Visto y Oído
Broncano
Laura Vela | Segunda Mejor Docente de infantil Premios Educa Abanca
Málaga/Siempre está ideando, nunca desconecta del todo. Para Laura Vela (Málaga, 1977) la educación es su forma ser y estar en el mundo. Entre 2.000 propuestas y 350 nominaciones, su nombre quedó finalista en los premios nacionales Educa Abanca. El jurado baremó y obtuvo el segundo lugar. Algo que no sólo supone un reconocimiento a su forma de trabajar, también a una etapa que nunca ha tenido el protagonismo que debiera. Las emociones a través del cine, el mindfulness y el juego libre a través de instalaciones artísticas son sus últimos proyectos. Fuera del cole también es una Boqueronas Teachers.
–¿Siempre quiso dedicarse a la educación infantil?
–No tenía nada claro lo que quería hacer cuando salí del instituto. Me gustaba mucho la publicidad, siempre he sido muy creativa. Pensé en dedicarme al márketing y entré en Dirección y Administración de Empresas. Pero fue un auténtico desastre. Tuve que replantearme mi vida y, gracias a las aventuras que me contaban mis amigos de Magisterio, y sabiendo que me encantan los niños, probé un nuevo rumbo.
–¿Se le abrió un mundo nuevo?
–Sí. En las prácticas del último año me dieron mucha libertad, aprendí mucho en la clase, pude tomar las riendas y fue estupendo.
–¿Cómo fue su primera experiencia laboral?
–Al poco tiempo de terminar la carrera, preparé mi currículum y me llamaron de una escuela. Me quedé en una clase sola con niños mezclados de 3 a 5 años. Fue la primera vez que me enfrenté a un aula yo sola y resultó la experiencia más grande de mi vida. Aprendí a sobrevivir como maestra. Fue un reto y me encantó. Después trabajé en otros centros hasta que me llamaron de la Obra Social de Unicaja, a la que pertenecía este centro.
–¿Cuánto tiempo lleva dirigiendo el centro Sagrada Familia?
–Aquí llevo ya diez años de directora, ese fue otro gran reto para mí, era dedicarme a la enseñanza desde otro punto de vista. Tenía que llevar las entrevistas con las familias, matriculaciones, organización del centro, reuniones con las educadoras, los proyectos... Ahora soy desde hace dos años la teacher, enseño inglés a los niños de dos años.
–¿Cómo se enseña inglés a niños tan pequeños?
–Tengo un método de inmersión, así que desde que entro en la clase hasta que salgo hablo en inglés. La primera vez fue un fracaso, no me hicieron ni caso. Tenía que buscarme alguna triquiñuela, así que creé un proyecto, llamado Magic Box, con el objetivo de llamar su atención. Desde entonces llego con una caja en la que guardo una varita mágica y una corona y de la que voy sacando cosas. Y se hace el silencio, funciona. Ellos siguen el ritmo de la clase y nos entienden.
–¿Dónde reside el éxito de su trabajo?
–Es complicado, pero pienso que el éxito está en ser buena persona y lo más empática posible. Si tus alumnos se sienten queridos y atendidos, la respuesta es emocionante. A veces me abrazan y me dicen que me quieren sin esperarlo y eso es porque están a gusto en clase y con lo que están haciendo. Para trabajar en el primer ciclo es fundamental buscar cosas que les llamen la atención, que la maestra se emocione y que sepa trasladar esa emoción a sus alumnos.
–¿De ahí a que estén constantemente ideando cosas nuevas?
–Sí, tienes que encontrar cosas que les motiven, actividades cortas porque su atención no dura mucho tiempo. Creo que la base debe de ser la educación emocional.
–¿Qué cree que valoraron las familias para proponer su candidatura al premio?
–El nominado no sabe realmente el motivo de la proposición, pero entiendo que habrá pesado mi entusiasmo por la enseñanza, la implicación y la dedicación. Quizás también los proyectos que llevamos en el centro, creativos, originales, en los que las familias están implicadas al 100%. La respuesta siempre es fantástica.
–¿Qué supone este reconocimiento?
–Todavía no me lo creo y la verdad es que te da orgullo porque son muchos años trabajando con esfuerzo y dedicación. Pero no me considero ni mejor ni peor que nadie y pienso que la misión de estos premios es dar a conocer la buena praxis de los docentes. Más aún tratándose de un centro de educación infantil. Se está viendo por fin reconocida la labor.
–¿El primer ciclo de Educación Infantil sigue poco reconocido?
–Se han ido consiguiendo cosas, pero ni siquiera la Administración nos da la importancia que esta etapa tiene que tener. Los grandes logros que se consiguen en un niño se producen aquí y pienso que debería de estar más valorada. La Junta nos exige lo mismo, programaciones, evaluaciones, se hace todo igual... Pero luego no es igual que un colegio. Me exigen lo mismo que a un maestro y también la labor asistencial. En cuanto a profesorado, contamos con grandes profesionales en este ciclo y no son muy visibles.
–¿Los padres ya han tomado conciencia de la importancia educativa de esta etapa?
–La gran mayoría sí. Es el centro educativo el que tiene que trabajar día a día para que así sea. Aquí tenemos muchos proyectos y se lleva a cabo gracias a la implicación de las familias. Hay que captar también su atención. Debes de ser un centro de puertas abiertas y trabajar en comunión con ellos.
–¿Qué deseo le pediría para esta etapa educativa?
–Podemos mejorar en muchas cosas pero ahora es fundamental que se revisen las ratios de las clases. Nos encontramos con 20 niños de dos años en algunas clases. Hacemos verdaderas maravillas. Si no se pueden revisar, que haya un apoyo al educador. Hay un gran deseo de mejorar y de ofrecer una educación de mayor calidad, pero es que a veces nos vemos muy limitados porque no disponemos de los medios.
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