José María Martín Delgado: La política como necesidad, la Universidad como razón de ser
Profesor emérito de la UMA, político de trinchera, malagueño de bandera, acude a nuestra cita en el Real Club Mediterráneo
Málaga/Inmersos estábamos en nuestra Semana Santa cuando realizamos esta entrevista con José María Martín Delgado, un hombre que respira Málaga por cada poro de su piel. Tímido, aunque pueda parecer lo contrario, su mirada franca le delata.
Unido a la Universidad desde hace décadas, fue un político destacado y un cofrade de convicción, siendo pregonero en el año 1986. Hoy, con 72 años, –quién lo diría– continúa con su despacho profesional y dedicando el resto de su tiempo a su amada universidad. Con él mantuvimos una interesante entrevista. No se la pierdan.
El restaurante: Real Club Mediterráneo
Escogimos para la ocasión un lugar emblemático en nuestra ciudad: el restaurante del Real Club Mediterráneo, que lleva casi veinte años bajo la dirección y coordinación de todo un veterano hostelero –economista de vocación y profesión– como es el amigo Gonzalo Martínez. Quién no recuerda emblemáticos locales como Lemon y Mandarina, eso por no mencionarles otros fuera de nuestra ciudad.
Este establecimiento que abre todo el año, no es algo exclusivo de los socios del afamado club, sino que está abierto a toda la ciudad, algo que me ha parecido oportuno destacar en estas líneas. 35 personas conforman la plantilla actual, que llega a 50 en plena temporada, para atender los salones y terrazas con que cuenta este reputado establecimiento.
Dos metres, Carmen Alcaide y Pedro Trias, se encargan de atender los diversos salones, mientras en la cocina el chef Jesús Reina cuenta con un equipo de ocho personas para atender los fogones. Cuenta además, como apoyo de cocina con el reputado paellero alicantino Juan Rodríguez y el parrillero David Pérez, de cuyas parrillas tuvimos la oportunidad de degustar diversos platos. Ahora les cuento.
El invitado: José María Martín Delgado
Como decía al principio de esta crónica, inmersos estábamos en la Semana Santa, cuando pudimos cerrar este encuentro con José María Martín Delgado, a quien para comenzar y dadas las fechas, le recordé su participación como pregonero. “¡Uf! Sí, eso fue en el año 1986. Los pregones son muy difíciles y han evolucionado con el tiempo. Mi pregón fue algo distinto y ha sido de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida. Para ser sincero, no soy muy vehemente en los discursos y creo que mi pregón no fue vibrante, pero me sentí muy orgulloso de poder darlo”.
Pero al margen del pregón estuvo usted muy vinculado a la Semana Santa, incluso desde la Universidad donde, entre otras cosas, estuvo diez años de rector. “Y continúo muy vinculado, desde mi cofradía de Estudiantes. La Semana Santa es un cúmulo de emociones extraordinarias. Vinculé la Universidad en los años ochenta y hasta hoy. Como bien dices estuve diez años de rector, era el periodo máximo de tiempo que, según las normas de la época, se podía estar”. ¿Quiere decir que habría seguido más tiempo? “[Risas] Por supuesto. Habría seguido otros diez años más. Ser rector de la Universidad de Málaga ha sido lo más hermoso que me ha pasado profesionalmente.” ¿Y continúa vinculado a ella?.
“Sí, soy profesor emérito. Estoy siempre dispuesto para lo que se me precisa. La mejor institución para la que se puede trabajar es la universidad. La universidad no para de hacerse grande porque toma lo mejor de cada individuo”. Para sorpresa de muchos, después saltó usted a la arena de la política, como independiente, nada más y nada menos que como consejero de la Junta de Andalucía. “[Silencio] Ser consejero fue una sorpresa y luego se convirtió en un reto. Un episodio de mi vida magnifico. Me permitió conocer a fondo Andalucía, a alcaldes extraordinarios. No contamos con muchos recursos pero hicimos de la necesidad virtud y sacamos numerosos proyectos adelante”.
“A mis padres, Rafael y María Jesús cuyo ejemplo y sacrificio orientaron mi vida”
Vicedecano de derecho en la universidad de Granada, Rector de la Universidad de Málaga, Rector de la Universidad Internacional de Andalucía, Catedrático, Profesor emérito, Consejero de Cultura de la Junta de Andalucía, Medalla de Oro de la Universidad de Málaga...y a pesar de todo ello, malagueño de a pie. Después de sus estudios en los Agustinos y su paso por la universidad de Granada, recala definitivamente en Málaga donde su involucración social es notoria. De su etapa como Primer teniente Hermano mayor de Estudiantes le queda la pasión por nuestra Semana Santa. Los jardines de la catedral y su terreno de juego en el pasillo de Nateras y Martiricos son lugares que guarda en los más íntimos recuerdos de su juventud así como los veraneos en la casa de su abuelo en Torre del Mar. “ Esos eran veraneos de verdad. Desde San Juan hasta primeros de octubre. Entonces pasaban tres coches mal contados y nos molestaba el ruido”. Lleva con orgullo poder decir que luchó para que Málaga tuviese una universidad como merecía, institución a la que ha vinculado toda su vida. Fruto de su matrimonio tiene tres hijos, José María – periodista- y dos hijas Irene y Cristina que trabajan en su despacho de abogado. “Benditas hijas. Eso de tener al padre como jefe debe ser un problema (risas) “. Y siempre, siempre, tiene presente a sus padres. “Se lo difícil que tuvo que ser sacar para adelante una familia con diez hijos, dándonos además una educación y una formación. Mi madre nos enseñó la solidaridad. Después de cuidar de diez hijos, se iba a ayudar a otras personas que la necesitaban. Estoy orgulloso de haber dado satisfacciones a mis padres. Mis hermanos, toda la familia, estamos orgullosos de ellos como creo que ellos lo están de todos nosotros”. Y yo como malagueño, de contar como un paisano como José María Martín Delgado entre nosotros. Hasta siempre.
Pasada esa época, muchos años después su nombre sonó varias veces para postularse como alcalde de nuestra ciudad. “Bueno, eso fueron noticias que suelen surgir siempre cuando se acercan unas elecciones. Es normal en política. Nunca me lo planteé en serio. Debo reconocer que amo a mi tierra como para haberle dedicado mi vida a ella”. ¿En política se entra y ya no se sale? “Es algo que está en el ADN de las personas con vocación al servicio público “. Con un currículo tan espectacular como el suyo, se podría decir que ha sido profeta en su tierra. “[Silencio] No, no he sido profeta en mi tierra, al menos así lo siento yo. He trabajado mucho, eso sí. He seguido siempre el ejemplo de los mejores maestros que he tenido en mi vida : mis padres – no pudo evitar José María que su mirada franca se enturbiase durante unos instantes por el recuerdo de sus padres, de los que por cierto habló en diversas ocasiones durante nuestro encuentro–. Creo que he tenido suerte y he aprovechado las oportunidades aunque creo que las he ganado con esfuerzo. Trabajar me cansa pero no me molesta”.
Hace muchos años dijo usted que Málaga podría convertirse en la ciudad de la postmodernidad. ¿Cree que acertó? “Veamos. Málaga es la capital económica de Andalucía, y esto no es una denominación es una característica. Y es así por sus ciudadanos, por su carácter. Está claro que Málaga está explosionando, pero debemos controlar y racionalizar su crecimiento. Los museos, por ejemplo, nos han colocado en el mapa, aunque sean una cultura de franquicias. Todo suma. Pero pienso que el centro de la ciudad no está controlado, se ha convertido en una pequeña maldición. Está claro que hay que asumir determinadas incomodidades porque vivimos en gran parte del turismo, pero hay que medir, dosificar”. Ahora estamos en periodo electoral. ¿Cómo ve usted la política en la actualidad?. “[Silencio] La política está muy desagradable, muy agria y la responsabilidad es de los políticos. La sociedad es mejor y está por encima de muchos de los políticos que tenemos. La vida política se ha deteriorado mucho.
La democracia es un sistema para respetar la decisión de la mayoría, no para acertar. La pelea está en la actualidad en las redes sociales y hemos perdido el espíritu crítico. Vamos demasiado rápido. Antes nos adaptábamos poco a poco a los cambios. Hoy vamos muy rápido. No da tiempo a pensar”. Ha estado usted vinculado, a través de la política, de la cultura y de las cofradías a la sociedad. ¿Se considera un buen gestor? “Un buen gestor se tiene que fijar en lo que no funciona para arreglarlo, para cambiarlo. Hay que centrarse en lo que no se está haciendo solo de esa manera se mejora y se avanza”. Igual que nosotros decidimos avanzar con esta charla durante la comida.
La comida
Quiso personalmente Gonzalo Martínez atender a nuestro invitado –amigo personal y cliente habitual de la casa– en este encuentro tan especial. Todo un honor para nosotros. Y comenzó descorchando una botella de blanco Excellens de Marqués de Cáceres, selección de bodegas Lara, para enseguida abrir mesa con unas sardinas escabechadas sobre tosta y bacalao noruego sobre pan de cristal. Ambos entrantes buenísimos.
Y siguiendo con nuestra conversación le pregunté por qué cambiaría si estuviese en su mano. “[Silencio] Cambiaría el ánimo con que los políticos realizan su función. Cada día están más distanciados del interés general. Se pierden en ataques personales y se olvidan del ciudadano” ¿Admira usted a algún personaje público? “[Pensativo] No. Aunque me habría gustado ser Juan Manuel Serrat [risas]. Su bondad, su sencillez y su manera de ser. Su poesía y su madurez como persona. Un gran tipo al que admiro. Y se lo he dicho a él [risas]”. Unas patas de pulpito a la brasa –deliciosas– interrumpieron nuestra charla. Y tras el descorche de una botella de vino tinto, Javier Sanz, nos preparamos para recibir las carnes a la parrilla preparadas por David Pérez: unas delicias de secreto de cerdo extremeño y un entrecot de vaca rubia gallega. Les aseguro que merece la pena probar tan sabrosos platos. Sencillamente espectaculares.
¿Qué no soporta en la vida? “No soporto la traición, y la peor es la traición a tus propios principios. Debemos tener organizada nuestra jerarquía de valores. La gente que no respeta a los demás no la quiero, me da igual su ideología. Sembrar el odio es lo más deleznable que puede hacer un ser humano. Me gusta sobre todo compartir”. Del mismo modo que nosotros compartimos los postres con que nos sorprendió Gonzalo: milhojas con helado de turrón de jijona con nata y chocolate caliente y una tatin de manzana. Dos postres sencillamente exquisitos.
Felicitamos a Gonzalo Martínez por el magnífico recorrido gastronómico con que nos sorprendió y a todo el equipo humano del restaurante del Club Mediterráneo, un espacio singular abierto a todos los malagueños. Y para terminar esta entrevista le pregunté por si, a pesar de sus 72 años, aún tiene sueños por cumplir. “Muchos [risas]. Me quedan muchos. Me implico en todo lo que me planteen. Yo construyo mis sueños a partir de mi ilusión”. Preciosas palabras de un hombre que lo ha dado todo, y sigue dispuesto a hacerlo durante toda su vida, por Málaga y los malagueños. Muchas gracias y hasta siempre.
Los vinos
Blanco: Excellens-Marqués de Cáceres
Extraordinario vino blanco de la D.O. Rueda. Amplio, goloso y complejo, con claras notas de fruta tropical. Un vino mono varietal de Sauvignon Blanc.
Tinto: Javier Sanz tinto roble
D.O. Rueda - Un vino estructurado, fresco y equilibrado, muestra un intenso aroma a frutas rojas. Maridó a la perfección con las carnes que degustamos.
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