Fascinante Croacia: Ilirios propiamente dichos
Es difícil entender y conocer su turbulenta historia, así como encajar todas las piezas de un puzle que aún no ha sido resuelto totalmente
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Málaga/Me interesé por Croacia buscando su pasado vinculado a Roma, ya que fue la provincia romana de Dalmacia, el idílico territorio de los ilirios llamados dálmatas, y una de las conquistas más ricas del Imperio romano, tanto por ser de un gran interés estratégico, especialmente por sus puertos, por sus minas de oro y por aportar un gran contingente de guerreros a sus legiones. Pero después de conocer este ribereño país adriático mi interés se convirtió en pasión, quizá por la dificultad que presenta entenderlo, conocer su intrincada y turbulenta historia, así como encajar todas las piezas de un puzle que aún, y más después de la reciente guerra que afectó a toda la península balcánica, no ha sido resuelto totalmente. Y pasión también por su naturaleza absolutamente espectacular.
Asentado sobre un terreno cárstico, que absorbe el agua creando grutas, lagos y ríos subterráneos, profusamente montañoso, cruzado de norte a sur por los Alpes Dináricos, que son como la espina dorsal del país, y que, paralelos a la costa adriática, se adentran en ella creando un mosaico compuesto de miles de islas y un relieve costero abrupto con un sinfín de acantilados, cabos, bahías, golfos y ensenadas. La belleza de sus paisajes no tienen parangón y sus parques naturales son tan bellos que embelesan tanto como contemplar el Jardín de las Delicias del Bosco.
Croacia es un país multiétnico, aunque la mayor parte de la población, un 78 % es croata y un 13% serbio. El resto son minorías como eslavos musulmanes (1%), eslovenos (0,5%), italianos y albaneses. En total tiene una población de 3.850.000 habitantes. En cuanto a la religión el 90 % son cristianos, pero los croatas son católicos y los serbios son ortodoxos. Y, para más inri, los serbios escriben en cirílico y los croatas con el alfabeto latino. Lo curioso es que serbios y croatas parecen proceder del mismo palo pero se empeñan en ser astillas diferentes y en esa disidencia hay teorías para todos los gustos. Para los partidarios de la teoría de un origen común, ambos pueblos tienen como raíz los pueblos eslavos que se establecieron en los Balcanes en el siglo VII.
La procedencia de dichos pueblos fueron probablemente los sármatas del Cáucaso y los iranios de Persia que dieron lugar a las actuales Serbia y Croacia. Pero el creciente nacionalismo croata ha hecho florecer teorías contrarias y estudios, tanto históricos como etimológicos, intentando demostrar que son racialmente pueblos distintos. Franjo Trudjman que fue quién, en 1991, llegó al poder y declaró la independencia de Croacia, propició la teoría de que los croatas eran arios procedentes de Persia, mientras que otro investigador de la Universidad de Zagreb concluyó que eran descendientes de tribus celtas, en tanto que los serbios descendían de tribus nómadas sármatas.
De la misma universidad, otro historiador publicó una tesis con la conclusión de que los croatas eran los únicos eslavos de la península balcánica y que llegaron a ella 400 años antes que los serbios que, según él, eran valacos y gitanos romanizados. El caso es que si acudimos a sus idiomas, por ejemplo, resulta que el croata y el serbio son tremendamente parecidos y ambos son de origen eslavo.
Otra de las cosas por la que Croacia subyuga es por su historia. Tal es así que su historia común lo es en la antigüedad, pero a partir de la Edad Media, muchas de sus ciudades y territorios tienen sus propias historias, ya que siguieron caminos diferentes. Pero comencemos viajando al pasado histórico más remoto. Nos encontramos en el año 2000 a.C. cuando las tribus ilirias, entre las que se encontraban los dálmatas, se asentaron en el territorio que hoy ocupa Croacia y parte de Bosnia-Herzegobina.
Ocuparon las regiones de Lika (centro de Croacia donde se encuentra el parque nacional de Plitvice, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco), Istria (península noroccidental donde se encuentra la ciudad de Pula), Dalmacia septentrional y meridional (toda la costa del Adriático donde se encuentran las ciudades de Split y Dubrovnik) y Herzegovina noroccidental (pertenece a la Federación de Bosnia-Herzegovina). Pero ¿Quiénes eran los ilirios? Heródoto, en el siglo IV a.C., considera ilirios a los pueblos cercanos a las fronteras septentrionales de Grecia. Estrabón, en el siglo I a.C., trazó la línea divisoria entre griegos e ilirios en el Epiro, entre Grecia y Albania, y Plinio el Viejo, en el siglo I d.C., los llama «ilirios propiamente dichos», refiriéndose a que lo eran solo la población iliria del sur de Dalmacia que vivía en las proximidades del mundo griego.
En el siglo IV a.C. fueron invadidos por los celtas y, en la costa, los griegos que, como decía Platón, «eran como ranas sentadas en torno a un estanque: sus muchas ciudades abrazaban estrechamente la costa mediterránea», comenzaron a fundar colonias y ciudades. Llegado el siglo III a.C. entran en escena los romanos y con la excusa de ayudar a los griegos en sus peleas con los ilirios, tras más de dos siglos, los doblegaron y sometieron en el año 33 a.C. Nació así la provincia romana de Illyricum que tenía tres circunscripciones administrativas, Liburnia (costa norte de Dalmacia, llamada Dalmacia veneta), Dalmacia septentrional y Dalmacia meridional.
Pronto esta provincia se convirtió en una de las más importantes del Imperio Romano con una gran pujanza económica y política hasta el punto de que aportó, aparte de un gran contingente de soldados, seis emperadores: Claudio el Gótico, Aureliano, Probo, Caro, Diocleciano y Maximiano Hercúleo. Gobernaron uno tras otro desde el año 268 hasta el 310, El último cogobernó, con Diocleciano y con Majencio, en Oriente, cuando Diocleciano creó el gobierno de la Tetrarquía (gobierno de dos emperadores y dos césares, para lo que dividió el Imperio en dos: el Imperio de Occidente y el Imperio de Oriente.
Con la decadencia de Roma, las fronteras fueron dinamitadas por los bárbaros que procedentes del centro y norte de Europa, por un lado, y de Asia central, por otro, fueron avanzando hasta demoler el Imperio romano de Occidente. Entre los siglos IV y V, por Dalmacia pasaron godos, hunos, ostrogodos y longobardos y, a comienzos del siglo VI comenzaron las invasiones de los pueblos eslavos procedentes de los Cárpatos, entre los que estaban los ávaros que se apoderaron de Dalmacia hasta que otra tribu eslava, dos siglos más tarde, se hicieron con el poder, fueron los croatas.
Allá en los comienzos del siglo IX, fechas en las que ya había comenzado la cristianización, los croatas mandados por el príncipe Vojnomir se establecieron en el norte, en Panonia cuya capital era Sisak, y los croatas bajo el mando del príncipe Viŝeslav dominaron la Dalmacia con capital en Nin. No se había acabado el siglo cuando el duque Branimir consiguió crear un estado único, asumiendo los títulos de duque de los croatas y duque de los eslavos, después de luchar contra francos, venecianos, búlgaros y bizantinos. El Estado de Croacia fue reconocido por el Papa Juan VIII en el año 879. Recordemos, ya que aparece la figura del papa Juan VIII, que hay una versión de la leyenda de la Papisa Juana (aquella mujer que ejerció el papado haciéndose pasar por hombre) que sitúa su pontificado entre 872 y 882, lo que supondría que quien reconoció a Croacia como estado fue Juana.
Unos años después el duque Tomislav, considerado el “padre” de la patria, se proclamó rey y su reino se extendía desde la península de Istria (al norte de la actual Croacia) hasta Montenegro (al sur de Croacia) y desde el Adriático hasta el río Drava (que hace frontera con Hungría). No tuvo mucha suerte el Reino croata con sus reyes, a excepción de Petar Kreŝimir (1058-1074) que logró reunificar todas las ciudades del Adriático y las islas junto a Eslovenia, Bosnia y el principado del Neretva (parte de Herzegovina). En 1091 murió el último rey de la dinastía reinante. Los croatas eligieron otro rey pero en 1097 murió guerreando contra los húngaros. A partir de aquí comienza otra historia. Otro escenario en el que actúan otros actores externos, se deshace el elenco inicial, y cada uno representa su propia función. Pero aun así los croatas, que inicialmente fueron «Ilirios propiamente dichos», gozan de una capacidad y una tenacidad para salvaguardar su identidad y su nación que se puede decir que siempre han sido «croatas propiamente dichos».
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