Felipe Romera: "Nuestro propósito a futuro es tener 50.000 trabajadores en el PTA"
Cuando cumple 30 años, el director de la tecnópolis pone su esperanza en el Instituto Ricardo Valle como "elemento transformador" de la ciudad y pide la llegada de Metro y Cercanías "para garantizar el transporte sostenible y de masas"
El parque tecnológico de Málaga tiene un impacto de 5.100 millones y genera 57.000 empleos
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Un 9 de diciembre, pero de hace treinta años, pocas cosas hacían pensar que en ese “erial” junto a una Campanillas aún más desconectada de la ciudad podría acabar convirtiéndose en todo un centro del tejido empresarial tecnológico al sur de Europa como es hoy. Entonces, pocas cosas se parecían a la tecnópolis en la que hoy se ha convertido el Parque Tecnológico de Andalucía (PTA). Todo ha cambiado para que algunas pequeñas cosas se mantengan inmutables, una de ellas: su director, Felipe Romera.
Entonces, asegura Romera, “era un proyecto con muchos riesgos, pero más posibilidades”. Después de treinta años y, echando la mirada atrás, las cartas salieron favorables y es todo un éxito. Tanto, que en un reportaje sobre Málaga publicado en recientemente en El País Semanal se nombraba al propio Romera como el “dueño del secreto” de que Málaga esté “en boca de todos”. Él, sin embargo, lo niega, “si yo en los inicios hubiese tenido que augurar algo de todo lo que ha pasado después, fallaría en todo más allá de un poquito de visión al principio que no nos fue muy bien”.
Pese a ello, Romera ha sido capaz de vehicular una tecnópolis que hoy supone el 21% de los empleos directos o indirectos de la Málaga capital. Pero, más allá, es uno de los artífices de cohesionar el tejido empresarial digital de toda la ciudad alrededor de una idea de innovación y colaboración. Hoy, en el PTA trabajan algo más de 20.000 personas; pero él mira más lejos, “nuestro propósito es tener a 50.000 trabajadores en el parque, no sé si en 5, 10 o 15 años”.
Pero, ¿cómo se pasa de un erial a tener un polo de atracción de este calibre en 30 años? Felipe Romera lo cuenta casi de carrerilla, sin saltarse un hito. El director de la tecnópolis habla de un desarrollo vía olas de innovación. La primera sería la electrónica, "nuestra gran ilusión al principio del parque era tener fábricas de electrónica". Si bien Romera asegura que no fue especialmente bien, asentó las bases de un futuro prometedor.
En 1999, con la llegada de internet, se apostó por instalar fibra óptica en la tecnópolis, lo que permitió que se asentaran en el parque empresas de software. Esto impulsó el desarrollo del parque "que se construyó casi por completo entre el 99 y 2007, poniendo los mimbres de un ecosistema de innovación".
La tercera de ellas, tiene que ver con la mejora de la productividad. Entonces Málaga se vendía "como un destino barato y con mano de obra suficiente en un entorno favorable y con buen tiempo", un poco como ahora, pero que sirvió para que la tecnópolis sumase 5.000 trabajadores.
Y, por último, una ola que "lo cambió todo", las tecnologías digitales –blockchain, inteligencia artificial, 5G...– "entonces el mercado se convirtió en infinito, y el ecosistema de Málaga era muy interesante para venir". Proceso que, además, se unió con el Covid "que provocó que el PTA se esponjase en la provincia, desde la costa hasta el Valle del Guadalhorce gracias al teletrabajo".
Club de empresarios
En plena pandemia Romera vuelve a impulsar la creación de un club de empresarios. Esto cambia la visión del mercado, "me doy cuenta de que hay interés de cooperar, empresas que compiten en el mercado quieren cooperar para el desarrollo del parque junto con la Universidad". Entonces es cuando se pone la semilla del Instituto Ricardo Valle.
Este centro de colaboración es importante en dos sentidos. El primero, cambia la relación con la Universidad "que siempre había sido muy buena y muestra de ello es el Rayo Verde", pero si bien la transferencia de conocimiento había sido siempre de la academia a la empresa, ahora son las empresas las que se remangan para adaptar y crear formación acorde a lo que necesita el mercado de trabajo.
El segundo, es el germen de la colaboración activa entre las empresas que forman el tejido malagueño. "Yo sólo pido que el Instituto Ricardo Valle sea el elemento transformador de la ciudad, es lo que quería en el inicio del parque y han tenido que pasar 30 años" para que tome forma, afirma Romera.
El parque y la ciudad
En este tejido de innovación digital están algunas de las compañías más grandes del mundo –véase Google o Vodafone–, pero también pequeñas startups que crecen en el entorno. Cómo convivan ambas hace que muchos miren a la ciudad con una ceja levantada. "La pregunta es qué Málaga queremos, ¿una más rica y con más oportunidades de empleo o no queremos eso?", afirma al respecto Romera, que defiende que ambos modelos deben coexistir, "Estas empresas son fundamentales para el éxito de los malagueños, pero deben integrar a los malagueños". A esto añade que la llegada de estos grandes transatlánticos "supone riesgos, pero también muchas oportunidades; hay que tener en cuenta los desajustes que provoca el desarrollo, pero es una oportunidad que hay que aprovechar".
Uno de estos desajustes es la movilidad sostenible, de la que Romera es un gran defensor, por eso no ceja en pedir la llegada del Metro y Cercanías hasta el PTA. "Hace falta que se proyecte la llegada del transporte sostenible y de masas, ahora mismo no hay colapso, pero si pretendemos que haya 50.000 trabajadores no podemos pretender que todos vengan en coche. Ahora sólo hay dos líneas de bus, que funcionan bien, pero necesitamos más".
Con 30 años ya andados, aún queda mucho por hacer en el parque para que siga ayudando en el desarrollo de la economía malagueña. De un erial a tener más de 20.000 trabajadores directos y suponer uno de cada cinco empleos directos o indirectos de la capital. Pese a ello, Romera sigue viendo el futuro "con algunos riesgos y muchas posibilidades", es decir, esperanzado.
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