"Invito al que cuestione la violencia de género a que venga un día conmigo"

flor de torres porras. fiscal delegada de andalucía de violencia sobre la mujer

La fiscal de violencia de género tacha de "heroínas" a las mujeres que denuncian. "Son impresionantes los testimonios de las que hablan, pero también de las que no lo hacen"

Flor de Torres, en una de las salas de la Fiscalía de Málaga delante de una estantería repleta de archivos judiciales. / Javier Albiñana
María José Garde

29 de octubre 2017 - 06:57

Flor de Torres, la fiscal delegada de Violencia contra la Mujer y contra la discriminación de género en Andalucía, nos recibe en su despacho de la Fiscalía de Málaga, detrás de muchas carpetas con denuncias, "de un solo día" sobre su mesa. Se declara una apasionada de su trabajo, aunque lamenta que las leyes no hayan acabado con la muerte de mujeres y niños víctimas de la violencia de género. Málaga registra el 5% de las denuncias por malos tratos, que en el último año han crecido un 31,6%, según el Observatorio contra la Violencia de Género del CGPJ.

-¿Eligió este destino en la Fiscalía, encargarse de los temas de malos tratos?

- La palabra igualdad siempre me ha acompañado y qué mejor que siendo fiscal, luchar por ese artículo tan hermoso como es el artículo 14 de la Constitución. Dentro de unos día haré 30 años de fiscal y todavía no he encontrado un límite a ese artículo. La igualdad es tan grande que me ha permitido el privilegio de dedicar mi vida profesional a ese artículo. Es un destino buscado por mí, claro.

-La Ley del 2004/28 de diciembre fue pionera en la lucha contra la violencia de género, ¿qué representó para los que trabajan en este ámbito?

-Representó una apuesta legislativa importantísima. Es la primera ley que tiene la categoría de ser integral, que transgrede lo estrictamente jurídico. La ley unió lo que se entiende por igualdad de género, y no sólo en la esfera penal, que es el último reducto que tiene un Estado de Derecho en la lucha por esa igualdad. Es una apuesta legislativa en todas las instituciones, porque lo que menos tiene esa ley son temas penales y lo que más son temas de prevención, sociales, de medios de comunicación, de educación. Y sobre todo es la culminación de una apuesta, de la lucha de tantos colectivos, de tantos movimientos sociales, feministas, que abanderaron que la discriminación positiva tenía que estar regulada por Ley y blindada por un Tribunal Constitucional que en casi 200 ocasiones ha dicho que es perfectamente constitucional .

-Han pasado 13 años de aquella Ley, ¿sigue siendo suficiente?

-Es la única Ley a la que se ha puesto bajo sospecha desde su publicación. Las leyes son como los seres vivos, tiene que desarrollarse, alimentarse, pero sí establecería necesidades de seguir avanzando en lo que no ha dado resultado. Uno es en la difícil y casi imposible reinserción de un maltratador. Estamos viendo que reinciden en violencia de género, que quebrantan las medidas de alejamiento en un porcentaje altísimo. Y la segunda apuesta es sobre los menores, las víctimas directas de la violencia de género. Esa apuesta está teniendo un desarrollo importante con la Ley de protección de la infancia y la adolescencia, con el estatuto de las víctimas, reformas legislativas que sitúan a los menores como víctimas de primera categoría, pero este año han sido siete los niños asesinados. Eso y las 40 víctimas asesinadas (esta entrevista se hizo antes del último caso), son estadísticas que nos están hablando, tragedias sociales que esta ley, desgraciadamente, no logra contener. La mejor protección que podemos dar a una víctima siempre es la denuncia.

"La ley debe avanzar en la difícil y casi imposible reinserción del maltratador y en la protección del menor"

-¿Qué más puede hacer la Justicia contra esta violencia?

-Los fiscales nos movemos en un difícil equilibrio de derechos de una víctima, pero también de maltratadores. Por eso incido mucho en la reinserción, porque en la medida en que reincidan esa apuesta infiere directamente en el bienestar y libertad de todas las víctimas. En la Fiscalía hemos hecho lo que debíamos, especializarnos en violencia de género y dar una respuesta con empatía a las víctimas. Porque una víctima de violencia de género es muy distinta a otras y necesita la complicidad de la Fiscalía para entenderla, no cuestionarla, respetar sus silencios y para abanderar todos sus derechos. Yo salgo mucho de mi despacho porque me tengo que coordinar con las instituciones que tienen los mismos objetivos que yo: municipales, policía, Junta. Hemos desarrollado muchos protocolos.

-¿Cuántos casos ve al año?

-Estos casos que están aquí, sobre la mesa, son los de un día, muchísimos. No sabría decirle cuántos. En una mañana de señalamiento vemos en juicio oral una media de trece juicios diarios. Pero no me gusta hablar de números, sino de personas, de tragedias, porque cada víctima que comete ese acto de heroicidad de venir a un juzgado, de contarnos su historia a veces delante de su maltratador, de su hijo, desnudando sus sentimientos, me parece una auténtica heroína. Son impresionantes los testimonios de las que hablan, pero también de las que no hablan, que se acogen a ese famoso derecho de no declarar, que es el 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

-¿Cómo saben que tras ese silencio hay un caso de violencia, posiblemente de mucho tiempo?

-Puede denunciar y podemos trabajar no sólo con su testimonio, sino con lo que la Ley nos exige, con los forenses, psicólogos, expertos de las unidades de valoración. Llevamos acreditado el caso a juicio y si en la antesala pacta ese silencio o lo decide en el juicio, nos limita avanzar y habrá una sentencia absolutoria, porque los parámetros legales no nos permiten mantener una condenatoria. El Supremo y toda la doctrina nos exige que la víctima declare en juicio oral.

-¿Incluso si ese silencio está motivado por el miedo?

-Claro. Siempre pregunta la jueza si ese silencio es pactado, coaccionado, y dice que no y no podemos avanzar a partir de ahí. Ese es un nefasto artículo que convive con leyes tan modernas como la Ley Integral. Estamos haciendo todo para una víctima pero un artículo del siglo XIX permite a una víctima silenciar, apoyar hechos en base a ese silencio.

-¿Se denuncia más porque hay más casos de violencia?

-Quiero entender que las mujeres tienen más confianza en acudir a la Justicia. Realmente la realidad no la sabemos, no sabemos lo que existe en el trasfondo de asuntos que están ocultos.

-Tras algunas muertes hay agresores con órdenes de alejamiento que las han quebrantado. ¿Qué pasa con estas medidas?

-Realmente son bastante efectivas y en los mínimos casos se han producido asesinatos con esa medida. Entre el 10% ó 15% de las mujeres asesinadas había denunciado. Por eso siempre tenemos que dar el mensaje de que la mejor forma de proteger a una víctima es denunciar. Tenemos instrumentos , que nos van a determinar medidas personalizadas al riesgo potencial y que van desde el alejamiento, a la pulsera, hasta el ingreso en prisión. Y esos riesgos no se pueden valorar si no hay denuncia.

-¿Y qué papel tiene la familia? Porque se dice que en muchos casos no colaboran en la denuncia.

-Forma parte de una mala praxis cultural, de que la violencia de género es un problema personal cuando la propia Ley Integral empieza diciendo que es una cuestión de Estado. Esa es una frase que debemos meternos todos en la cabeza y actuar. Vemos ahora que muchos ciudadanos están denunciando casos que ven por la calle y llaman a la policía. Luego vienen a juicio y mantienen la denuncia y propician que haya sentencias incluso sin la voluntad de la víctima. Quienes observen la violencia deben tener presente que es una cuestión de Estado, no de la mujer ni de pareja.

-Se la considera una defensora de la igualdad y los derechos de la mujer ¿Se declara feminista?

-Permítame no responder porque soy fiscala y eso pertenece a una esfera muy personal y que como jurista debo preservar.

-¿Hay un aumento de esta violencia entre adolescentes?

-El informe Detecta de la Junta de Andalucía refleja que un 50% tiene tolerancia a esta violencia. Por otro lado, figuras delictivas que no aparecían como específicas en nuestro código penal como el ciberacoso o el ciber bullying ya tienen encaje penal en las leyes. Y están aflorando, porque las redes sociales son un instrumento valiosísimo, pero si se hace un abuso pueden fomentar y multiplicar el control sobre una víctima. Cuando voy a un Instituto les dijo a los jóvenes que ojo con lo que ponen en las redes, que deja huella y que lo vamos a traer a los órganos judiciales y vamos a tener pruebas.

-¿Tienen muchos casos?

-Tenemos muchísimos casos por todo tipo de redes sociales, donde hay un control exacerbado sobre la víctima. Lo vemos, lo transcribimos y lo llevamos a juicio y eso son pruebas irrefutables incluso aunque en estos casos la víctima no colabore.

-¿Sigue existiendo miedo a denunciar?

-Claro que existe, porque no olvidemos que la víctima está unida por vínculos afectivos a su agresor, por falsas promesas de cambio, por manipulación, porque además es el padre de su hijo, y porque cuando denuncia rompe un proyecto de vida, quizás el único que pueda tener. Y a esa mezcla de sentimientos hay que unir el miedo y el terror a esa vivencias. Nos llegan casos de víctimas que han sufrido ese terror en 40 años de vida. El 4 de diciembre se cumplen 20 años del asesinato de Ana Orantes, de aquella impresionante entrevista que nos abrió a la sociedad los ojos a la violencia de género. Pues Ana Orantes era un reflejo de lo que vivían tantas mujeres y de la escasa perspectiva que se tenía de la violencia de género, cuando esa víctima que había denunciado tantas veces convivía en el mismo domicilio que su agresor. Fue una heroína, pero mujeres como ella hay muchísimas. Afortunadamente ahora tienen la posibilidad de denunciar, que postulemos por sus derechos y que podamos alejar a los maltratadores. Desde Ana Orantes hasta hoy nos faltan, creo, más de 1.000 mujeres asesinadas.

-Se dice que esta violencia no es cuestión de grupos sociales, pero ¿se puede trazar un perfil?

-No lo tenemos. El único perfil es el haber estado sometida dentro de la pareja. Lo traza muy bien la ley: agresor hombre, víctima una mujer y dentro de una relación de pareja o ex pareja. Lo demás lo diseña el maltratador en una amalgama de actos de lo más variado y degradante. No sólo hay violencia física, sino también moral, psíquica, o violaciones, con el único fin del dominio, que eso sí que es impresionante. A cualquier persona que cuestione la violencia de género yo la invito a que se venga conmigo o con cualquier compañera, unos días o una semana, y que vea lo que es la violencia de género en primera persona.

-En un año se han liberado en Málaga a 130 víctimas de la trata ¿Es un problema oculto?

-Un 79% de las víctimas de trata son mujeres y no son sólo víctimas de la violencia de género sino de una de las violencias más extremas que puede sufrir una mujer. Sería muy interesante una ley integral para la trata como para la violencia de género, para darles una salida digna, de recuperación integral a estas mujeres.

Tres décadas en defensa de la igualdad

Flor de Torres Porras (Almería, 1961) recibió hace tres años la Medalla de Oro de Andalucía, un momento especialmente significativo para ella, a tenor de la cantidad de imágenes que guarda de aquel día. Licenciada en Derecho por la Universidad de Granada, va a cumplir tres décadas como fiscal, la mayor parte centrada en defensa de la mujer y contra la discriminación de género. Aunque no se define como feminista, sí se declara defensora "de un derecho con una perspectiva de género". Se inició como abogada en 1984 y tres años después logró la plaza de fiscal en la Fiscalía Provincial de Málaga. Especialista en violencia de género, en 2004 fue designada fiscal delegada de violencia contra la Mujer en Málaga y desde 2010 es Fiscal Delegada de Andalucía de violencia contra la mujer y contra la discriminación de género. Es autora de blogs y artículos donde se muestra firme defensora de la igualdad como la mejor forma para evitar el maltrato a las mujeres y contraria a cualquier tipo de discriminación sexual. Es además profesora honoraria del Departamento de Derecho Público de la UMA.

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