Los Asperones: 35 años
Opinión | Territorio Comanche
Se alojaron provisionalmente en viviendas prefabricadas de la Junta en una barriada de transición, levantada de la nada, y que iba a tener un lustro de vida útil
Hoy siguen viviendo más de millar de personas en un ambiente de marginalidad
Menudo descentre...
HACE unos días, en una conversación mantenida a través de redes sociales en relación con que la valla del puerto, esa que limita los ciudadanos de a pie de los de megayates, a pesar de las promesas, seguía cumpliendo su función segregadora, la periodista y amiga Esther Luque espetó en una lacónica frase una de las claves de lo que nos sucede. “Yo creo que los malagueños tenemos mucha paciencia”. Es bastante difícil definir mejor lo que a la sociedad malagueña sucede con toda una retahíla de proyectos, ideas, promesas, reproyectos, modificaciones de proyectos…que a lo largo del tiempo nos han ido prometiendo ante la perplejidad del ciudadano, en especial porque han sido generadoras de polémicas, la mayor parte de los casos estériles y, en algunos, hasta simpáticas.
Hemos aceptado como normal ese pedazo de puente que cruzaba la bahía y conectaba Rincón de la Victoria con Torremolinos, que no íbamos a ser menos que los de San Francisco que para eso tienen un clima parecido al nuestro. También que el Metro iba a llegar hasta El Palo, que ya puestos a pensar podrían haberlo conectado con el puente y así las criaturas podríamos haber tenido alternativa a la movilidad litoral. El Metro, al que ya no le queda por inaugurar nada más que las traviesas, una a una, aún no ha llegado al Centro, ni por supuesto al Hospital Civil por Eugenio Gross, ni por supuesto a Campanillas, ni por supuesto al PTA, ni soterrado ni en superficie, ni con muros pantalla ni con tuneladora. Aunque ya tengamos en infografía hasta al tío de las chuches de la estación, la realidad, es que, si usted pretende ir mañana en Metro a Teatinos desde la Alameda, tengo una mala noticia. Si decide cruzar el puente sobre la Bahía, tampoco se meta en nada. Paciencia.
Tampoco resulta fácil recordar cuando empezó a hablarse en Málaga del tercer hospital, de su ubicación, de donde vendría mejor, de que lo suyo seria colocarlo por la zona este ya que en la occidental había otros, y así una y otra y otra información. Venga vueltas y más vueltas. Al final se opta por la solución más simple y, probablemente, la más lógica, como es hacerlo donde ya hay uno y configurar una especie de complejo hospitalario. Y así llevamos inauguradas varias infografías e incluso el derrumbe de una nave que se caía a pedazos, pero que mire usted por donde venía bien quitar, por lo que embeba. La inauguramos, fotito, dietas de finde en casa y a otra cosa mariposa. No obstante, ya parece que tenemos un cuarto hospital. En realidad, lo hemos tenido siempre, pero no nos ha dado por contarlos. Le digo igual, si mañana necesita ir para alguna consulta, tampoco se meta en nada. Más paciencia.
Pero indiscutiblemente los temas estrella que pueden colocar al malagueño en el top ten de los Premios Paciencia de Job son el Guadalmedina en su tramo urbano, el tren litoral, los Baños del Carmen, la depuradora de Nerja, la autopista del agua y el traslado de Los Asperones.
Es difícil encontrar un proyecto más manoseado que la integración urbana del río Guadalmedina. Incluso Celia Villalobos, que en sus 5 años de mandato dio más trigo que el que predicó, y justo es reconocerlo, metió la patita en aquel proyecto de desvío del Guadalmedina hacia el Peñón del Cuervo ante el asombro de propios y extraños, y que afortunadamente se quedó en una buena campaña publicitaria, algún dinerillo por ahí y poco más. Desde entonces todo han sido vueltas y mas vueltas, incluido aquel concurso de ideas de integración urbana del río, y que nuestro alcalde no tardó en pulverizar una vez conocido el fallo del jurado, porque entendió que en vez de integrar el río en la ciudad, lo que había que hacer era integrar la ciudad en el río. De hecho, a partir de ahí, todo ha evolucionado en esa dirección, y en la actualidad el río está más encorsetado, gracias al Hotel de Moneo y a los rascacielos de Martiricos, ambos conjuntos emblemáticos, singulares y de referencia internaciojajaja. La solución sobre renaturalización del cauce hasta el puente de Armiñan está cercana, pero debemos seguir esperando pacientemente a que la Junta de Andalucía cambie de color político, para que ahí de nuevo, vuelva a ser la JuntaMala, y se reivindique “de una vez por todas” la integración del tramo urbano. Mientras tanto, a esperar. Mas paciencia.
El presunto tren litoral sigue siendo ejemplo de auténtica vergüenza, y aunque se nos llena la boca de sostenibilidad, de vocación turística, de necesidad de articulación del espacio provincial, y blablablá, al final se cae de los Presupuestos Generales del Estado. Y así llevamos 23 años desde la primera vez que se planteó seriamente la necesidad de llevar el actual tren de cercanías hasta Marbella con la posibilidad de ampliar el tramo hasta Estepona. 23 años. Los mismos en los que la provincia de Málaga ha generado unos importantes ingresos derivados del turismo en las arcas del Estado, vía PIB. Eso no es sostenible. Se desconoce que ha de suceder para que se produzca esa importante y necesaria inversión. Muuuucha más paciencia.
Podríamos seguir con los Baños del Carmen, y con la depuradora de Nerja, y con la autopista del agua de la que solo nos acordamos en sequías, y con los carriles bici surrealistas, y con la rehabilitación inexistente del centro histórico, hasta terminar con las pérgolas de quita y pon, pero nada para sonrojo de nuestros dirigentes, actuales y pasados, como la existencia de un auténtico gueto social que bajo la etiqueta de la provisionalidad mantiene a sus habitantes en unas condiciones indignas desde el año 1987, como sucede en la barriada de Los Asperones.
Se alojaron provisionalmente en viviendas prefabricadas de la Junta de Andalucía en una barriada de transición, levantada de la nada, y que iba a tener un lustro de vida útil. Hoy siguen viviendo más de millar de personas en un ambiente de marginalidad y abandono ante la pasividad histórica de las instituciones que, pese a tibios intentos, no han podido desmantelar este núcleo de población. Ni tienen servicios, ni los van a tener, y aunque las casas prefabricadas son propiedad de la Junta de Andalucía, sus habitantes viven en un auténtico gueto a menos de un kilómetro del gran pelotazo urbanístico que se pretende dar vía Expo27, con la excusa de la Málaga sostenible, y sin sonrojarse. Llevan esperando 35 años. 35 años… en los que nadie ha dimitido. Exaltación de la paciencia…y de la poca vergüenza.
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