culpa? Para mí un solo hombre que no hizo el mínimo esfuerzo para reconciliar las dos Españas y ha seguido así varias generaciones después.

-¿Es esencial para la normalización?

-Yo creo que sí. En Alemania, por ejemplo, hay museos sobre los nazis. Ha habido un intento por exorcizar todo ese pasado tan terrible, pero en España no se ha hecho nada, no ha habido, como en Suráfrica, una comisión de la verdad para investigar, no para condenar a nadie, sino para contar el pasado. Por eso todavía hay discusiones más de 50 años después.

-¿Ha sido fácil investigar?

-Hay muchísimas dificultades por desidia o falta de voluntad de algunos archiveros. Por ejemplo, en la Capitanía General de Granada durante años nadie se preocupó de los archivos. Estaban amontonados en una sala y sin ordenar. Y cuando intentas buscar datos en el Registro Civil, que es público, tampoco es fácil. En un registro, del que no voy a dar el nombre, me pedían que escribiera una carta a la juez que estaba en el mismo edificio y tardaron un mes en darme permiso. Cuando buscaba las notificaciones de defunción de fusilados en el 37 no me decían la causa de la muerte porque no se podía permitir que se supiera. ¡Pero por qué si han pasado 70 años!

-¿Falta tradición investigadora?

-Durante años la investigación podía ser subversiva si no estaba bien controlada. Y ahora, por ejemplo, en la fundación Franco sólo tiene posibilidad de consultar los documentos quienes están en su lado cuando deberían ser documentos del Estado, de todos los españoles. Un ejemplo de contraste. Fui a Washington porque quería ver los archivos de la OSS [precedente de la CIA] y en 20 minutos tenía un carné que me permitía ver todos los archivos de Estados Unidos.

-En ciertos círculos los hombres de la sierra estaban rodeados de un halo de romanticismo, pero usted los muestra como héroes muy discutibles.

-Hay algunos que quieren conservar esa idea de que eran héroes y que sólo había malos en el otro lado, pero también había criminales. Algunos eran muy idealistas, republicanos que creían en la causa, otros eran jóvenes inocentes que no sabían ni quién era Franco que se iban porque las cosas en el pueblo estaban muy mal, había comunistas y otros, claro, no eran más que delincuentes.

-Impacta leer cómo la presión es tal que se entregan o delatan a los compañeros, incluido Roberto.

-¡Claro! El más duro y convencido de los líderes. Pero durante seis meses de interrogatorios no pudo resistir más.

-Tras la primera etapa de apoyo de la OSS, es el Partido Comunista quien controla la guerrilla hasta que en 1948 decide disolverla, pero en la Axarquía aguantan hasta 1952. ¿Qué pasó?

-La guerrilla del norte quizás tenía ayuda para escapar por los Pirineos, pero aquí estaban abandonados por todo el mundo.

-¿Habrá cambiado la estructura social del pueblo?

-Ha cambiado mucho. Ya no importa lo que dice el cura, el médico ni nadie. Ahora los nuevos ricos son los que mandan.

-¿Todavía encuentra lo que buscaba cuando llegó a Frigiliana?

-Todavía me gusta la gente, es muy abierta y este es un sitio estupendo. Lo mejor es que salgo de mi casa y en cinco minutos estoy en la sierra sin ver a nadie.

-¿Se echa mucho al monte?

-Sí. La situación geográfica es lo más encantador de este sitio.

-¿Está la sierra de La Almijara bien protegida de los apetitos urbanizadores?

-Sí, porque es parque natural.

-Este pueblo aún conserva el marchamo de buena conservación, aunque ha crecido mucho.

-Relativamente es uno de los pueblos mejor conservados. Hace un año estaba pendiente de un hilo porque había un plan para construir 3.000 viviendas pero no salió adelante.

-¿Y también casas ilegales?

-Como en toda la Costa. La culpa la tienen la Junta y el Gobierno de Madrid porque veían lo que pasaba y no hacían nada, como sucedió en Marbella. ¿Cuántos años tardaron en hacer algo, 10, 20...?

-Justo a sus espaldas [en la terraza del bar Virtudes, junto al cuartel de la Guardia Civil] se extienden colinas agrícolas sembradas de casas.

-Sí. La gran mayoría son extranjeros.

-Usted es un inglés un poco raro. Habla castellano y se trata con la gente del pueblo. La mayoría de los ingleses viven aquí en mundos paralelos.

-¿Ha notado eso?

-¡Cómo no!

-Es una lástima porque no saben lo que se pierden. Vienen aquí a construir una colonia inglesa y vivir en su mundo, cuando podrían disfrutar de dos mundos, el propio y el español.

-¿Por qué sucede?

-Quizás porque son gente de una isla y son muy insulares. Ven la tele en inglés, en el supermercado no es necesario hablar y hay fontaneros ingleses. Es una colonia nada más y los españoles toleran esa situación porque traen dinero.

-¿Cómo ve el periodismo actual? -Mucho de lo que se llama periodismo no es periodismo y lo mejor dentro de 20 ó 30 años la prensa escrita ya no existe.

-Déme un motivo para la esperanza...

-No sé, no lo tengo.

-¿Le gusta la vida cultural aquí?

-Se ha hecho un gran esfuerzo para mejorar las oportunidades y disfrutar la cultura en Málaga. Sólo tengo una queja: no hay ningún sitio con películas en versión original. No entiendo cómo a los españoles les puede gustar un actor cuando el 90% de su actuación es la voz. ¡Todo suena igual!

-¿Ha puesto fin al tema de los maquis?

-No sé... Yo creo que la vida de Roberto es una película y que el actor ideal para representar un héroe trágico y mujeriego como él es el malagueño Antonio Banderas. He enviado información a su compañía y no me han respondido. Quizás les envíe también el libro, porque Roberto es un tipo muy interesante.

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