Juan Ángel Bellón: "Los casos de depresión han crecido un 30% desde el Covid, eso es una barbaridad"

El médico de familia e investigador, considerado uno de los más influyentes del mundo por la Universidad de Standford, trabaja en el estudio y prevención de enfermedades mentales comunes como la depresión y la ansiedad

Un médico del centro de salud El Palo, entre los investigadores más influyentes del mundo

El doctor Juan Ángel Bellón en el centro de salud El Palo.
El doctor Juan Ángel Bellón en el centro de salud El Palo. / Javier Albiñana

Málaga/Juan Ángel Bellón es médico de familia y ejerce su actividad asistencial en el centro de salud El Palo. Además, es investigador y profesor a tiempo parcial en el Departamento de Salud Pública y Psiquiatría en la Universidad de Málaga. Sus estudios, que realiza dentro del grupo de Salud Mental, Servicios y Atención Primaria, Samserap, a su vez inmerso en la Red nacional de Investigación en Cronicidad, Atención Primaria y Promoción de la Salud, le han valido figurar entre los investigadores más influyentes del mundo, según un ranking realizado por la Universidad de Standford. La salud mental es su campo de trabajo.

-¿Qué le supone esta distinción de la Universidad de Standford?

-Para nosotros ha sido una sorpresa, porque no estamos pendientes de estas cosas. Son otros investigadores los que miden el impacto de las publicaciones que hacemos. Pero es verdad que cuando llevas trabajando muchos años, que hagan un reconocimiento de ese tipo da alegría. Pero el mérito es de todo el grupo. Para hacer una investigación de excelencia es imposible si no se hace un grupo multidisciplinar y no se hace en red.

-Tiene 135 publicaciones, ¿su campo principal de estudio es la salud mental?

-Soy médico de familia e investigo sobre atención primaria. Nuestra línea principal de investigación es lo que llamamos enfermedades mentales comunes, que son las más frecuentes, la depresión y la ansiedad.

-¿Hacia dónde está orientando sus investigaciones?

-Uno de los aspectos que investigamos es sobre la predicción. Utilizamos los algoritmos de riesgos predictivos, la inteligencia artificial, para conseguir predecir cuándo una persona puede tener un futuro episodio de depresión o de ansiedad. Son herramientas bastante buenas a la hora de predecir. Una vez que tenemos esa información la usamos para evitar que se inicie esa enfermedad, como lo que hacen las vacunas.

-¿Qué factores se tienen en cuenta?

-El simple hecho de ser mujer, por ejemplo, ya es un factor de riesgo. Tienen el doble de riesgo de padecer depresión. Luego parámetros que tienen que ver con el apoyo social, con la convivencia familiar, con eventos estresantes que nos ocurren en la vida, también con la calidad de vida física. El dolor crónico o el que no puedas caminar son factores importantes para la depresión y la ansiedad.

-¿Cómo trabajan?

-Lo que hacemos son intervenciones sencillas. Muchas veces ayuda el simple hecho de que la gente conozca la información, su predicción y los factores de riesgo específicos que le están afectando. Como todavía no está enferma, la persona tiene recursos suficientes para ordenar su vida y procurar hacer cosas beneficiosas para la prevención: deporte, yoga, salidas en familia, ocio, cosas que está demostrado que previenen la depresión. Ordenamos todos estos recursos internos de los pacientes, reforzamos los que tienen evidencias científicas y hacemos un plan personalizado de prevención, específico para cada persona. Y desde una óptica no muy dependiente del médico sino todo lo contrario, que la persona busque sus propios recursos y se haga un plan de prevención.

-¿Tenemos peor salud mental hoy que hace una década?

-Sí. Los últimos estudios que hay tienen que ver con el Covid. En depresión ha aumentado casi un 30% en estos dos años y medio de Covid, eso es una barbaridad, un disparate. En ansiedad, por el estilo. Existe ese malestar emocional que muchas veces no se sabe expresar y que aparece en la consulta normalmente de forma no directa, se somatiza mucho. Mareos, dolores de cabeza… Y luego hay que saber buscar, si obedece a una enfermedad física o, por ejemplo, a una depresión.

"Tal como están las cosas, en la atención primaria no tenemos medios suficientes para la salud mental ni la física"

-¿Existe todavía mucho tabú en torno a la enfermedad mental?

-Son enfermedades que socialmente están mal vistas, existe un estigma social. Por el descrédito de los demás, sobre todo. Prueba de ello es que no lo hablan directamente, tenemos que desplegar habilidades para poder descubrirlas.

-¿Cómo pueden trabajar la salud mental desde la atención primaria? ¿Tienen medios suficientes?

-Tal como están las cosas, no tenemos medios suficientes para la salud mental ni para la física. Ahora mismo es muy complicado.

-Requiere de más tiempo por paciente para poder hablar en profundidad...

-Sí, claro. No puedes despachar a alguien que se desborda, que te empieza a contar que ha sufrido violencia, no lo puedes despachar en dos minutos, a la gente hay que escucharla, dejarle su ritmo emocional y que se sienta mínimamente escuchada, con algún tipo de empatía y eso necesita su tiempo.

-Con la saturación de los centros de salud, poca intervención se podrá hacer en este campo…

-Es difícil, pero se hace. Hacemos lo que podemos, pero nos gustaría tener más recursos para poder hacerlo mejor.

-¿Se recurre mucho a la medicación?

-Depende del diagnóstico, hay varias alternativas. En los casos leves de depresión se ha demostrado que haciendo deporte se puede mejorar bastante. Hay alternativas de medicación y de psicoterapia. En los ensayos, los resultados de ambas vías son bastante comparables. Lo ideal es poder ofrecer todas las alternativas al paciente. Si confía en los fármacos, pues bien. Pero si lo que quiere es hacer psicoterapia es lo que tenemos más difícil. Tenemos muy poquitos psicólogos para hacer una sesión semanal reglada.

"Hacer ejercicio físico de forma regular varios días a la semana ha demostrado su efectividad para prevenir la enfermedad mental"

-Ahora mismo la ratio está en 6 psicólogos por cada 100.000 habitantes en la sanidad pública…

-Sí, está muy por debajo de la media europea.

-¿Esto puede crear una discriminación hacia las personas más desfavorecidas? ¿Que consideren cuidar la salud mental como un lujo que no se pueden permitir?

-Están los recursos privados y quien tiene dinero se lo puede permitir, pero quien no lo tiene, evidentemente sufre una discriminación.

-¿Hay pautas sencillas que se podrían ayudar a la población a tener mejor salud mental?

-La primera, hacer deporte. Hacer ejercicio físico de forma regular varios días a la semana ha demostrado su efectividad para prevenir la enfermedad y está en la mano de mucha gente. Por otro lado, remitiría a las investigaciones que estamos llevando. Descubrir su probabilidad de padecer una enfermedad mental, hallar sus factores de riesgo, que cada uno tiene los suyos, y tener un plan personalizado de prevención. Hay otra cosa que no se valora mucho pero es importante. El simple hecho de tener aficiones, de disfrutar paseando, leyendo, en el cine, son cosas que hay que cultivar porque también previenen. Y luego cuando uno ya tiene trampas psicológicas, distorsiones cognitivas, pensamientos pesimistas y negativos, ahí es cuando están indicadas las terapias cognitivo-conductuales que ayude a la gente a cambiar esos pensamientos.

-¿Cuáles son esas trampas psicológicas?

-Los pensamientos negativos y de preocupación, que son círculos viciosos que nos hacen construir una realidad pesimista. Hay técnicas que consisten en cambiar ese tipo de pensamientos por otros más constructivos y eso hay que enseñárselo a la gente. Hemos conseguido que este tipo de herramientas se usen de forma autoguiada y con el móvil. Estamos haciendo ensayos sobre esto. Ya hay muchas similares, pero es importante estar seguro de que las aplicaciones tienen detrás algún ensayo clínico publicado en una revista o garantías que acrediten que esa intervención realmente puede ser efectiva.

-¿La química también afecta?

Estas enfermedades son multicausales. Cuando se acumulan varios factores de riesgo es cuando se suele producir la depresión. Se han hecho muchos estudios, hay algunas evidencias que relacionan biomarcadores, y otras que no. Se está hablando mucho de la serotonina, por ejemplo. En la práctica, lo que ahora mismo nos interesa es la efectividad de las intervenciones.

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