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Málaga/En horario de tarde, el laboratorio de Microbiología y Biotecnología del instituto Universidad Laboral acoge a la veintena de alumnos que inauguraron el pasado septiembre el nuevo Grado Superior de FP Fabricación de Productos Farmacéuticos, Biotecnológicos y Afines. Estos estudios, que se imparten en Málaga en modalidad dual, sólo existían en Granada.
Durante dos cursos y 2.000 horas lectivas, más de la mitad de ellas en empresas, el alumnado de entre 17 y 40 años y en su mayoría femenino, aprenderá los procesos productivos vinculados a la elaboración de medicamentos, cosméticos, alimentos, bebidas y un amplio abanico de posibilidades. Por ejemplo, llevar el control de calidad para que no se produzca un brote de listeriosis o que no se administre minoxidil como omeprazol.
“Tienen que aprender a controlar el proceso de fabricación, desde la planta al análisis de calidad posterior en el laboratorio”, explica José Luis de Posada, profesor y tutor del grupo. Y no de un producto concreto sino de las miles de especialidades farmacéuticas, plaguicidas, colorantes y aceites, perfumes y otros productos de belleza e higiene.
En la industria alimenticia, desde vino o cerveza, a alimentos funcionales y aditivos hasta guacamole. Se trata de trazar un perfil polivalente y aportar conceptos que luego sepan desarrollar en sus lugares de trabajo, como explica también Yolanda España, jefa del departamento de la Familia Profesional Química.
“También aprenden a hacer ensayos microbiológicos para descartar una contaminación, estudiar los niveles de cada elemento que contiene el producto, ver que coinciden con el etiquetado, serán los responsables de tomar muestras y de hacer el seguimiento, tiene una aplicación muy amplia”, indican los docentes.
“Todos esos alimentos funcionales que tomamos, los enriquecidos con calcio, con omega3, con bifidus, son biotecnología. En las bebidas fermentadas la biotecnología te permite, por ejemplo, determinar la mejor levadura o la cepa que mejor se adapta al vino que queremos conseguir”, agregan.
Aquí entra también la parte de I+D+i de las empresas, otra de las ramas en las que podrían trabajar cuando titulen. “Abarca mucho, desde el primer análisis de las materias primas, al seguimiento en el proceso de fabricación, el muestreo de los puntos críticos, el control del producto acabado y la investigación para la mejora del proceso, los preparamos para seguir la trazabilidad completa de un producto”, afirma Yolanda España.
Se espera que la empleabilidad de estos titulados sea muy alta. Que Málaga sea sede de dos institutos importantes andaluces como el Instituto de Fomento Agrario y Pesquero, Ifapa, y la estación experimental de La Mayora, del CSIC, ayuda a la inserción de este alumnado. También empresas como Ubago Group, Uvesa, la cervecera 3Monos Cratf Beer, Guzmán Biotech y Euronutra, que colaboran con el centro en este grado. En ellas los alumnos realizarán más de 1.000 horas de formación.
Por el momento hay cinco plazas garantizadas para los alumnos pero podrían llegar a ampliarse a los 20 si cumplen los requisitos, es decir, si aprueban todas las materias hasta marzo, que es cuando pasarían del centro educativo a seguir el programa en la empresa.
“También cuenta la asistencia y la implicación, van a empezar a trabajar y tienen que tener un compromiso fuerte”, indica el tutor. Y apunta que la pretensión del equipo docente en este año de gestación del proyecto ha sido la de darse a conocer y tener una relación más cercana con la empresa.
Las distintas firmas que acojan a estos estudiantes dispondrán de un tutor para continuar con el curso. De lunes a jueves acudirán a la empresa y los viernes volverán al centro educativo a exponer su proceso de aprendizaje. El próximo año, en el segundo curso, pasarán los meses de noviembre y diciembre, marzo y abril en la empresa y a mediados de este último comenzarán las 370 horas de FCT, Formación en Centro de Trabajo.
El curso ha tenido bastante demanda. “Nos hubiera dado para hacer tres grupos, unos 40 alumnos se han quedado fuera”, indica la jefa del departamento. Hay alumnos que han llegado de Huelva, de Cádiz, de Córdoba y de Sevilla para estudiar este grado.
Algunos proceden de Bachillerato, otros de un Grado Medio y también de alguna carrera universitaria, como Erika López, de 22 años, recién titulada en Bioquímicas. “La carrera está muy enfocada a la investigación, no te da una salida laboral a corto plazo y a mi me gustaría trabajar ya”, apunta.
Sergio Román es el delegado de clase, tiene 18 años y llega desde el Grado Medio de Operaciones de Laboratorio. Ya está trabajando en Uvesa pero seguir con su formación “me servirá para avanzar en mi trabajo, quiero llegar a control de calidad”, dice.
Su compañera Verónica López se ha desplazado desde Córdoba. Ha estudiado el medio de Farmacia y Parafarmacia pero no quiere trabajar de cara al público. Lo suyo es el laboratorio y estudia para orientarse hacia empresas farmacéuticas. “Veo que podemos salir más preparados que de otros ciclos por ser dual”, apunta. Y Erika añade que, con respecto a la carrera, “aquí hay muchas más horas de prácticas y la enseñanza está orientada a la industria”.
La familia Química, que cuenta con su sede principal en este centro de El Atabal, se amplía con este grado. Ya impartían el medio de Operaciones de Laboratorio y los superiores de Química Ambiental y Laboratorio de Análisis y Control de Calidad.
Pero vieron la posibilidad de seguir creciendo y solicitaron estos estudios, para los que la Junta de Andalucía a través de los Fondos Europeos aportará 450.000 euros para crear tres laboratorios más. En 2020 está previsto el inicio de las obras, cuyo proyecto ya salió a concurso y fue adjudicado.
“La idea de la FP es tener a profesores de la especialidad con experiencia, instalaciones y dotación y que no esté dispersa, es la única manera de darle calidad y medios para que su renovación sea constante”, considera Juan Jesús Larrubia, director del centro.
Subraya el director que la reagrupación de la familia profesional facilita que lleguen equipos, que son caros, y material fungible para las prácticas. “Un kit de biotecnología puede costar 1.500 euros”, dice José Luis de Posada. De los 14 docentes de Químicas, cinco están implicados directamente en la docencia y han tenido que realizar una formación específica. Ya están trabajando en el próximo curso.
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