Garrido Moraga, la cultura como arte
IN MEMORIAM | 20 AÑOS DE 'MÁLAGA HOY'
Desde el ejercicio de la política entendió la capacidad transformadora de la cultura y puso en marcha los principales proyectos estratégicos de Málaga en este ámbito
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Málaga/EL parlamentario andaluz del PP y reconocido hombre de la cultura y del mundo cofrade de Málaga, Antonio Garrido Moraga, falleció el 15 de enero de 2018 a los 63 años en la Clínica El Ángel de la capital, donde se encontraba ingresado tras sufrir un derrame cerebral el 8 de noviembre del año anterior. La trayectoria, académica, política y profesional de Garrido Moraga es tan extensa como el reconocimiento mostrado por la clase política y del mundo de la cultura a través de las redes sociales tras conocerse su fallecimiento. Nacido en 1955 en la capital malagueña, Garrido Moraga era licenciado, doctor y catedrático en Filología Hispánica, así como profesor titular de las Universidades de Sevilla y Málaga, donde llegó a ser uno de los promotores de la Facultad de Ciencias de la Comunicación. Fue profesor en diferentes universidades europeas y norteamericanas, escritor prolijo sobre literatura y crítica y vicepresidente de la Asociación de Críticos Literarios de Andalucía.
Su entrada en política se produjo en 1995 cuando la entonces candidata Celia Villalobos lo incluye en las listas del PP. Con Villalobos de alcaldesa, Garrido Moraga se convierte en concejal de Cultura y Turismo desde el 1995 hasta el año 2000, cuando dejó las responsabilidades municipales para dirigir el Instituto Cervantes de Nueva York, hasta el año 2004. A partir de ese año es elegido diputado autonómico por el PP. Desde julio del 2015 era el portavoz del grupo popular en la comisión de Cultura del Parlamento Andaluz.
La aportación de Antonio Garrido Moraga al mundo de la cultura en Málaga tampoco fue precisamente discreta. Como concejal de Cultura contribuyó al desarrollo de diversos proyectos que forjaron la Málaga cultural de hoy. El más trascendental, por su proyección, fue el Festival de Cine Español, que nació bajo su inspiración y para el que colaboró estrechamente con su primer director, Salomón Castiel. Pero,además, Garrido Moraga fue una pieza clave en el crecimiento de la Orquesta Filarmónica de Málaga, que se había constituido en 1991 y que con su apoyo terminó convirtiéndose en una de las formaciones sinfónicas más importantes de España. También con Garrido Moraga como concejal vivió la música popular episodios más que notables en Málaga, con el festival veraniego Terral repleto de estrellas internacionales en el Teatro Cervantes y aquel Etnimálaga de la playa del Peñón del Cuervo altamente envidiado en todo el país por su programación y su ubicación. El Festival de Teatro experimentó un crecimiento destacado con una programación internacional, mientras que la Fundación Picasso Casa Natal ampliaba sus hechuras documentales y museísticas. La consignación de Pablo Picasso como símbolo de la transformación de Málaga tuvo en Antonio Garrido Moraga uno de sus más fervientes aliados.
Ya fuera en la literatura, la música o la tauromaquia, su labor divulgadora y cívica resultaba infatigable, también a la hora de dar a conocer a nuevos valores de las artes. Como portavoz del PP en el Parlamento Andaluz en materia cultural, su seguimiento de la rehabilitación del Palacio de la Aduana para el Museo de Málaga resultó constante y crítica. Su última gran aportación cultural llegó con la dirección de la Fundación María Zambrano en Vélez-Málaga, a la que saneó económicamente y para la que ganó no
pocos aliados que permitieron rescatar causas ya olvidadas como el viejo congreso dedicado a la filósofa, así como la edición de sus Obras completas
“Archicofrade del Paso y la Esperanza. Es el honor más grande y el título que más me honra”, afirmó en su momento el que fuera pregonero de la Semana Santa de Málaga en 1987. En su paso por el Ayuntamiento también dejó un legado que influyó en el Carnaval de Málaga. Antonio Garrido Moraga fue el primer conferenciante de la fiesta en 1997. Con Un mundo al revés testimoniaba los inicios de la vida carnavalera en la historia y desgranaba la eterna lucha entre doña Cuaresma y don Carnal como dos tiempos antagónicos de la sociedad de cada momento.
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