Fascinante Croacia: Dubrovnik (I)
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Merece la pena, antes de adentrarnos en la ciudad a contemplar los tesoros que nos aguardan entre sus murallas, darle un somero repaso a lo que fue la República de Ragusa
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Cuando uno se acerca a Dubrovnik y contempla la ciudad con sus potentes y apabullantes murallas, quizá la mejor fortificación del Mediterráneo, el puerto viejo, sus calles, casas, iglesias y palacios, en un enclave privilegiado de la naturaleza, percibe de inmediato por qué Lord Byron la bautizó como “La perla del Adriático”. Pero aparte de la admiración que despierta esta pequeña gran ciudad por su majestuosa estampa, por su diseño urbano de proporciones áulicas, sus bellos edificios románicos y góticos, sobrevivientes del atroz terremoto de 1667, y sus uniformadas residencias barrocas posteriores, lo que viene a la mente del viajero es cómo pudo llegar a ser una de las grandes potencias marítimas y comerciales de Europa. Merece la pena, antes de adentrarnos en la ciudad a contemplar los tesoros que nos aguardan entre sus murallas, darle un somero repaso a lo que fue la República de Ragusa y cómo lo consiguió.
Lo que en un principio se llamaba en latín Communitas Ragusina, en el siglo XIV pasó a llamarse Respublica Ragusina (Dubrovačka Republika en croata. Nombre que, hagamos memoria, deriva de la palabra dubrova que significa bosque de robles o robledal). En un principio, comenzó bajo la órbita de Venecia pero, en 1358, cuando pasó a depender del reino de Hungría, logró un acuerdo por el que, a cambio del pago de un tributo, funcionaría con una casi total independencia. Recordemos también que lo mismo consiguieron con los otomanos, y así supervivió hasta 1808, cuándo Napoleón la incorporó al Reino de Italia. Lo que llegó a ser la República de Ragusa, durante esos cuatro siglos, es tan increíblemente asombroso como la estampa que nos ofrece de Dubrovnik el mirador del monte Srd, una colina de 413 metros de altura donde está el museo de la Guerra de Independencia, antigua fortaleza construida por los franceses en 1810.
Ragusa fue una república aristocrática ilustrada. Estaba gobernada por el Gran Consejo, conformado por los nobles desde que cumplían dieciocho años, presidido por un Rector que, a su vez, elegía un Consejo Menor, formado por once nobles que constituían el poder ejecutivo. Existía también un Senado como órgano consultivo. Pero lo más curioso de todo es que el Rector no gozaba de un poder significativo y, además, no podía permanecer en el cargo más de un mes, ni presentarse a una nueva elección hasta pasados dos años. Bueno, pues con este tipo de gobierno, Ragusa llegó a tener avances increíbles para la época, tales como una sanidad pública que incluía la farmacia; el primer orfanato de Europa, junto a un asilo para ancianos que ¡¡¡sigue funcionando en la actualidad!!! Estamos hablando de los siglos XIV – XV. Abolieron en esas fechas la esclavitud y establecieron un sistema de cuarentena para evitar las epidemias. Junto a sus logros sociales, no se quedaron atrás los éxitos económicos y, además, fueron unos insuperables maestros en el arte de la diplomacia. El territorio de la República lo podemos comparar con la actual provincia de Dubrovnik-Neretva, entre la estrecha franja costera y las islas son unos 143 kilómetros cuadrados. Su población alcanza casi los cincuenta mil habitantes, de los que solo unos ¿dos mil? habitan en la ciudad antigua, dentro de las murallas.
Las murallas comenzaron a construirse en piedra caliza a comienzos de la Edad Media, en el siglo VIII. Lo cierto es que Dubrovnik resistió las invasiones sarracenas del siglo IX, lo que significa que, para esa época, ya tenía una considerable fortificación. A mediados del siglo XII el viajero y geógrafo ceutí Muhammad al-Idrisi, en su libro Alegría para los que deseen navegar en el mundo entero, cita a Dubrovnik como la “ciudad más austral del país de Dalmacia”. Cuando pasa al-Idrisi por allí acababa de comenzar a construirse las murallas situadas al pie de las colinas. En el siglo XIII la muralla circunvala prácticamente toda la ciudad. La historia de la construcción de la fortificación de Dubrovnik ya supone en sí misma una subyugante odisea constructiva que recorrería cinco siglos (IX al XIV), tanto en nuevas construcciones como en mantenimiento y refuerzos de lo construido. Para hacernos idea del esfuerzo empleado por los habitantes ragusianos, repasemos los datos que definen las murallas, sin perder nunca de vista que son unas de las mejor conservadas de Europa y que hacen de Dubrovnik, como ya hemos apuntado, ser una de las ciudades mejor fortificada del Mediterráneo. El perímetro amurallado tiene algo menos de dos kilómetros de longitud, en algunos puntos su altitud supera los veinticinco metros y su grosor alcanza los seis metros. Las fortificaciones son doce torres rectangulares y tres circulares, dos torres de esquina, cinco baluartes y una gran fortaleza. En la parte que cierra hacia las colinas, se alza otra muralla paralela más baja, con diez baluartes semicirculares e, inicialmente, con un foso entre las dos murallas. Además, fuera de las murallas hay otras dos fortalezas. En el siglo XVII se hizo la última ampliación para defenderse de la amenaza otomana. La muralla posee tres puertas de entrada Pile, Gate y Ploče Gate.
Es imprescindible. Una experiencia única, para recordar toda la vida, circunvalar la ciudad paseando por las murallas. Las vistas que ofrece, aunque en parte sean los tejados restaurados tras el bombardeo de 1991, son sorprendentes por el espectacular y artístico cuadro con las casas, palacios e iglesias. El paseante no sabe si está ante la realidad o soñando un cuento de hadas representado como un diorama. Además, los aficionados al cine o la televisión, rememorarán Juego de Tronos, Capitán América, la Guerra de las Galaxias o Robin Hood, entre otras series o películas que se han rodado teniendo la maravillosa Dubrovnik por escenario. De las tres puertas que tiene la muralla, la principal es la puerta Pile, situada en un bastión semicircular del siglo XVI. Se accede a ella por un puente de piedra, que sustituyó al levadizo original, que cruza el foso, hoy un jardín. En el arco ojival que da a la ciudad se puede ver una hornacina con una imagen de San Blas, patrón de la ciudad, portando una maqueta de la ciudad vieja. En la misma puerta Pile se encuentra la subida al camino de ronda por lo alto de la muralla. Lo primero que nos encontraremos, tras pasar por un par de torres cuadradas, es la fortificación circular, del siglo XV, torre Minčeta, llamada así por el nombre de la familia en cuyas tierras se construyó en 1319. Fue su arquitecto el ragusiano Nicifo Ranjina. A mediados del siglo XV, la caída de Constantinopla y Bosnia ante los otomanos, hizo que se reforzara la torre convirtiéndola en un inexpugnable fuerte diseñado y construido por el arquitecto Michelozzo di Bartolomeo. Continuando el paseo por la muralla norte, con unas vistas espectaculares, tras pasar cinco torres cuadrangulares, llegamos a la torre Azimov que es poligonal y protege la puerta del siglo XIV llamada Ploče Gate. La torre está unida por un puente al fuerte Revelín que se construyó en el siglo XV para reforzar la defensa de la citada puerta. Construida por el arquitecto militar español Antonio Ferramolino, esta fortificación llegó a resistir sin daño alguno el terrible terremoto de 1667 por lo que fue destinado a ser la sede de la República de Ragusa. Hoy, aparte de servir como escenario en el famoso Festival de Verano, es una discoteca. Un destino poco épico para tan portentoso bastión ¿verdad?
Siguiendo el tramo oriental de muralla, llegamos a la torre de San Lucas que, junto al fuerte de San Juan y el dique, conformaban las defensas del puerto. Todo ello fue construido en el siglo XV y rehabilitado en el XVI. En la actualidad, en el fuerte se aloja el Museo Marítimo, en el que se pueden contemplar variados acuarios que muestran la diversa fauna del Adriático. A partir de ahí la muralla camina junto al mar un tramo bastante largo hasta llegar al fuerte Bokar. En el centro de ese recorrido se construyó el fuerte Mrtvo Zvono, a comienzos del siglo XVI, como defensa de un posible ataque desde el mar. Curiosamente, su nombre se debe a la campana fúnebre de la iglesia de San Pedro que se encuentra justo al lado. El citado fuerte Bokar, es un destacado ejemplo del arte constructivo militar. Un bello baluarte circular, del siglo XVI, que domina todo el espacio necesario para defender la puerta Pile. Ahora es sede de los espectáculos del Festival de Verano de Dubrovnik. Fue construido por el arquitecto florentino Michelozzo di Bartolomeo. La muralla continua hasta volver a la puerta Pile donde comenzará nuestra visita a la ciudad histórica.
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