“No servimos café; estamos inundados”
Lluvia en Málaga
Vecinos y comerciantes han tenido que achicar agua desde temprano en el entorno de la gasolinera Alaska
La zona volvió a convertirse por enésima vez en un río
Algunos comercios tuvieron que cerrar o abrir más tarde
Málaga/Para los vecinos del entorno de la gasolinera Alaska, en Carretera de Cádiz, la historia se repite por enésima vez. “Cada vez que llueve un poco fuerte, esta zona se convierte en un río”, se quejaba Francisco Villalón, mientras achicaba agua de sus trasteros, en el número 184 de Héroe de Sostoa.
Calles llenas de barro, bajos anegados, contenedores volcados, ratas ahogadas y vecinos limpiando. Esa era la imagen del cruce de la Avenida de Paloma con Héroe de Sostoa en la mañana de este sábado. Lo peor fue de madrugada, cuando las calles aledañas se convirtieron en un delta; el clásico delta de la gasolinera Alaska que ninguna autoridad soluciona.
“Por ahora no servimos café. Estamos inundados”, se excusaba ante un cliente madrugador María Sequera, trabajadora del Bar Luis, en el número 46 de la Avenida de la Paloma. No les dio tiempo ni a comprarse botas, así que se enfundaron unas bolsas de plástico en los pies y se pusieron a achicar agua para abrir lo antes posible. “Siempre que llueve un poco fuerte explotan las alcantarillas. Esto ya nos ha pasado muchas veces, incluso peor”, añadía la empleada.
En la gasolinera Alaska, la misma imagen. Trabajadores limpiando para dejar las instalaciones operativas. El agua entró hasta dentro de la tienda. La inundación hizo saltar el diferencial y los surtidores no tenían electricidad para funcionar. El personal abrió sobre las 6:00 y un cuarto de hora después tuvo que cerrar porque toda la gasolinera era una balsa de agua. En cinco minutos, se anegó. Al lavadero Lavamatic que está en un lateral no le sirvieron los sacos ni la tabla colocados en la puerta. Igual le entró agua.
Enfrente, Francisco Villalón protestaba: “Esto ocurre porque hacen las obras mal. Hay una rejilla muy grande para que evacue el agua, pero luego el desagüe es muy pequeño. El alcantarillado es insuficiente. El problema siempre ha existido, pero desde que hicieron el Metro está peor”.
Los vecinos explican que el arroyo de la zona de Dos Hermanas, que está canalizado de forma subterránea, cuando llueve intensamente en un corto periodo de tiempo, se desborda. Y desagua hacia la Avenida de la Paloma, Héroe de Sostoa y Osorio Valdés, entre otras calles.
Manuel Ruiz, un residente que lleva muchos años en esa zona de la ciudad, explicaba que a primerísima hora de la mañana, la Avenida de la Paloma “iba de banda a banda”. Y añadía: “Yo lo he visto así muchas veces. El problema es que esta es la parte más baja y toda el agua viene a parar aquí”.
Empleados de una empresa colaboradora de Emasa se tiraron toda la noche desatorando desagües. Pero ni por esas. Tampoco sirvieron las chapas y maderas que muchos locales de la zona pusieron en sus puertas: el río les entró igual. “Yo esta noche he achicado agua dos veces. Esto es vergonzoso. Deberían darle una solución de una vez”, decía Villalón.
Unos metros más allá, en la Avenida de la Paloma número 44, Cristina Palma y Clara Andrade se afanaban en abrir la tienda. “No hemos podido ni desayunar”, reconocían. Por suerte, el agua no había entrado demasiado en el interior del local. “Pero esto ya ha ocurrido muchas veces. Se tiene que solucionar de una vez”. Ese era el clamor de los vecinos y comerciantes que poco después de las 8:00 de la mañana quitaban barro y agua contrarreloj para recuperar cuando antes la normalidad en el delta de Alaska: que de una vez por todas, las Administraciones tomen las medidas necesarias para que la zona no vuelva a inundarse.
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