Felipe Romera: “Tengo un propósito claro: quiero un parque de 50.000 trabajadores”
Málaga TechPark
El director general de Málaga TechPark recibe el V Premio Reconocimiento Andaluz el próximo martes
Asegura que el proyecto de ampliar el parque debe ir de la mano con la mejora de la movilidad
Las claves de IMEC, el centro que diseñará el futuro de la electrónica desde Málaga
El crecimiento de la Málaga tecnológica parece incombustible. O, al menos, Felipe Romera pretende echar más leña al fuego. Su objetivo es duplicar los trabajadores del PTA en los próximos años. ¿Cuándo? “Depende, pero es más fácil pasar de 25.000 a 50.000 que de 0 a 1”, afirma. Recibe el V Premio Reconocimiento Andaluz del Grupo Joly y Telefónica este martes. Es lo que tiene ser el director general de Málaga TechPark: una agenda apretada. El pasado jueves, por ejemplo, no le dio tiempo a almorzar. “Tampoco es bueno comer mucho”, argumenta antes de comenzar esta entrevista.
-¿De qué se ha alimentado Málaga TechPark?
-Creo que el elemento más relevante es haber investigado en cada momento las olas de innovación, entenderlas y equivocarte mucho, el parque se ha movido así. La primera fue la electrónica; la segunda, internet; la tercera fue una cuestión de productividad, y la cuarta las han protagonizado las tecnologías digitales que se multiplican también durante la pandemia. Haber aprovechado esas olas es el valor más relevante. Ese es el combustible. La capacidad de readaptación.
-¿La llegada del IMEC es una vuelta al origen?
-Es una vuelta al principio, sí. Más o menos con distancia se puede entender así. En los años 90, el vector de innovación en todo el mundo era la electrónica y en Málaga teníamos cuatro fábricas ya potentes: Fujitsu, Alcatel, Siemens, Isofotón... Esa ola de la microelectrónica ahora vuelve a tener mucho valor porque se ha metido en todos los dispositivos que usamos y es el elemento más referencial para el desarrollo de la inteligencia artificial. Eso hace que treinta años después hemos conseguido la atracción del IMEC con el que Málaga empieza a tener un protagonismo global porque el mayor centro de investigación y desarrollo de microelectrónica del mundo va a tener una sede aquí. Eso nos da una visión estratégica muy profunda que hay que saber aprovechar.
-¿Qué importancia tiene la pandemia en todo esto?
-En ese momento de confinamiento, convoco por videoconferencia a directores y presidentes de las multinacionales que hay en Málaga y observo dos cosas interesantes. La primera es que se apuntan todos, cosa que en una situación de normalidad no hubiera ocurrido por cuestión de agenda, y la segunda es que todos quieren cooperar con todos. Ese inédito era la ilusión de mi vida desde que comenzó el parque: la cooperación del sistema de innovación. Quieren cooperar en estrechar la relación con la universidad, conseguir más talento en Málaga, conocerse unas a otras… y creamos el instrumento de la Fundación Instituto Ricardo Valle (Innova-IRV), que es la que se pone en contacto con personal del IMEC que visita Málaga. El Gobierno y la Junta son los verdaderos artífices, pero sin el Instituto no estaría el IMEC aquí.
-¿Antes no existía cooperación?
-Habíamos creado un conjunto de empresas innovadoras muy potentes, pero el éxito de un ecosistema de innovación es que las empresas cooperen y eso no se había dado. Ahora, compiten en los mercados y sin embargo cooperan. Eso te hace tener más ambición. Hemos abierto un modelo nuevo que ha desarrollado a otros países. España hace 20 años era el sexto país del mundo en PIB y ahora es el decimoquinto. Quienes innovan, avanzan más. El sistema de innovación aquí se debe basar en proyectos largos. Los empresarios no quieren subvenciones, quieren contratos. De alguna forma desde InnovaIRV pretendemos tener proyectos de cooperación entre las empresas, no una empresa que recibe dinero para lo que ella quiere, sino destinada a varias para hacer algo realmente útil. Eso es lo que te hace progresar y es nuestro propósito: transformar el ecosistema de innovación en español
-¿Sólo desde la capital?
-El Covid también nos hace cambiar el modelo de parque. No vemos Málaga TechPark como un lugar físico, sino como algo más allá. Buscamos la vertebración del ecosistema de innovación a través de enclaves, lugares donde hay empresas innovadoras y buscar un actor para relacionarlas con el parque. Miramos Málaga y su ombligo, pero sales de aquí, te vas a Fuengirola o Marbella… Y hay muchas empresas tecnológicas que queremos incluir en nuestro ecosistema. También trabajamos en proyectos cooperativos para generar startups y también enfocarnos en otra cosa: tener espacio para acoger 50.000 personas.
-¿Cuándo prevé que se pueda llegar a ese objetivo?
-¡Eso no lo saben ni los listos! Lo que yo tengo es un propósito y lo tengo claro: quiero un parque con 50.000 trabajadores. ¿Lo conseguiré? Depende, pero es más fácil pasar de 25.000 a 50.000 que de 0 a 1. No hay ningún número que multiplicado por 0 te dé 1, la actual la multiplicas por 2 y… parece fácil. Dependerá de los ciclos económicos y de la evolución de Málaga y su entorno. Ahora están llegando muchas empresas al enclave de la ciudad que también pretendemos darle cariño y unirlas a este club de innovación.
-Eso requiere de infraestructura…
-Tenemos un problema grande que no sabemos resolver: la movilidad. Una persona en el parque ocupa 7 metros cuadrados; un coche, 25. Tenemos que necesitar más espacio para aparcar que para trabajar, es una locura. El transporte al parque todavía no es sostenible. Se han desarrollado proyectos e incluso desde la pandemia van la mitad de los trabajadores, pero todavía no hay aparcamiento. ¿Qué hacemos cuando esto crezca? Las personas usan el transporte público si es eficiente y ahora va a ser más importante porque la gente se está yendo a vivir fuera de la ciudad por el precio de la vivienda. No es sostenible que vayan todos en coche, ni siquiera en eléctrico. Necesitaría una central nuclear para aparcar.
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