Historias en la cola del paro

Laboral La mayoría de los nuevos parados malagueños pertenecen al sector servicios

Una farmacéutica y estudiante de Magisterio, una dependienta y varios obreros desgranan sus experiencias · Málaga fue la segunda provincia del país en la que más subió el desempleo con 5.585 altas en septiembre

Historias en la cola del paro
J. A. Navarro Arias / Málaga

06 de octubre 2010 - 01:00

Con el final de los meses estivales, la nómina de parados ha aumentado considerablemente en la provincia malagueña. Las estadísticas publicadas el lunes arrojaban datos contundentes que situaban a Málaga como la segunda provincia del país en la que más subió el paro, con 5.585 nuevos desempleados, de los que 3.491 eran del sector servicios. Más dramas personales y familiares que se suman a las colas que cada mañana se forman en las oficinas del Servicio Andaluz de Empleo (SAE). Este periódico acudió ayer a una de ellas, la del distrito de Bailén-Miraflores de la capital, y encontró distintos perfiles de trabajadores y una problemática común, la falta de trabajo.

Entre las personas encuestadas en la cola de la citada oficina de empleo, dos jóvenes acudían precisamente ayer para darse de alta como desempleadas, Laura Bartha y Pilar Infante, de 28 y 32 años, respectivamente. Era media mañana y la fila de personas salía por la puerta. Es la norma todos los días. Había quien esperaba su turno en la acera de enfrente bajo la sombra que proyectaba un árbol. Estas dos chicas son una de esas 5.585 personas que se han quedado en el paro una vez pasado el verano. Sus puestos eran temporales, de refuerzo estival y para cubrir las vacaciones del resto del personal de las empresas contratantes. Ahora toca volver a esperar una llamada con una oferta, aunque dicen que del Servicio Andaluz de Empleo no esperan ninguna. En estas oficinas se escuchan situaciones mucho más dramáticas, personas, de todas las edades, que llevan casi dos años sin encontrar un trabajo y con las ayudas del desempleo agotadas.

Uno de estos casos lo protagoniza Antonio Terroba, con experiencia en el sector de la construcción y de la hostelería, de 50 años y divorciado. En la actualidad vive con sus padres porque su situación económica no le permite otra cosa. "Me gustaría algo distinto pero esto es lo que hay, vengo a pasar la ayuda familiar y así vamos tirando", explica Terroba, que hace casi un año que se encuentra desempleado. "Como el tema de la albañilería lo controlo, hago algunas chapuzas cuando puedo, pero la cosa está mala. Hace años uno no paraba, yo trabajé en varias promociones de Teatinos, pero ahora no contrata ninguna constructora", añade.

El sector de la construcción ha sido el que más se ha resentido en la crisis actual y esto se deja sentir cada mañana en las oficinas del SAE. La mayoría de jóvenes consultados encuadran en este perfil. Al caso anteriormente citado se suman los de Juan Luis Parra y Javier Roig, de 26 y 36 años, respectivamente. El primero es granadino con experiencia laboral en Almería y ahora residente en Málaga. El segundo, riojano, llegó a la Costa del Sol buscando trabajo desde el norte de la península. Uno es carpintero y el otro trabaja con el aluminio. Ambos llevan casi dos años sin encontrar empleo.

"Me fui a Almería porque una empresa me ofrecía trabajo de carpintero, éramos ocho personas fijas más los montadores, pero con la crisis todos nos fuimos a la calle, sólo se quedaron los dueños de la empresa, el padre, el hijo y el cuñado. La cosa tiene que seguir mal porque no llaman", explica Parra. Durante el periodo que ha estado desempleado ha realizado un curso de electricidad, pero sigue a la espera de alguna oferta. "El curso me lo busqué yo, del SAE no me han llamado ni para eso, pero así estamos todos", lamenta. La historia de Roig es similar, pero su periplo comienza en La Rioja. Ayer ambos acompañaban a un amigo que también se encuentra en paro a que arreglase sus papeles.

Las citadas dos chicas que ayer se inscribieron como desempleadas responden a distintos perfiles, pero su realidad laboral actual es la misma. En el caso de Bartha, la más joven de las dos, afirma que lleva 11 años trabajando, pero sin continuidad en ninguna empresa. Dice que hace algunos años había donde elegir y ahora no hay nada y las condiciones son peores. Su último empleo fue en un supermercado. "Estaba la jornada completa por 600 euros mensuales cuando antes el mismo trabajo se pagaba por 750 u 800 euros, pero como no hay otra cosa no te puedes quejar", argumenta. Bartha sabe lo que es trabajar fuera de Málaga. En dos etapas estuvo en Granada de dependienta en diferentes negocios y no le importaría volver, pero "la cosa está igual en todos sitios". En el caso de Infante, tras realizar sendos módulos de fotografía y farmacia, se decidió a realizar la carrera de Magisterio con objeto de opositar y encontrar "un trabajo para toda la vida". Acaba de terminar un contrato en una farmacia y ahora espera terminar sus estudios. Cuando se diplome dice que esperará antes de hacer unas oposiciones. Este año sus miras están en la Universidad. Estas son varias de las miles de historias que existen en la cola del paro.

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