Llamas que aún arden donde se apaga la vida
El Asilo de los Ángeles lleva un año y medio pagando 7.000 euros al mes de su deuda con Endesa y subsistiendo a duras penas cuando la Junta se retrasa
Antes de que llegue el frío, algunos pasan al sol la mañana. Los ancianos, sumergidos en los mundos propios que les crea el alzheimer o la demencia, viven ajenos a las dificultades que atraviesan sus cuidadores. El Asilo de los Ángeles es su hogar y no les falta calor. Tampoco aseo, comida, ni atención médica. Pero el mantenimiento de una residencia con 48 plazas concertadas con la Junta de Andalucía no está siendo sencillo en estos años tan críticos. "Nos ha hecho mella la crisis, como a todo el mundo de este país", considera Luis Plaza, presidente del Patronato del Asilo de los Ángeles. Pero su problema no sólo se reduce a los retrasos de la Administración regional, que sufren como cualquier otro centro. Desde hace año y medio dejan de recibir 7.000 euros al mes por su deuda con Endesa y eso empeora una situación ya de por sí precaria.
"Ahora vamos justísimos", dice Plaza. "Eso 7.000 euros menos al mes suponen cinco nóminas de trabajadores o los seguros sociales, y sí que se nota", agrega el vicepresidente del patronato, Adolfo Crespo. El pasado viernes cobraron lo correspondiente al mes de octubre de 2014. Eso significa que han pasado más de un mes en blanco. "Aquí o llega el dinero de la Junta -les paga la Agencia de Servicios Sociales- o no cobra el personal", reconoce el presidente del Patronato. Por eso, la treintena de profesionales que conforman la plantilla han acumulado hasta tres y cuatro meses de retraso en sus nóminas. En diciembre, sin embargo, cobraron dos meses.
Pero en cuanto se ingresa el dinero del concierto, quien no deja de cobrar es Endesa. La compañía le reclama al asilo más de 120.000 euros en un consumo que no pagó. "Cuando era un centro de beneficencia tenías que decidir en que te gastabas el dinero y siempre han estado primero los ancianos, luego el personal y luego todo lo demás, o comían los residentes o pagabas a Endesa, no pagamos y durante ese tiempo no tomaron medidas", relatan Crespo y Plaza. Sin embargo, a partir del acuerdo con la Junta se reclamaron 200.000 euros de deuda, de los que unos 80.000 habían prescrito, según una sentencia.
Ahí comenzaron los pleitos de meses, el embargo de la subvención de la Junta y, finalmente, el acuerdo de pago aplazado. Durante ese proceso, la ciudadanía pidió por millares la condonación de la deuda, deseo que por el momento no ha sido concedidio, y se hicieron actividades solidarias para recaudar fondos. "Nos podrían condonar la deuda como un donativo y deducirla de impuestos tras acogerse a la ley de mecenazgo", plantean desde el patronato del centro.
La ciudad se volcó con el asilo cuando conoció sus momentos de mayor dificultad, igual que lo hacen los voluntarios que acuden a diario a ofrecer su tiempo a los ancianos. Pero las donaciones llegan de forma esporádica al centro y el dinero del concierto y las aportaciones de los residentes con sus pensiones es lo que los mantiene a flote. "Hay que agradecer la solidaridad de los malagueños y del personal que está al pie del cañón día tras día", apunta Plaza, que también quiere destacar la implicación personal de cargos públicos y políticos de todos los grupos.
En cinco años terminarán de pagar la deuda pero aún les quedarán los intereses generados por ese pago aplazado. Al mes gastan unos 5.000 euros en suministros. Las nóminas suponen unos 30.000 euros, a los que hay que añadir la comida y el material higiénico que necesitan unos ancianos que en un 98% utilizan pañales, sin contar con el mantenimiento del edificio nuevo y de unos muros que fueron levantados como convento en el siglo XVI. Pero el fuego continúa ardiendo donde se apaga la vida.
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