Familias de Málaga se unen para pedir que se retrase el acceso al móvil a los jóvenes hasta los 16
El movimiento Adolescencia Libre de Móviles busca que se eduque a los adolescentes en materia digital, dando a conocer las consecuencias de usar de manera abusiva estos dispositivos y también que se prohíba el uso de estos en los institutos
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La llegada de los teléfonos móviles de última generación, el uso generalizado de las redes sociales y también de los dispositivos electrónicos ha hecho que se deje de lado, en algunos casos, la vigilancia del contenido y la forma en que los niños y los adolescentes hacen uso de las nuevas aplicaciones. A raíz de esto y de una subida de los intentos de suicidio y el acoso escolar que muchas familias y docentes malagueños han observado, han decidido unirse y crear una plataforma para fomentar que en los centros educativos se prohíba el uso de los teléfonos móviles y también concienciar a las familias para que retrasen el darles proporcionarles un teléfono móvil a los adolescentes hasta los 16 años. Además, quieren transmitir el mensaje de que los padres han de educar a los jóvenes para que sepan en qué mundo van a adentrarse y qué deben y qué no deben hacer antes de quedarse solos frente a un móvil.
“Es que todos mis compañeros tienen móvil”. Esta frase es una de las más utilizadas por los adolescentes actualmente para intentar tener un teléfono a edades demasiado tempranas. Según el último informe de UNICEF, la edad media a la que los niños españoles reciben su primer móvil es a los 11 años.
Tras las advertencias de expertos ante el riesgo de la adicción a estos dispositivos, cientos de familias de diferentes puntos de España decidieron unirse y crear grupos de Whatsapp para poder concienciar a toda la comunidad educativa de que lo ideal sería de que los niños no tuvieran móviles hasta los 16 años. Esta iniciativa ha llegado a Málaga con la plataforma Adolescentes Libre de Móvil. Actualmente, Macu Cristófol, la portavoz de estas familias en Málaga, asegura que ya son más de 800 personas las que conforman el grupo de Telegram que han creado.
En este sentido, sostiene que las familias unidas a la plataforma consideran que no es recomendable para los adolescentes tener móviles hasta los 16 años porque “antes de esa edad no tienen la madurez suficiente”. Asimismo, explica que con 12 años “no están preparados para enfrentarse a lo que es un dispositivo móvil con acceso a internet y con 14 años quizá lo pueden estar pero con mucha limitación”. Eso sí, señala que antes de recibir un dispositivo móvil, se debe hacer un trabajo previo de concienciación y educación digital para que sepan el mundo al que están entrando.
“Tenemos una generación de chicos que han entrado antes de tiempo en lugares donde no correspondía, no hemos filtrado, no hemos puesto límites y esto ya está teniendo consecuencias en su salud mental y en sus relaciones y hay que pararlo cuanto antes”, remarca Cristófol. Por ello, en este grupo han creado diferentes equipos de trabajo para ir poco a poco creciendo y llegando al máximo número de familias malagueñas.
En el grupo no hay solo padres, también lo conforman docentes, psicólogos, pedagogos, juristas, expertos en ciberseguridad, entre otros profesionales e investigadores. De manera conjunta buscan “llevar el tema a la calle, crear debate, discutirlo y que todo el mundo sea consciente que no hay que dar por sentado ni normalizado que con 10, 11 o 12 años nuestros hijos tienen que tener un móvil”. En este punto, la portavoz del grupo apunta que son conscientes de que “la opinión pública no cambia de la noche a la mañana”, por lo que van a empezar a trabajar para por un lado “concienciar a las familias para que pongan un freno” y también llegar a todos los centros educativos a través de las AMPAS y los profesores asociados.
“Los orientadores de los institutos están hartos de ver casos de acoso en el aula y en los recreos”, señala Cristófol, que también añade que el problema no se queda en las aulas porque ahora se traslada a las redes sociales de manera masiva y todo se agrava. Por ello, las familias consideran que lo adecuado sea que se prohíba totalmente el que los adolescentes utilicen el móvil en los institutos. El problema en este punto surge porque actualmente son los centros educativos los que deciden si se usan o no los teléfonos en sus aulas, por ello a su juicio creen que las instituciones deben tomar alguna medida para que los colegios sigan la misma normativa con respecto a este tema.
Eso sí, Cristófol incide en que quieren llegar a hablar con las instituciones públicas, pero también buscan concienciar a más familias y abrir “un espacio de escucha y diálogo con los adolescentes” que son conscientes de su adicción al teléfono, que sufren acoso o han accedido a contenido inapropiado, para así saber cómo actuar, establecer límites y evitar que estas situaciones se repitan y se agraven.
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