“Al río Guadalmedina hay que entenderlo, no avergonzarse de él”
José María Senciales | Profesor de Geografía de la Universidad de Málaga
Cree que las administraciones usan el cambio climático para justificar malas decisiones
Advierte de que las lluvias torrenciales serán cada vez más frecuentes en la provincia de Málaga
Málaga/Antes incluso de iniciar la conversación, enseña con orgullo algunas de las gráficas archivadas en su ordenador, resultado del trabajo de estudio de años. Secuencias de décadas. Ahí reside el secreto para saber interpretar el clima. Y su cambio. "Que el año pasado, el 21 de octubre, cayesen 100 litros en una hora en el río Turón, en Ardales, es una barbaridad, pero es un punto;el cambio climático no es este aguacero", relata con apasionada precisión.
–Pareciera que lo de la Geografía se reduce a lo de los mapas, pero su trabajo demuestra que es mucho más.
–La geografía parece que estuviera apartada del mundo, quizás porque hay gente a la que no le interesa escuchar ciertas cosas. Somos los médicos del territorio, hacemos diagnósticos, vemos desde el punto de vista humano, físico y de conjunto el estado del territorio y proponemos soluciones. Otra cosa es que se lleven a cabo. Es como el médico que manda una medicina.
–¿Y el paciente es buen paciente?
–Es muy mal paciente. Al final suceden castástrofes y le echamos la culpa a veces a elementos que son reales. Se habla del cambio climático, pero aprovechando esa realidad hay gente que acaba diciendo que la sequía se debe a ello, cuando en realidad se han dedicado a pinchar donde no se debía. Nos faltan datos, las administraciones a veces dejan de tomar datos o cierran las estaciones, cuando para nosotros es fundamental comprobar qué es natural y qué no lo es. Es como si decimos que al paciente hay que controlarle la fiebre y rompemos la temperatura.
–Quiere decir que con la excusa del cambio climático se justifican muchas acciones que son consecuencia de decisiones de las administraciones.
–Efectivamente. Ya nos han tirado de las orejas varias veces desde la UE con las Tablas de Daimiel, con Doñana. Sabemos que hay elementos que se tratan de tapar con la realidad del cambio climático, que es real. Cuando uno ve las gráficas puede ver tendencias al alza de las temperaturas, se tome la serie que se tome, como ocurre también con el incremento del nivel del mar. Pero a veces llegan los negacionistas y ven un pico de bajada y preguntan que dónde está el cambio climático.
–¿Es posible saber cuándo va a llover torrencialmente en un territorio como el nuestro?
–La previsión a día de hoy es meteorológica no climatológica. Es habitual confundir tiempo y clima. Para nosotros en clima es fundamental saber los promedios de precipitación, temperatura, ver qué años están siendo anómalos. Pero esto no lo sabemos por un año o de tres, sino cuando se analiza en conjunto, una larga serie.
–¿La gente es consciente de lo que es y lo que supone el cambio climático?
–Estoy seguro que no. Y parte de la culpa la tienen los medios de comunicación. Si a una persona le hablas de dinero y le muestras una serie y en lugar de temperatura hablas de dinero, la gente verá que cada vez hay menos dinero, que hay que reducir gasto. El problema es que por primera vez en la historia son más graves las causas que las consecuencias. Porque si hay dinero ante una elevación del nivel del mar podemos recrecer, hacemos playas artificiales... Pero el que no lo tiene... Se vienen para acá. La principal consecuencia es que ahonda las desigualdades sociales. Lo que causa el cambio climático es que estamos destruyendo a paso aceleradísimo los árboles y estamos echando de todo al mar, como si fuese infinito.
–¿La situación es reversible?
–Una de las cosas que menos me gusta es el planteamiento apocalíptico, que hace que mucha gente niegue el cambio climático. Vende mucho pero aleja a una mayoría de la gente de la realidad del cambio climático, nos conduce al negacionismo.
–¿En la provincia de Málaga hay una situación de emergencia climática?
–Hay una cuestión clara que es la sequía, que en el clima mediterráneo es recurrente. Hay sequía hidrológica cuando tenemos déficit, pero eso puede ser o porque no llueve o porque hemos gastado más de la cuenta. Y gastamos más agua de la cuenta porque nos han dicho que podemos plantarlo todo de cultivos de regadío.
–Entiendo que existe un problema de planificación. Si las administraciones hubiese consultado a los que saben de esto, a los que llevan años analizando la cuestión, se podría haber actuado...
–Exactamente. Pero creo que lo saben. No me cabe en la cabeza que no sea así. Porque no saberlo significa que son noruegos; cualquiera que viva aquí sabe que este año tenemos sequía y que volverá a haberla, la tendremos siempre a menos que el clima mediterráneo deje de serlo.
–¿Qué es más problemático para la provincia, la sequía o las inundaciones?
–Creo que la inundación es más grave. El rango de una inundación a veces es incalculable.
–¿Por sus análisis habrá cada vez más?
–Serán cada vez más frecuentes. Las inundaciones son recurrentes. En el siglo XVII Málaga perdió varias veces sus puentes. El problema es que en Málaga hay ahora más habitantes que en esa época, la planificación ha dado lugar a elementos absurdos como ir avanzando hacia las llanuras de inundación. Me hierve todavía la sangre cuando vi al alcalde de Vélez diciendo que iba a declarar como zona de oportunidad el delta del río Vélez. A los niños de Primaria se les enseña que un delta es una zona inundable. ¿Qué haces metiéndote en el delta? Pensará el alcalde que hay una presa arriba. Pero en 1996 todo el sistema de presas alcanzó el 100%, tuvieron que abrir las compuertas y el delta funcionó. No había presa que frenara eso. Eso lo saben los gestores. Por ejemplo, la presa del Limonero, que nunca puede superar la cota del 50%. Si la supera y nos viene un evento como el de 1957, con 313 litros en el aeropuerto, no hay presa que lo pare. Nada nos hace pensar que eso no pueda volver a ocurrir y si sucede es afrontar una catástrofe.
–Hace algunos años, cuando la Junta de Andalucía puso sobre la mesa los nuevos mapas de inundabilidad la reacción inmediata fue la de advertir de la incidencia que tenía sobre la actividad económica.
–Me sorprendió porque incluso el Supremo ha respaldado a los empresarios del polígono. La decisión hace que esto sea jauja.
–¿Qué deben hacer los poderes públicos para tratar de minimizar a estos problemas?
–No expandirse en zonas peligrosas. Cualquier persona del campo lo dice, lo que del río es el río se lo lleva. Deben tener en cuenta los mapas de inundabilidad que no los hace alguien que quiera fastidiar, sino científicos. A veces hasta nos quedamos cortos.
–¿Qué le parece la eterna aspiración de Málaga a intervenir sobre el Guadalmedina?
–Es otro de los proyectos me lleva a echarme las manos a la cabeza.
–¿Por qué?
–Porque tenemos el límite de seguridad en el Limonero y si se supera hay que desaguar antes de que reviente. Y si hay que desaguar más de la cuenta y el río está embovedado por dónde sale el agua.
–Creo que el debate sobre el embovedado está superado.
–Un cauce urbano tiene que estar mantenido limpio del todo. Porque cualquier elemento que frene la salida del agua es un elemento que aumenta la lámina de agua. Que queremos ponerle uno o dos puentes o alguna plaza... Más vale que tenga una altura suficiente porque el río tiene que tener la capacidad de evacuar. Que queremos darle uso... Por qué no poner una cancha o campo de fútbol. Al cauce se le pueden dar usos, pero cuidado.
–De acuerdo con su planteamiento el río debe ser tratado como tal.
–Exacto. Y no avergonzarse del río. Málaga se avergüenza de su río, cuando es típicamente mediterráneo. No lleva agua porque está controlado arriba. De manera natural viene a tener agua durante nueve meses al año. No es una rambla, es un río. A los ríos mediterráneos hay que entenderlos, no avergonzarse de ellos. Y eso me duele. El puente de Tetuán lo llena de flores para que no se vea el río. Hay que ver a los ríos mediterráneos como alguien de mal genio, que cuando se enfada se enfada mucho, pero es buena persona.
–Puede por tanto cometerse el error de actuar con más ambición de la debida...
–En el 89 estuvo a punto de superarse el encauzamiento. Y en el 96 recuerdo haber subido al Limonero y llevarme las manos a la cabeza viendo como el aliviadero estaba funcionando e imagino que los de la Confederación estarían rezando a todos los santos para que no cayese ningún evento torrencial. Ese día estuvimos jugando a la ruleta rusa.
–¿Qué le parece la apuesta por levantar un hotel de 150 metros en el dique de Levante?
–Me produce bastante inseguridad. No tengo elementos tan marcados como en el caso de la inundabilidad para decir un no, pero por cuestiones paisajísticas ese edificio es una patada a la ciudad de Málaga. Me cabe la duda de que esa torre pueda alterar la dinámica natural del puerto, porque, en general, cuando se pone una pantalla puede afectar a la dinámica de la playa de La Malagueña. Me cabe la duda de que no vayamos a tener que estar cada cinco años teniendo que regenera la playa. Pueden ser dudas remotas pero la duda hay que tenerla. Aquí estamos poniendo un rascacielos... Y lo que nuestros queridísimos cruceros harán si tienen un poco del sentido de la estética es gritar.
–El alcalde de Málaga ha retomado su apuesta por que se construya al norte de las rondas.
–Si es una pequeña construcción tal vez. Estamos aumentando el riesgo en la zona de El Limonar. Pero de lo que estoy seguro es que cuando das el paso lo das más alto. Desde que se construyó la ronda este se empezó a hablar de una segunda. Si pasas una hiperronda por encima de San Antón vas a construir todo lo que hay en medio. No va a ser una pequeña ocupación. El proyecto es el primer paso para la hiperronda.
–Veo que a su labor académica y científica suma la literaria. Ha publicado varios libros. ¿Qué novela le inspiraría Málaga?
–Hay muchas posibilidades literarias pero las más cercana es la del teatro del absurdo, porque cualquier urbanista que ve la ciudad ve un espíritu de anarquía enorme. Cuando alguien llega y hace un proyecto de urbanización más o menos coherente como el de Teatinos viene alguien y dice que va a poner edificios más altos de lo habitual.
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