Fiscal Antidroga de Málaga: "No recuerdo una época tan convulsa en cuanto a tiroteos como la de ahora”
Fernando Bentabol reconoce la sensación de impunidad de los narcotraficantes y advierte de que el principal problema es la falta de medios de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado
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En los años 80, la Costa del Sol se convirtió en el gran atractivo turístico de Europa y cuna de la jet set. Fiestas y lujo, ligados a un clima inmejorable, hicieron que se convirtiera en refugio de grandes fortunas. Su estratégico emplazamiento, a unos 14 kilómetros de Marruecos –mayor productor de hachís del mundo- y a apenas una hora y media en coche de Algeciras –una de las puertas de entrada de la cocaína al continente- ha hecho que el crimen organizado, ligado al narcotráfico, se instaure en la provincia. La lucha de las mafias por controlar el tablero de la droga se disputa en el litoral malagueño y es desencadenante de vuelcos –como se conoce en el argot policial los robos entre las organizaciones criminales-, secuestros y tiroteos. Fernando Bentabol, delegado de la Fiscalía Antidroga de Málaga, trata de cercar judicialmente a las organizaciones asentadas en la provincia en un momento en que los incidentes con armas de fuego no cesan y la falta de recursos en la administración de Justicia no despierta del letargo. Tratar cara a cara con los responsables del crimen organizado, que manejan fortunas y tienen a su disposición auténticos arsenales de guerra, no es tarea sencillo. Bentabol procura “no pensar mucho” en los riesgos; de lo contrario, habría escogido otra profesión.
–En consecuencia, ajustes de cuentas que se traducen en secuestros y tiroteos. ¿Qué valoración hace del goteo incesante de incidentes con armas de fuego que sufre Marbella los últimos meses?
–Es un problema de seguridad muy importante, ya que el empleo de armas de fuego no solo repercute en las personas que lo hacen o contra quienes lo hacen, sino que en un momento dado puede haber un accidente y alcanzar a una tercera persona ajena a estas circunstancias.
–¿Recuerda una época tan convulsa en materia de tiroteos como la de ahora?
–Yo no la recuerdo. Pero también es verdad que cada vez más se está tratando toda esta materia como noticia de primer orden, mientras que en otras épocas no ha sido así, también por los problemas que hay entre el Gobierno y la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Ello hace que esté habiendo mucho más ruido y mayor seguimiento e investigación por parte de los medios.
–¿Y en cuanto a los secuestros?
–El año pasado hubo varios vinculados con la droga especialmente. Ya no con fines económicos, sino más bien de coacción. Eran secuestros relacionados con vuelcos, personas que se habían apoderado de alijos o cantiles de sustancias como cocaína o ketamina. Para recuperar esta mercancía, consideran válido cualquier medio, incluido el secuestro e incluso torturas graves.
–¿Qué está fallando?
–La Justicia somos el último escalón para luchar contra esto. El problema está en que no tienen medios para trabajar las fuerzas del orden público, que son en definitiva las que tienen que resolver estos problemas. Nosotros lo que tenemos es que perseguir a los culpables que cometen este tipo de hechos. Pero, para poder perseguirlos, primero tienen que ser puestos a disposición de la justicia .
–Se ha puesto en marcha el ‘Plan Marbella’, que supone un incremento de efectivos y controles. ¿Cree que es suficiente?
–Yo quiero hechos, no programas. Cuando yo vea efectivamente que se produce un incremento notable en la persecución de este tipo de delitos y que por otro lado la sociedad se siente más segura, entonces veremos. Pero eso, evidentemente, no es de un día para otro. Hay que esperar a los efectos de esas medidas. Yo del plan no conozco su contenido ni su alcance.
–¿Es necesario un cambio de estrategia para frenar el narcotráfico en la Costa del Sol?
–Desde la Fiscalía Nacional Antidroga se están haciendo propuestas de reformas legales. Sin embargo, hasta el momento no tenemos constancia de que nadie las haya asumido. Por ejemplo, es necesario perseguir a las personas que se encargan con embarcaciones de proveer de combustible a las planeadoras y las semirrígidas de los traficantes para que puedan moverse libremente por toda la zona del Mediterráneo aledaña a nuestras costas sin necesidad de tener que tocar tierra, nada más que para descargar y volver a cargar sustancias con la seguridad que ello les proporciona y la dificultad que, por otro lado, supone para las Fuerzas de Seguridad del Estado conseguir detener o interceptar estas embarcaciones.
–Hay cierta parte de la población que considera que los criminales son condenados a penas bajas de prisión.
–El Código Penal, evidentemente, a la hora de fijar las penas establece unos márgenes muy amplios que quedan al arbitrio del juez. No podemos inventarlas. Aquí en España el principio de oportunidad no rige formalmente y por tanto no podemos conseguir poner la pena que nosotros creamos conveniente a nuestro arbitrio, sino que tenemos que movernos dentro de esos márgenes.
–¿Y son suficientes esas penas?
–Suficientes son. Si bien, considero que también se podrían aplicar determinadas circunstancias a los delitos que afectan al tráfico de drogas para dar un margen mayor de amplitud. Me refiero a organizaciones, al empleo de determinados tipos de embarcaciones, del uso de medios peligrosos, de agresiones a Fuerzas y Cuerpos de seguridad...Pero, de momento, eso no está previsto, entonces nosotros aplicamos las penas que tenemos.
–¿Cuáles son?
–Van de uno a tres años cuando hablamos de hachís o lo que llamamos drogas blandas. De los tres a los seis, droga dura como la heroína, cocaína, MDMA...Y si se hace en el ámbito de una organización criminal ahí las penas van desde diez hasta incluso los 15 años, según la función de la persona en el entramado.
–¿Cómo es de importante la colaboración internacional para desarticular esas organizaciones criminales?
–En la delincuencia organizada es fundamental. En la Costa del Sol, como todo el mundo sabe, están establecidas muchas de las más importantes organizaciones internacionales de delincuentes. Sus líderes tienen aquí viviendas desde donde trabajan y donde, en determinadas zonas, pueden pasar desapercibidos teniendo viviendas de lujo en medio. Además, la facilidad de comunicaciones que tiene la Costa del Sol hoy día con el aeropuerto, el AVE y las autovías que rodean Málaga les permite una gran movilidad y con esta movilidad, lógicamente, pues muchos de estas organizaciones ponen sus sedes aquí. Teniendo en cuanta que la mayor parte de las sustancias estupefacientes que entran por Andalucía se dirigen al resto de Europa, es evidente que la cooperación internacional es fundamental.
–¿Qué cantidades de dinero pueden mover estas organizaciones?
–Se ha llegado a hablar de billones. Un alijo de un contenedor que puede llevar unos mil kilos, a los precios que está la sustancia estupefaciente, supone unos 20 o 30 millones de euros.
–¿Se está convirtiendo la Costa del Sol en un Medellín?
–Sí y no. No se pueden comparar con Medellín porque países como Colombia son los que producen la droga y ahí la gran parte de actuaciones que hay son relacionadas con plantaciones, como ocurre por ejemplo en Marruecos con el hachís. Nosotros estamos en zona de introducción y reparto para Europa de las sustancias. Ahora, en cuanto al nivel de las organizaciones que lo realizan y la capacidad económica que tienen, sí, puede compararse, claro.
–En Semana Santa, al menos una decena de narcolanchas se cobijaron en las aguas de Manilva y Estepona. ¿Tienen los narcos una sensación de impunidad?
–Yo creo que sí. Llegan a tener esa sensación precisamente por la falta de medios que tienen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Las embarcaciones de las que dispone el Estado no pueden competir con las que tienen ellos. Una lancha de las que llevan ellos está valorada en 300.000 euros.
–¿Se erradicará en algún momento el narcotráfico?
–Muy difícil
–Recientemente se ha legalizado la marihuana en Alemania. ¿La regularización es una vía para atajar el problema?
–No, porque es un medio de vida muy lucrativo. Produce muchísimo dinero y todo lo que produce mucho dinero seguirá. Habrá más represión o menos, se castigará más o menos, pero es muy difícil acabar con ello. ¿Cuántos años lleva el tabaco siendo una droga legal y el contrabando de tabaco sigue porque la gente lo puede conseguir a mejor precio? Además, mientras no se consiga que haya una conciencia social del problema tan grande que supone el consumo, seguirán existiendo traficantes.
–¿Hay un perfil del traficante?
–Yo no lo veo. En muchas ocasiones son personas que están dedicados a una actividad normal. Puede ser pescador, albañil o empresario. La únicas condiciones es que no tengan escrúpulos, no les importes la salud del resto y tengan interés en ganar mucho dinero y rápido.
–¿Tiene la percepción de que ahora se consume más droga que antes?
–Marihuana sí, bastante más. No es raro notar en cualquier ambiente ese olor tan característico que tiene cuando se fuma.
–¿Y siendo así está seguro de que su legalización no acabaría con muchos problemas?
–Para mí el problema no es el tráfico, sino el consumo. Lo que tenemos que hacer es todo lo posible para evitar que se dejen de consumir sustancias estupefacientes. Cualquier estudio un poco serio que se haya hecho sobre esta sustancia, recuerdo alguno que ha llevado a cabo el Hospital Vall d’Hebron, en Cataluña, refleja el incremento tan bestial que ha habido de esquizofrenia en menores de 12 y 13 años sin ningún tipo de antecedentes psicóticos en su familia o en su propia persona, simplemente por el consumo de marihuana. A mí que no me digan que no pasa nada.
–Su consumo como algo natural y la banalización de sus efectos es ya casi como un mantra en la sociedad actual. Más aún entre los jóvenes.
–Como toda droga crea dependencia y problemas mentales. Luego estamos todo el día viendo cómo un hijo mata a su madre o a una vecina y se justifica porque era esquizofrénico. Ese es el problema, estamos convirtiendo en una panda de locos a nuestra propia juventud. Y no, no somos conscientes de ello. Por modernidad y por unos tópicos bastante ridículos de gente que no sabe de lo que habla.
–A raíz de este aumento de consumo, ¿se han incrementado también los cultivos, sobre todo, indoor?
–Sí, hay más, y cada vez se hacen en espacios más reducidos como viviendas vacías. Antiguamente era una cosa que se hacía solo en espacios abiertos en el campo, en invernaderos. Pero ahora, en muchas barriadas, hay un montón de domicilios dedicados a la producción de sustancias, lo que provoca a su vez cortes de luz.
–En algunos países hay incluso empresas de reparto a domicilio de droga. ¿Aquí se ha detectado algún caso similar?
–Sí, muchos. Tanto marihuana como drogas duras. Tú llamas y te la llevan a tu casa. Normalmente el que lleva la sustancia suele ser alguien del ámbito del traficante o el propio traficante y suelen utilizar motocicletas. Así se mueven con más facilidad y también es más sencillo eludir a la Policía en un momento dado.
–Hay muchas drogas emergentes, como la cocaína rosa, y otras que dicen ser medicinales, como la ayahuasca. ¿Se están persiguiendo los centros que suministran estas últimas anunciando que se tratan de sesiones espirituales?
–El problema es que todavía Naciones Unidas no ha metido este tipo de drogas en las listas correspondientes. Se está esperando que la Unión Europea empiece a valorar sus efectos en la saluda para efectivamente tratarlo como lo que es, una sustancia que puede causar graves daños si se consume en grandes cantidades.
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