Laura Freixas, escritora: "Las mujeres somos madres en potencia, y eso siempre va a condicionar nuestra carrera y existencia"

Presenta su cuarto libro, 'A todos nos falta algo', a través del espacio cultural de la Librería Proteo-Prometeo

"La literatura femenina se considera de segunda categoría, mientras que la literatura universal es literatura de hombres blancos, contada por y para hombres, sobre problemas de hombres", expone

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Laura Freixas
Laura Freixas / S.S.

Laura Freixas es considerada muchas cosas; traductora, investigadora, columnista y feminista, pero si hay una profesión que mejor la define esa es la de escritora. Con una trayectoria que empezó cuando a muy temprana edad, cuando comenzó a plasmar sobre el papel sus inquietudes en sus diarios personales.

Su último libro, A todos nos falta algo, es su cuarta entrega y el reflejo de las vivencias contenidas en sus diarios entre los años 2000 y 2002. En ellos expone sin tapujos los avatares de sus 40 años, desde separaciones hasta conflictos sentimentales y familiares, pasando por una maternidad adoptiva.

En un evento que ha tenido lugar este viernes 12 de abril en El Tercer Piso de la Librería Proteo, dentro del ciclo Volver a las librerías, Freixas ha conversado con el periodista Héctor Márquez sobre la misoginia dentro del mundo de la literatura, el olvido y desplazamiento de la figura femenina como personaje y como escritora, y la incansable búsqueda del ser humano, sobre todo de las mujeres, por encontrar su propósito en esta vida y por ocupar ese hueco que nos devora y que pocas personas consiguen llenar con algo que realmente les apasione.

'A todos nos falta algo', cuarto libro de Freixas
'A todos nos falta algo', cuarto libro de Freixas / S.S.

-Tanto esta última entrega como la anterior, Literatura y mujeres, estaban basadas en sus diarios personales. ¿Desde cuándo lleva escribiéndolos? ¿Qué beneficios ha encontrado ello? ¿Considera que la escritura ha tenido un efecto terapéutico en su vida personal?

-Escribía diarios ya desde niña, pero lo dejé cuando me abrí al mundo, al ir a la Universidad. Lo retomé cuando estaba a punto de irme a vivir a París con mi marido en 1991. Entonces volví a escribir un diario por y para mí. Para dominar mis emociones, para intentar ver claro en la confusión, para saber quién soy, para cerciorarme de que soy la misma a pesar de los cambios. No es casualidad que el diario de adulta empezara al cambiar de país. Se trata de un género que practican mucho quienes emigran o se exilian, como es el caso de Rosa Chacel o Max Aub.

-¿Cómo gestiona la exposición de su vida personal e intimidades al público a través de sus obras? ¿Le preocupa la vulnerabilidad que implica compartir experiencias y pensamientos íntimos, permitiendo que otros accedan a ellos?

-En primer lugar mis entregas no están basadas en mis diarios, es que son mis diarios levemente corregidos. Publicar mi intimidad es liberador porque perfecciona la labor de distanciamiento que hace el paso del tiempo. Convierte lo que fue carne, sangre, vulnerabilidad, dolor o soledad en papel, en un objeto casi anónimo, algo que se puede dar y compartir. Pero hacerlo 20 años después es un requisito indispensable, si supiera que lo voy a publicar en seguida no podría ser sincera. Volví a escribir mis diarios en los 90, sola en París, porque mi marido trabajaba fuera de casa. Seguí en 1991 en Madrid, donde me seguía sintiendo muy sola, no era mi ciudad, y tenía esa imperiosa necesidad personal. La idea de publicarlo fue muy posterior. Mi primera entrega fue en 2013, cuando publiqué los diarios de 1991 a 1995.

-En la novela explora el tema de la insatisfacción y la búsqueda de plenitud. ¿Es esa una búsqueda constante que nos acompaña durante toda la vida? ¿Llegaremos a sentirnos plenos o el ser humano está condenado a la insatisfacción? ¿Esto se acentúa en las mujeres?

-La insatisfacción es consustancial al ser humano, el mismo título del libro lo dice; "a todos nos falta algo". Pero a las mujeres más porque la sociedad nos exige dos cosas contradictorias: éxito, cosa que es por definición individual y egoísta, y crear una familia. Se nos exige que seamos nosotras las que hagamos los sacrificios necesarios. Al final las mujeres, en principio, somos madres en potencia, y eso siempre va a condicionar nuestra existencia y nuestra carrera.

Freixas durante la firma de libros
Freixas durante la firma de libros / S.S.

-¿Cree que el panorama literario español ha experimentado algún cambio positivo en los últimos años en cuanto al reconocimiento de las mujeres escritoras? De ser así, ¿a qué atribuye estos cambios?

-Sí que hay avance, por ejemplo hay ahora muchas escritoras contando experiencias femeninas antes invisibilizadas en la cultura, como la maternidad, el maltrato psicológico en la pareja, el abuso sexual o el lesbianismo. En ese sentido el premio Nobel a Annie Ernaux ha sido un espaldarazo formidable. Pero el avance es muy lento y hay retrocesos. Por ejemplo, el porcentaje de niveles de mujeres que había ido aumentando, desde 2021 está disminuyendo.

-En su obra, también aborda su experiencia al viajar a un orfanato ruso para adoptar a un niño. ¿Considera que existe una presión sobre las mujeres vinculada a la maternidad como requisito para alcanzar la plenitud?

-Creo que el deseo de maternidad en las mujeres viene en parte de la exigencia social y también del hecho de que nos es mucho más difícil alcanzar el éxito, el reconocimiento, el respeto, o el apoyo como profesionales. Entonces la maternidad, por comparación, parece mucho más satisfactoria. Si no somos madres nos sentimos en tierra de nadie: no terminamos de encontrar un lugar, una satisfacción, una seguridad, ni como profesionales ni como mujeres. Somos madres para ser algo, ser alguien.

-¿Cómo aborda la relación entre la maternidad y la realización personal en el libro? ¿Ha experimentado conflictos relacionados con su papel como madre y sus propias aspiraciones?

-Yo siempre quise ser escritora, mientras que la idea de ser madre no me daba ni frío ni calor. Lo fui en parte porque ser escritora me estaba costando mucho, y busqué ahí la satisfacción que me estaba resultando tan difícil en la literatura. Pero la verdad es que mis dos maternidades, la biológica y la adoptiva, me han hecho y me hacen muy feliz.

-En su libro Literatura y Mujeres menciona la crítica misógina en el mundo literario español. ¿Cómo describiría esta problemática y cuáles son algunos de los ejemplos más notables que ha identificado?

-Los hombres siguen publicando muchos más libros que las mujeres, más o menos el doble. ¿Por qué? Porque las mujeres dedican más tiempo y energía a la familia que a la profesión pero también porque el mundo editorial y académico las apoya menos, las olvida más fácilmente, no las incluye en el canon y en los libros de historia. Las experiencias de las mujeres, de las que hablan en sus libros, parecen menos importantes, menos universales y nobles, que las de los hombres. La literatura femenina es considerada literatura de segunda categoría, mientras que a lo que se le llama "literatura universal" es literatura de hombres, contada por hombres, para hombres, sobre problemas de hombres. Y encima hombres blancos y en su mayoría con posiciones privilegiadas.

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