El Hospital Regional de Málaga hizo 280 intervenciones de cambio de sexo en los últimos ocho años
El hospital atendió en ese periodo a casi 800 transexuales, de los cuales medio millar ya acabó su proceso
No todos se operan, de ahí que la cifra de asistidos sea mayor que la de intervenidos
El Hospital Carlos Haya ha hecho 127 cambios de sexo en una década
Málaga/El Hospital Regional ha atendido en los últimos ocho años a un total de casi 800 personas transexuales y ha realizado la operación de cambio de sexo a 280. Estos datos reflejan la actividad de 2014 a 2021 inclusive. Fue a partir de aquel año cuando la unidad que atiende a estas personas se provincializó. El centro sanitario ha facilitado los datos correspondientes a ese periodo. Pero en realidad el balance es mucho mayor ya que el programa se inició en 1999 en Málaga y –como era el primero de la sanidad pública en España– entonces asistía a personas de todo el país. Así que según fuentes consultadas, los transexuales operados para reasignación de sexo en este hospital malagueño en estos 23 años ronda el medio millar.
De las casi 800 personas transexuales atendidas de 2014 a 2021, algo más de 500 han completado su proceso y de éstas, 280 lo han acabado tras la operación de cambio de sexo. No todas las que acuden al programa lo completan con una intervención. De hecho, esos datos suponen que de las 509 salidas que se produjeron en ese periodo (no se llaman altas porque la transexualidad no es una patología), sólo el 55% –las 280 operaciones– acabó con una intervención quirúrgica. El porcentaje supone que casi la mitad decide hormonarse, pero no operarse. Según el hospital, de quienes deciden pasar por el quirófano, el 60% es para hacer el cambio de mujer a hombre.
La Unidad de Atención a Personas Transexuales (UAPT) del Regional ofrece un enfoque integral a estas personas que incluye la atención endocrinológica, psicológica y quirúrgica. La psicóloga de la UAPT, Guadalupe Cano, explica que la transición no es fácil. “Es un proceso de gran dureza en el que el apoyo familiar es fundamental. Si la familia escucha, tienen muchísimo más bienestar emocional”, explica.
En la transexualidad hay una “incongruencia” entre el sexo y el género que son. Cano señala la importancia de la comprensión de la familia, los compañeros de instituto y los profesores en ese proceso.
“Enfrentarse al mundo y reconstruirse en otro género es muy complejo. De ahí que la protección familiar y escolar sean claves”, añade la psicóloga. Esta profesional –que era residente cuando echó a andar el programa en 1999 y se incorporó como becaria al equipo– ha visto la evolución social que se ha producido desde entonces.
“Cada vez hay más aceptación y comprensión. El activismo [Lgtbi] ha sido muy potente en todo el mundo y ha contribuido a ese cambio”, insiste. Aclara que la transexualidad no es una patología. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya la dejó de considerar una enfermedad, como ocurrió también con la homosexualidad. Por eso, los profesionales no hablan de pacientes, sino de personas transexuales; y de “salidas” del programa, no de altas. Hasta hace unos años, la transexualidad era un diagnóstico de Salud Mental. Ya no lo es. “No es una patología, sino una variante de la diversidad humana”, acota.
Pese a los cambios sociales, aún sigue siendo difícil para las personas transexuales su transición y para el resto, la comprensión de estos casos. La psicóloga apunta que tanto las personas transexuales como sus familiares deben hacer la transición “a su ritmo”. Destaca que para los padres tampoco es fácil porque tienen miedos. “Miedo a que les hagan daño, a que se rían de ellos, a cómo los traten y a su futuro”, explica.
Estas personas generalmente son derivadas a la UAPT por el médico de familia o un profesional de Salud Mental a los endocrinólogos de la unidad que son la “puerta de entrada” al programa. Estos profesionales, si la persona transexual así lo quiere, la derivan a la psicóloga. No todas las que inician la transición hacia el otro género quieren tratamiento hormonal o quirúrgico.
La UAPT les da tratamiento integral y les ofrece “acompañamiento psicoemocional”, según explica Cano. A lo largo de estos años desde que se inició el programa en 1999 ha habido cambios que parecen meros matices, pero en realidad son de un profundo calado en el enfoque de la transexualidad. Por ejemplo, antes la puerta de entrada era el psicólogo. Ahora es el endocrinólogo.
Hay también un detalle no menor en los datos. Las personas atendidas fueron en aumento desde el inicio del programa hasta que en torno a 2017 se produjo una estabilización. A partir de entonces, las cifras al año oscilan entre 120 y 150. Ese incremento se explicaría porque antes no había la misma aceptación social que en la actualidad. Esa apertura a aceptar la diversidad humana habría contribuido a que estas personas salgan a la luz y se atrevan a pedir asistencia y apoyo profesional.
La psicóloga, con su larga experiencia, explica las vivencias de estas personas: “Cuando hacen la transición y comienzan a vivir en el otro género, disminuye su ansiedad y empiezan a ser más felices...”
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