Joaquín Canales: un pez fuera del agua
Conocemos al nadador veterano con mayor número de récords del mundo
Nuestro almuerzo, en un local con solera, el Restaurante Figón de Montemar
Málaga/El personaje que traemos hoy a esta sesión es una persona de una sencillez tan absoluta que uno no entiende como ha alcanzado unos retos tan importantes. Es muy difícil hacerlo en la sociedad en que vivimos solo a base de disciplina, esfuerzo y mucho amor al deporte. Joaquín Canales es probablemente el nadador máster más laureado en la historia.
Sus hazañas tanto en piscina como en aguas abiertas son conocidas en el mundo de la natación. Los últimos retos alcanzados este mismo año en Corea del Sur: Tres Medallas de Oro de 400 y 800 metros libre y 200 estilos y tres Medallas de Plata en 200 libre y 100 espalda y en aguas abiertas.
Pero no quiero dejar pasar un dato realmente impactante: Joaquín Canales cumple dentro de tres meses 80 años. Hoy vamos a conocer un poco más a este malagueño de pura cepa..
El restaurante Figón de Montemar
Para la ocasión nos trasladamos a un restaurante con solera, como la que tiene nuestro invitado, en la vecina localidad de Torremolinos, concretamente en Montemar: restaurante Figón de Montemar. Ahí nos aguardaba Daniel Garrido, metre del establecimiento e hijo del propietario y jefe de cocina, Isabelo Garrido, todo un referente de la cocina tradicional española.
Un establecimiento que abrió sus puertas en 1997 y que destaca especialmente por sus magníficos platos de cuchara y por el bacalao y el cordero como exponentes de su elaborada cocina. Diez personas en total, cuatro en cocina y seis en salones y terraza, completan la plantilla de este afamado restaurante, lugar inexcusable de cita en la Costa del Sol.
El invitado: Joaquín Canales
Cuando uno ve en la distancia corta a Joaquín Canales, lo primo que se pregunta es cómo es posible llegar a ochenta años en semejante estado físico. A lo largo de la charla pude descubrir que también mental.
Un hombre que fue un destacado empresario turístico y que lleva media vida sumergido en las aguas de las principales piscinas de competición y en todos los mares del mundo. Y a pesar de todo ello, es desconocido para muchas personas, tanto dentro como fuera de nuestra ciudad. Hoy vamos a procurar darle su sitio y que de paso lo conozcan un poco más.
Antes que un extraordinario nadador usted fue un empresario. “Se puede decir que he compaginado las dos cosas a lo largo de mi vida. Me siento mejor en el agua que en la tierra. Los días que no nado me encuentro fatal. Comencé a trabajar en el hotel Miramar, el de antes, no el de ahora (risas), haciendo de todo. Pasé por distintas áreas a la vez que desarrollaba el conocimiento de varios idiomas. –Habla cuatro idiomas correctamente: inglés-francés-alemán e italiano-. Después cuando se inauguró el hotel Tropicana en Torremolinos me fui de recepcionista. Estuve cinco años.
Cuando tenía 29 años me asocié con otras personas y construimos el hotel Isabel, con 41 habitaciones. Lo inauguré como director”. Pero no solo fue ese hotel. “No, tuvimos varios negocios de hostelería. Llegue a controlar hasta tres sociedades. Era muchísimo trabajo. En el año 2000, con 53 años vendí el hotel y le di un giro a mi vida. O lo hacía o me moría”.
¿Y qué pasa con la natación todo ese tiempo? “Como te decía la natación ha estado conmigo toda mi vida. Comencé a nadar con 12 años. En Málaga no había piscinas y nadábamos en el mar, en el morro de poniente. Contábamos 50 metros y en el noray pintábamos una marca. Nadábamos sin hacer virajes ni nada de eso (risas).”
Muy personal
Nacido en el seno de una familia numerosa –eran ocho hermanos- en la céntrica calle Ángel, Joaquín se confiesa una persona sencilla, mal estudiante y muy deportista. “Estudié hasta los 13 años en los Agustinos, luego estudié en una academia y más tarde hostelería. Ahí obtuve el número dos”. Por su trabajo y posteriormente sus negocios, se traslada a Torremolinos y ahí se instala para siempre. En un viaje a París conoce a la que sería su mujer: Marie, una británica-española –llegó a España en 1964- con la que lleva toda su vida. “Nunca olvidaré el día en que comencé la relación con Marie tomando algo en L’enfants terribles del Soho, el mismo día en que asesinaron a John Fitzgerald Kennedy. Ella me ha acompañado durante muchos años a todos mis viajes”. Dos hijos, David, piloto de aerolínea, y Daniel, diseñador gráfico, componen el resto de su familia. Le pregunté por las medallas y trofeos conseguidos. “No tengo espacio en casa para guardar tanto trofeo. Las medallas más importantes las enmarcaba, ahora ya es imposible. Compré una vitrina para guardar los títulos europeos y mundiales. Ya está llena”. Un hombre al que le hubiese gustado competir con Michael Phelps, en cuya piscina de Maryland, donde se formó el genial nadador americano, Joaquín tuvo la suerte de quedar campeón del Open de Estados Unidos en 2014. Un momento inolvidable. Pero la medalla que más feliz le ha hecho ha sido la conseguida este mismo año: Oro en 400 metros en los campeonatos del Mundo de Gwangzou, Corea del Sur. “Ese día nadé con una fuerza increíble. No cambiaría esa medalla por nada”. No podría reproducir aquí el medallero y los pódium conseguidos a lo largo de su carrera. Se precisaría el espacio que ocupan varias de mis crónicas. Enhorabuena.
En aquella época ya pertenecía a un club de natación. “Sí claro. Desde pequeño pertenecí al Real Club Mediterráneo, mi club en la actualidad. Estuve una larga temporada en el Club Natación Mijas donde llegué a ser vicepresidente y sponsor con una de mis empresas. Luego regresé de nuevo al Real Club Mediterráneo y hasta hoy”.
A los veinte años fue preseleccionado para los Juegos Olímpicos de Roma. ¿Qué sucedió para no acudir? “(Silencio) Pues por una tontería de la juventud. Tenía una gran habilidad para dar saltos mortales en el aire y caer en pie, sobre césped. Un día lo hice y caí mal… me rompí el calcáneo. Y todo se fue al garete.” Sí, pero solo por un tiempo. “En realidad a partir de ahí me dediqué a desarrollar mi carrera profesional y empresarial. Nadaba por mi gran afición, pero fue a partir de dejar mis negocios cuando comienzo a nadar de nuevo.”
Y de qué manera, que uno se pone a leer por encima los campeonatos y récords ganados y es abrumador. ¿Está seguro que es de este planeta? “(risas) Siempre he sido una persona muy inquieta y sobre todo disciplinada. Por eso, por encima de todo me siento muy orgulloso porque todo lo que tengo me lo he ganado”. Más de setecientas veces campeón de pruebas nacionales, internacionales y mundiales, eso sin contar los subcampeonatos obtenidos que sobrepasan los cuatrocientos. Y eso con su edad. “Yo soy un nadador amateur que no vive de la natación. Los desplazamientos y estancias me los pago yo.
Afortunadamente mi jubilación me lo permite. Los premios son trofeos, nunca dinero. Por desgracia los clubes no tienen capacidad económica para hacerse cargo de los viajes”. Y con ese curriculum, ¿se siente reconocido por las instituciones y por Málaga en general? “(Silencio) Mi club, el Real Club Mediterráneo, me ha hecho dos homenajes. En el último vino el alcalde. Por cierto, él también fue un gran nadador. Hacíamos la travesía del puerto y él siempre terminaba entre los diez primeros. El resto, como decimos en Málaga, ni fu ni fa. En la medida que han podido he sido reconocido por la ciudad. Tampoco es algo determinante. No quiero que me hagan muchos homenajes. Mi padre murió con la edad que yo tengo ahora, y siempre decía que cuando empiezan a uno a hacerle homenajes… (risas)”.
Ha recorrido prácticamente todo el mundo. ¿Cómo ve a Málaga en la distancia? “Sencillamente no existe un lugar mejor en el mundo. Como se vive en Málaga, en España, no se vive en ninguna parte. Y sé lo que digo porque he recorrido los cinco continentes. La Málaga de ahora no tiene nada que ver con la de mi época. Teníamos que ir a nadar a Sevilla, allí tenían una piscina de 25 metros en el club Natación Sevilla. O irnos a nadar a la piscina de algún hotel. El Emperatriz fue uno de ellos. Eran otros tiempos”. ¿No habrá algo de suerte en toda esa trayectoria? “La suerte existe a veces. Una vez me tocaron ochocientas mil pesetas en la lotería, por lo demás, trabajar mucho”.
La comida
Continuamos nuestra interesante conversación mientras Isabelo Garrido nos preparaba una muestra de la gastronomía más clásica de su establecimiento. Abrimos mesa con unas croquetas caseras de jamón y unos boquerones vitorianos, ambos platos acompañados por una copa de Excelens, vino blanco de Marqués de Cáceres.
¿Un momento que no olvidará nunca? “(Silencio) Fui muy feliz cuando en mayo de 1963 me preseleccionaron para los juegos olímpicos. Y ahora, siendo ya máster, cada vez que subo al podio a recoger una medalla. Es realmente emocionante”. ¿Y algún deseo o sueño por cumplir? “Claro, me gustaría medir 1.90 metros (risas), mis manos serían como dos remos. Y además me habría gustado ser cantante. Tengo buen oído y buena voz”. Un plato de chipirones en su tinta nos rescató de nuestra conversación.
A continuación y tras descorchar una botella de tinto Arquitecto, producción propia de Bodegas Lara, tomamos uno de los famosos platos de cuchara del Figón de Montemar: potaje de berza. Riquísimo. Y para nuestra sorpresa, a continuación una muestra de rabo de toro, otra de las especialidades de la casa. Sencillamente extraordinario.
Unas milhojas de crema terminaron con tan variado y suculento recorrido gastronómico. Nuestras felicitaciones a Isabelo Garrido y a su hijo Daniel por su maravillosa acogida y nuestro agradecimiento a Rachid por sus continuas atenciones con nuestro invitado.
¿Qué cambiaría si estuviese en su mano? “A pesar de que en la vida me ha ido bien, cambiaría haber tenido mayor capacidad de concentración para poder estudiar. Es algo que siempre me costó mucho. Me considero un gran lector, pero estudiar nunca fue lo mío”.
Para finalizar le pregunté a Joaquín Canales por sus proyectos de futuro. “Ya no se puede hablar de planes de futuro cuando se tienen casi ochenta años, en todo caso continuar nadando”.
Y de esta manera finalizamos esta crónica con un hombre que lleva media vida dentro del agua, que se siente mejor en el líquido elemento que en tierra. Ojalá haya sido capaz de mostrarles un poco más de su vida. Hasta siempre campeón. Nuestro más admirado reconocimiento.
Los vinos
Blanco: Excellens D.O. Rueda. Un vino fresco e intenso con aromas a frutos tropicales. Equilibrado y muy sabroso. Maridó a la perfección con los platos que degustamos.
Tinto: El Arquitecto. Extraordinario vino Tres generaciones de Bodegas Lara, D.O. Sierras de Málaga. Un vino elegante y señorial. Noble y maduro, resulta profundo e intenso. Muy recomendable.
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