"Se puede estudiar ingeniería siendo mujer y ser igual de válida que un hombre"
Las mujeres aún son minoría en las carreras técnicas y sufren los resquicios -puntuales- de la desigualdad, pero miran el futuro con optimismo
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Hace no tantos años que la pasión femenina por la tecnológica era casi pecado. Los estereotipos de género aún sostienen que las carreras de cuidados son mayoritariamente femeninas y las de técnicas masculinas. Así se puede comprobar en un vistazo rápido por las facultades que imparten estas disciplinas. Sin embargo, el progreso social en materia de igualdad también evidencia que son cada vez más las jóvenes que deciden dedicar su futuro profesional al aprovechamiento de recursos naturales o a la actividad industrial. “Se puede estudiar ingeniería siendo mujer y ser igual de válida que un hombre”, defienden algunas alumnas de la Universidad de Málaga (UMA).
Muchas de ellas no siempre lo tuvieron claro. Algunas pensaron en el instituto que no se les daban bien las matemáticas y que, quizás, no podrían llegar a cursar un grado tecnológico. A otras, les dijeron que les “pegaba más” hacer Derecho, Medicina o Magisterio. Pero, ninguna de ellas sintió que una ingeniería no podía ser su sitio. A todas ellas, al menos su entorno más cercano, siempre las apoyó. Sabían que serían minoría en las aulas, pero ni eso paró su vocación. Son jóvenes, inteligentes, trabajadoras y con talento; nunca consideraron que su género fuera una limitación para conseguir sus propósitos.
Alma cursa segundo de Ingeniería Informática en inglés. Cuenta que asiste a clases en las que es la única mujer. Entró “preocupada” y “con miedo” -confiesa- de no encontrar su sitio y una red de apoyo, pues no encaja con el perfil que se presupone de la gente que estudia su grado. Eso, sin embargo, no pasó. “He encontrado un grupo con los mismos intereses, forma de pensar y de hacer que yo. Ha sido un descubrimiento y puedo decir que sin la ayuda de mis compañeros no hubiera podido sacar adelante ni la mitad de cosas”.
Las estudiantes de ingeniería coinciden en que las aulas son espacios seguros, de respeto y compañerismo. Sin embargo, reconocen que aún persisten resquicios de una desigualdad pasada más profunda, que se traduce, por ejemplo, en la desconfianza en el trabajo por el simple hecho de ser mujeres. Aclaran que son situaciones puntuales, pero ocurren. “A veces no se han fiado al 100% de mi palabra o han puesto en duda algo que he dicho. Otras veces, he notado que han preferido preguntarle alguna duda de clase a un compañero en vez de a mí”, explica Marina, en segundo año de Ingeniería de Telecomunicación. Con apenas 20 años, en su casa siempre apoyaron que estudiase aquello que le hiciese feliz. De hecho, fue su padre -físico- quien la aconsejó y asesoró sobre el grado. Ella encontró en él una gran posibilidad profesional tanto dentro como fuera de las fronteras.
Sin embargo, a la propia incertidumbre del gigante laboral se suma la de enfrentarse a un mundo mayoritario de hombres siendo mujer. “Muchas veces siento que tengo que esforzarme más que un chico para demostrar que sirvo para esto”, dice Alma. Le tranquiliza -apunta- que las empresas ahora han de cubrir un porcentaje de representación femenina; una norma que algunas de sus compañeras, por el contrario, no reciben como beneficiosa.
“No queremos que nos reserven plazas porque somos mujeres, no queremos facilidades, si no medirnos con los hombres en igualdad de condiciones y tener el mismo reconocimiento que ellos”, manifiesta Marina. Este parecer también lo comparte Gabriela, estudiante de primer año de Ingeniería de la Salud: “Me crearía inseguridad que me cogiesen solo por ser mujer, no sabría si realmente valoran mi capacidad. Alma puntualiza que esa situación sería viable “siempre y cuando las personas que nos evalúan nos vean como iguales”. “Mientras eso no ocurra, creo que sí es necesaria que nos guarden plazas”, insiste la estudiante de Ingeniería Informática.
No obstante, todas ellas perciben el presente como optimista y auguran un futuro mucho mejor. “Se ha avanzado y conforme vayan pasando los años irán ingresando más mujeres a estos grados”. Su consejo: ser constantes y trabajadoras. Carmen y Alba, en tercero de Ingeniería Informática, recomiendan además a todas las estudiantes que estén pensando orientar sus carreras por el mismo sendero que ellas que no se “achiquen ni cohibían al entrar en una clase de hombres”. “Sé tu misma. Recuerda que tienes la misma voz que el resto”.
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